Los desamores de Atenea. Por Virginia Seguí

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La mitología griega relata que Atenea, la hija de Zeus, antepuso a su nombre la palabra: Palas, dado su significado doncella, encontramos el hecho muy significativo ya con ello se confería esta condición como atributo y, aunque no es el único, si destaca frente a la frecuente promiscuidad de muchos de los dioses y diosas del Olimpo. Aunque habría que señalar que no es la única diosa con esta condición pues Artemis ante la pregunta de su padre, Zeus, sobre qué deseaba como regalo, con tan sólo tres años de edad, contestó que la eterna virginidad.

La mitología griega está llena de intentos de cambiar la condición de doncella de Atenea, ya que su belleza provocó intentos de seducción, violación, maledicencia, etc., que, al parecer, no se llevaron a término.

La justificación de este primer nombre: Palas; antepuesto, no añadido, al de Atenea ha sido atribuida a varias circunstancias, partiendo de la identificación de Atenea con la diosa libia Neith, y la costumbre de las vírgenes aspirantes a sacerdotisas de luchar entre sí para adquirir la condición de tales, que justifica el enfrentamiento con su hermana adoptiva Palas y la muerte de ésta; con la consiguiente adopción de nombre de su hermana en su recuerdo.

Otra justificación al uso de Palas como primer nombre la encontraríamos en los relatos de algunos autores latinos que recogen una leyenda griega en la que la diosa sería la hija de de un gigante-cabra llamado así; y que éste en un momento dado intentó ultrajarla, por lo que Atenea lo desolló, fabricándose con su piel su famosa égida (Túnica de castidad hecha de piel de cabra y utilizada por las muchachas libias) para, a continuación, apropiarse de sus alas y colocárselas sobre sus hombros, y una vez hecho esto, antepuso a su nombre el de su padre; pasando a ser desde entonces: Palas Atenea.

Dado el significado, ya mencionado, de la palabra Palas, podríamos encontrarlo poco apropiado para ser el nombre de un gigante-cabra alado. Circunstancia que se integra también por el hecho de que la leyenda posiblemente recoge la tradición libia del matrimonio con cabras, que se extendió por Europa como parte de las celebraciones de las fiestas del solsticio de primavera, que fue recogida en una pintura que representa el matrimonio ritual entre un rey cabra y Atenea Lafria, tras una lucha armada entre ambos.

Muchos, dioses, titanes y gigantes deseaban casarse con Atenea, pero ella siempre rechazaba sus insinuaciones. Se cuenta que durante la guerra de Troya le pidió a Hefesto que le hiciera un juego de armas especiales para ella, ya que al no tener unas propias cuando las necesitaba se las pedía prestadas a Zeus. Hesfesto aceptó el encargo pero no quiso ponerles precio, diciendo únicamente que aceptaría el encargo por amor. Con motivo de esta afirmación, y dado que la diosa no interpretó con claridad el significado de las palabras de del dios, Posidón ideó un plan para gastarle una broma, diciéndole que Atenea iba hacia su fragua a cumplir el compromiso; esto, en parte era cierto pues Atenea se dirigía hacia allí pero con el único interés de comprobar los avances de su encargo, sin embargo, para su sorpresa, el dios contrahecho engañado por Posidón se giró bruscamente e intentó violarla, ella se apartó de él y Hefesto eyaculó en su muslo, por encima de la rodilla; el puñado de lana que utilizó para limpiarse fue arrojado violentamente sobre la tierra, fertilizándola, y poco después nació Erictonio que fue la consecuencia de esta acción, y su madre la Tierra se negó a criarlo.

Atenea se ocupó de él, pero para impedir que Zeus se burlara de la broma lo escondió en una cesta sagrada y se lo entregó a Aglauro, hija mayor del rey ateniense Cécrope, indicándola que lo guardara celosamente. Erictonio fue criado por Atenea con tanto cariño que muchos creyeron que era su madre; llego a ser rey de Atenas, donde instituyó el culto a Atenea, enseñó el uso de la plata a su compatriotas e introdujo el uso del carro tirado por cuatro caballos por lo que su imagen convertida en la Constelación del Auriga fue puesta entre las estrellas.

Las historias mitológicas sobre Atenea pueden haber sido adaptadas a las necesidades políticas de los atenienses ya que para ellos la virginidad de la diosa era símbolo de imbatibilidad de su ciudad: Atenas; por ello hay autores que piensan que pudieron reinterpretarse los primitivos mitos en los que la relación de Atenea con Hefesto fuera mucho más consentida y que hubiera dado como fruto a Erictonio, Apolo y Licno; y del mismo modo los ultrajes que intentaron Posidón o Bóreas, no hubieran sido tales. Erictonio es quién mayores dificultades presenta dado la existencia de imágenes  arcaicas en las que puede verse a un bebe-serpiente asomarse desde la égida de Atenea.

Estas opciones pueden apoyarse en dos cuestiones; en primer lugar y respecto a Bóreas, viento del norte con cola de serpiente e hijo de Astreo y Eos, habría que considerar su origen libio y sus primeras apariciones como Ofión o Erecteo y la relación de éste último con Atenea Pôlias (de la ciudad); la amada de Bóreas era una diosa local del culto al caballo, lo que llevó a los atenienses a considerar a Bóeras como su cuñado. En segundo lugar y respecto de Posidón considerar el hecho de que se considere a Erictonio el introductor del carro de cuatro caballos, atributo propio del dios del mar quien es considerado el creador del caballo y de sus bridas, aunque esto último se lo disputaba con Atenea, pero lo que nadie pone en duda es que fue él quien instituyo las carreras de caballos donde las cuadrigas de cuatro ejemplares eran la mayor atracción. Todo esto sugiere posibles relaciones más directas y consentidas entre estos dioses y Atenea.

Algún autor menciona que Atenea era tan pudorosa como Artemis pero mucho más generosa y cuando un día en que se estaba bañando fue sorprendida por Tiresias, la diosa le cegó poniéndole su mano sobre los ojos, pero para compensarle le dio la visión interior.

Se considera que fue Atenea quién comenzó la enseñanza de la ciencia de los números y de todas las artes femeninas, entre ellas tejer, hilar, cocinar, etc,  que era muy celosa de ellas, de hecho el único acto de celos que se le conoce tiene relación con las artes femeniles. Se cuenta que Aracne, princesa lidia, civilización famosa por sus tintes púrpura era una experta en el arte del tejido. Atenea conocedora del hecho se desplazó a Colofón para ver los tejidos de la princesa, que le mostró su mejor lienzo en el que había tejido escenas de romances olímpicos y Atenea lo observó con detenimiento en busca de algún fallo, al no encontrarlo, destrozó la pieza y la ira la dominó, de manera que asustada Aracne huyó y se colgó de una viga, entonces la diosa la convirtió en su insecto más odiado: la araña, transformando la cuerda en una tela de araña por la que la princesa, ya insecto, pudo huir.

La virginidad Atenea fue puesta en entredicho en más de una ocasión, entre ellas destaca las habladurías que Zeus propago, respecto a la relación de Atenea con Prometeo. El crónida estaba furioso con su hija al haber dejado ésta entrar en el Olimpo a Prometeo, para que éste pudiera robar el fuego y entregárselo a los hombres y para vengarse de ella hizo circular el rumor maledicente de que existía una relación amorosa entre ambos.

Las habilidades de Atenea fueron importantes y además de todas las artes mencionadas se considera la inventora de instrumentos musicales, como la flauta, invento ya mencionado y la trompeta. Pero es más importante aún el hecho de que se la considere la creadora de artes industriales y agrarias esenciales para el desarrollo de las civilizaciones primitivas, como la alfarería, el arado, el rastrillo, la yunta de bueyes, la silla de montar, el carro, y el barco y, como diosa de la guerra, dominaba la estrategia y la táctica, incluso mejor que Ares, conociéndose que asesoró a numerosos estrategas en las batallas que los griegos mantuvieron con otros pueblos tal y cómo nos relatan las fuentes. No obstante todo esto, con el tiempo, fue siendo conflictivo, pues dar a una mujer todas estas habilidades acabó por ser un problema, y aunque se sabe que en la época cretense eran las mujeres las que fabricaban las piezas cerámicas, y lo mismo ocurría con los instrumentos agrícolas, en la época clásica los griegos ya no concebían que el artesano fuera de sexo femenino, y poco a poco fueron dejando estas leyendas en el olvido, hasta conseguir diluir los hechos y de esta manera consiguieron alejar a Atenea de estas cuestiones reservándole únicamente las relacionadas con las mujeres.   

GLORIA MELGAR (1859-1938). XII. Por Virginia Seguí

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La mujer en las Academias de Bellas Artes

El control que las Academias van a ejercer sobre el mercado, las exposiciones, los premios y en definitiva del gusto y el éxito final del artista, va a afectar, seriamente, a la actividad artística de las mujeres; hasta este momento, a pesar de todas las dificultades, las más dotadas o las más empeñadas en desarrollar sus capacidades artísticas habían ido consiguiendo, individualmente, desarrollar lo que podemos denominar una actividad artística profesional. Con la Ilustración y la aparición de las Academias, en el sentido actual del término, la situación cambió, por ello, para las que estaban interesadas en seguir o iniciar una carrera profesional la entrada en ellas comenzó a ser algo importante. Serán pocas las que lo consigan. El fenómeno es general en los países que podemos considerar punteros artísticamente hablando y cercanos a nuestro entorno cultural como sucede en la francesa o en la británica.

En 1768 se funda la Royal Academy; Angélica Kauffman y Mary Mosser pertenecían al grupo de artistas que propicio esta fundación, sin embargo, ninguna otra mujer entrará a formar parte de ella hasta 1922.

En Francia fue Luis XIV quien abrió la puerta de la Academia a las mujeres, sus ideas al respecto pueden ser consideradas bastante revolucionarias, ya que sin entrar a valoraciones de género, opinaba que en la Academia debían estar todos los artistas dotados, sin distinción de sexo. Hasta 1682, habían entrado en la Academia francesa siete mujeres, en su mayoría miniaturistas o pintoras de flores; entre las más destacadas está Sophie Chéron, hija del miniaturista Henri Chéron, dominaba la pintura, el esmalte y el grabado; la obra que presentó en 1672 para su entrada en la Academia fue elogiada y calificada de: <vigorosa, original, que supera incluso la perfección de su sexo>. Pero, esta situación fue puntual, pues no volvió a entrar una mujer en la Academia francesa en cuarenta años y en 1706 se prohibía expresamente la entrada de mujeres en ella.

Durante el siglo XVIII, especialmente en los años de dominio del estilo rococó, la situación preponderante de la mujer y lo femenino en ciertos ámbitos de la sociedad, favoreció, un momento de apertura y liberalidad que permitió, en 1720, el acceso de la italiana Rosalba Carriera a la Academia francesa, después de conseguir grandes éxitos durante el año que esta pintora permaneció en París. De esta liberalidad se benefició no sólo la Carriera, sino también Watteau, al que hasta ese momento le había sido negada la entrada en la Academia, dadas las características antiacadémicas y anticlásicas de su pintura. La lista de académicas francesas continúa, a finales del siglo, con nombres como: Elizabeth Vigée-Lebrun, Adélaïde Labille-Guiard y Anna Vallayer-Coster.

Se había fundado, en 1751, la Academia de Saint.Luc, intento gremial de contrarrestar el poder académico institucional, y durante la segunda mitad del siglo un tres por ciento de sus miembros eran mujeres, muchas de ellas retratistas. En 1770, ante el incremento de mujeres aficionadas a la pintura, la Academia Royale, tras la elección de Vallayer-Coster y Marie Giroust-Roslin, redujo a cuatro el número posible de miembros femeninos.

Respecto a la situación en España, el Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando contiene documentos que nos dan una idea de la situación española. Varios legajos dedicados a las mujeres académicas y los libros de Actas de las Juntas de la Academia contienen datos que permiten estudiar las circunstancias que condicionan la entrada de las mujeres en la Academia de Bellas Artes; comprobamos que, las peticiones de ingreso o asociación se jalonan con cierta periodicidad desde mediados del siglo XVIII, y como consecuencia de ellas se produce la entrada de algunas mujeres en esta Institución dominada por los hombres. Se trata de mujeres que ya han adquirido un cierto status artístico, aunque en ningún caso comparable al que tuvieron las aspirantes inglesas o francesas, o tienen una posición social preponderante. Con el ingreso en la Academia buscan adquirir un prestigio que les permita acceder a las exposiciones.  

La francesa Farona María Magdalena Olivier, residente en Madrid, inaugura el proceso al dirigir un escrito a la Academia en diciembre de 1759, solicitando su asociación, en los siguientes términos:

«Dª Farona María Magdalena Olivier, natural de la ciudad de París. Residenta en esta Corte con el devido rendimiento a sido inclinada al Arte de la Pintura de la que tiene algunas obras en diferentes Gavinetes de Europa, y deseando el Asociarse en la Rl. Academia de Sn. Fernando, presenta dos retratos originales hechos por su mano, y.. suplica á Vd. se sirva admitirlos y si por su ejecución fuesen dignos de aprecio de la Academia, se le conceda el honor que fuese de su agrado. Espera merecer esta gracia de Vds.»

 El 18 del mismo mes, le comunica la Academia su nombramiento como Académica de Mérito con todas las prerrogativas y exenciones que corresponden al grado ya que en Junta Ordinaria han sido aceptados los retratos, los cuales:

«[…] reconocidos con la mayor. atención por los Directores de Pintura y todos los demas Profesores, se hallaron no solo esactos Conforme a las Personas que sirvieron de originales, sino también pintados con la mayor inteligencia acierto y primor, asi por la summa corrección del dibujo, como por la gracia y exquisito gusto del colorido. Atento lo cual toda la Junta a una voz dio a la señora autora los mayores y bien merecidos elogios, admitió con toda estima los referidos Retratos, mando desde luego colocarlos en sitio distinguido en la Galerias generales[…] decidiendo nombrar a la expresada señora Dª Farona María Magdalena Olivier Académica de Mérito por la Pintura con todas las prerrogativas, esenciones que corresponden a este grado».

En julio de 1766 D. Vicente Pignatelli presentó en la Junta Ordinaria del día 20 de julio de 1766 un dibujo a lápiz de una cabeza, realizado por Mariana de Silva, Duquesa de Huéscar, que fue  examinado por la Junta; aplaudiendo los Profesores la delicadeza de la cabeza, la perfección y el exquisito gusto de la obra. Acordándose en primer lugar que los Sres. Vicedirector. y Marques de Villafranca pasen a casa de la Srª Duquesa a darla las más expresivas gracias por la protección que concede a las Artes cultivándolas por si misma, y haciendo en el dibujo progresos dignos de un consumado profesor. Se le concede el más alto grado que puede dar la Academia:

«Conociendo que la más alta graduación que puede dar la Academia en la clase de Profesores es la de Director de Honor y en la de los que no lo son la de Académico de Honor. La Junta toda por aclamación creo y declaró a la Sra. Duquesa de Huescar, Académica de honor y Directora honoraria por la Pintura con voz y voto en todas las Juntas a que se sirva asistir y con asiento y lugar preeminente en las expresadas clases»

Ana Gertrudis de Urrutia el 14 de junio de 1769 envía a la Academia alguna de sus obras por si estas fueran meritorias y permitieran su ingreso en la misma:

«Exmo. Señor./ La continuada afición que tengo a las clases de el Dibujo me hizo pedir a D. Thomas Francisco Prieto, individuo de esa Rl. Academia algunos documentos: entre los que se ha servido franquearme ha sido una figura de Diana. Copia de una escena amorosa, la que he procurado dibujar como me ha sido posible alentada a que la Rl. Academia prevendrá para mi adelantamiento, y que como (ilegible), que deseo ser, me dispensara aquellas delicadezas que por falta de la voz viba, falten a mi gustosa (ilegible), y si mirado (solo como de una mujer que ama las Artes) se encontrase algún mérito./Suplico a los Sres. profesores de ella se sirvan distinguirme como a su piadoso juicio tuvieran por conveniente a cuio favor vivire eternamente reconocida.»

María Luisa Carranque y Bonavía fue nombrada Académica de Honor en junio de 1773, al haber presentado un cuadro de su mano que representa a la Virgen Ntra. Sra. con el niño en brazos.

En agosto de 1776 Acuerdo de la Junta, se nombra Académica de Honor y Mérito Isabel Espeteta, por la presentación de un cuadro que representa a una señora. Mª Agustina de Azcona y Valanza se dirige, en enero de 1781, a Antonio Ponz: «Para que le haga el favor de presentarla a la Academia y que se sirva, en su visita, concederme la gracia que acostumbra con las sras. aficionadas de mi sexo

Estos son algunos ejemplos del acceso de la mujer a la Academia, a pesar de que todas ellas fueron admitidas y nombradas Académicas de Honor y Mérito, hoy ninguna de ellas significa hoy nada para nosotros, todas son artistas anónimas, desconocemos sus obras, y su trayectoria artística. 

Esta relación fue remitida junto con un oficio que Fernando Queipo de Llano envió a el infante D. Carlos Jefe Principal de la Real Academia de San Fernando, el 28 de abril de 1818, con motivo de la próxima iniciación de los estudios de niñas; en este oficio en el que remite también, para su sanción, los estatutos que ha elaborado; dado que se había determinado que una Junta de Damas Académicas presidida por la Infanta Mª Francisca de Asís, se hiciera cargo de la supervisión y control de los estudios de niñas, le envía esta relación de Académicas de Honor y/o Mérito para que determine, entre ellas, con las que se puede contar, por encontrarse en Madrid, al efecto y en caso de ser necesario le sugiere la posibilidad de nombrar alguna más para que pudieran asumir las tareas que les habían sido encomendadas:

«[…] y será preciso ademas que se digne elegir seis u ocho Académicas de Honor entre las señoras de talento de la corte,  aunque no sepan dibujar como sucede a muchos de los Académicos de Honor, para que haya suficiente número que desempeñen los empleos de Estatutos, á saber: de Presidenta, Vice Presidenta; Secretaria y Vice Secretaria y otras que asistan de celadoras á los estudios con lo demas que se ofrezca»

El 9 de Julio de 1818 Fernando Queipo de Llano da cuenta a Pedro Franco, de que debiendo formarse la Junta de Gobierno del nuevo establecimiento de Escuelas de Dibujo de niñas en los estudios de La Merced y Fuencarral, deben ser advertidas del hecho las Damas designadas por la infanta Mª Francisca de Asís, Jefa Principal de establecimiento, da en el oficio una relación de todas ellas, entre las que figuran como Presidenta Duquesa de Benavente, Vice Presidenta Condesa de Villavierzo, Isabel Parreño y Arce como Secretaria y la Marquesa de Montalvo para Vice Secretaria.

La pregunta es ¿Qué significado tenía, realmente, su admisión como miembros de la Academia?, ¿Realizaban las mismas actividades que los académicos varones o por el contrario, sus títulos eran meramente honoríficos? Pudiendo entonces ser considerados mero objetos de adorno.

El número de mujeres académicas españolas, también, era escaso, la relación citada,  existente en los archivos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de abril de 1818, contiene los nombres de 26 de ellas, la primera de la lista la Exma. Srª. Princesa de Listenois, figura como Académica de Mérito desde julio de 1788, la última la Exma. Srª Duquesa de la Roca como académica de Honor y Mérito en 1818. De las 26 relacionadas al menos 8 tienen algún título o están relacionadas con alguna familia aristocrática. Sólo en una de ellas, Mª del Carmen Sainz, admitida en 1816 como académica de Honor consta expresamente que se trata de una profesora.

La posibilidades de entrada de la mujer en la Academia estaban condicionadas previamente, pues a cuestión que realmente perjudicaba sus posibilidades era su imposibilidad de acceder al aprendizaje artístico en igualdad de condiciones con el varón, si sus estudios no estaban equiparados difícilmente podría llegar a la perfección artística requerida para conseguir un acceso a la Academia que supusiera asumir el resto de cometidos y funciones de los académicos varones. Las diferencias, por tanto, siguieron siendo insalvables durante años.

Hemos visto ya algunos ejemplos de admisión de Académicas de Honor y Mérito a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; y no debemos dejar de comentar que comparativamente el número de académicas es mayor en nuestro país que en los otros casos tratados de Inglaterra o Francia, lo que no deja de ser, en cierto modo, paradójico, si tenemos en cuenta que en estos países los movimientos feministas fueron cronológicamente más tempranos, y más beligerantes, que en España. Según esto no es lógico que este tipo de  Instituciones en España fueran más abiertas y tolerantes en este asunto. Sólo si consideramos el escaso significado que, realmente, tenía ser admitida en la Academia española, tiene explicación esta circunstancia.

La admisión en igualdad de condiciones llegó, para la mujer, cuando los estudios artísticos ya no eran patrimonio de la Academia.

Estamos tratando el caso de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero cabe señalar a este respecto que la situación es similar, sino peor, en otras Reales Academias españolas como la de la Lengua; no consiguió entrar Gertrudis Gómez de Avellaneda en 1853 y cuando, en 1889 comenzó a sonar otro nombre de mujer como posible académica, publicó en la España Moderna, un artículo bajo el título Las mujeres en la Academia en el que plasmaba comentaba los pormenores de su caso. Lo mismo volvió a ocurrir en 1889 con Emilia Pardo Bazán quien  planteará el suyo en La cuestión Académica  y otros escritos que se publicaron en la prensa de época plasmando las diferentes opiniones al respecto.

Emilia Pardo Bazán defenderá su candidatura a la Academia, no sólo como una cuestión personal sino planteando la cuestión como algo general, que conlleva el reconocimiento de la capacidad de la mujer como individuo y en igualdad de condiciones respecto al varón. Será criticada por ello, aduciendo incluso, que para alegaba fines altruistas y generales como la igualdad de la mujer, para fines particulares. En estos textos comentaba que la mujer ya había sido admitida en otras Academias españolas, citaba a la de Bellas Artes de San Fernando y la de la Historia como ejemplos de ellos. Como caso más negativo citaba a la Academia de Ciencias Morales y Políticas donde se le negaba el acceso a Concepción Arenal.

Por tanto la cuestión de la admisión de la mujer en las Academias fue un tema controvertido y polémico, debatido por la prensa y la opinión pública durante el siglo pasado y aún, hoy, cabría preguntarse, qué avances se han conseguido en este punto. Pues si bien es cierto que, la mujer, una vez admitida en las Academias sus funciones están equipadas a las de cualquier académico varón, aun queda por dilucidar si esto sucede, también, respecto a la admisión. Ya que la actualidad, si bien, siempre es noticia la elección de un miembro de la Academia cuando el nombramiento recae sobre una mujer la noticia, debido a la rareza del hecho, pasa a primera plana.

BIBLIOGRAFÍA

Archivo Rafasf.  Legajos 40-4/1; 33-16/1

Chadwick, Whitney. Mujer, arte y sociedad. Ed. Destino. Madrid. 1992

Harris, A y Nochlin, L. Women Artists. 1500-1950. Los Ángeles. 1978

Pardo Bazán, Emilia. La mujer española y otros escritos. Ed. Cátedra. Madrid. 1999

ESCRITORAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XIX. VI

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      La propia Carolina de Soto y Corro le envía a Faustina Sáez de Melgar el 8 de julio de 1881, desde Jérez de la Frontera una carata en la que le incluye información sobre algunas de sus obras y actividades para que las inserte en <Las Mujeres Españolas, Americanas y Lusitanas, pintadas por sí mismas>, de la que esta última es directora literaria. Además un escritor jerezano amigo de Carolina, Fernando Lavalle, había escribo en abril aportando valiosos datos para que la semblanza de la directora de <Asta Regia> quedara completa.
Carolina de Soto y Corro (1854-)

«En cuanto a la biografía mia, ya que quiere favorecerme comentándola, escoja lo que la parezca de los siguientes detalles.

Una Leyenda caballeresca de la Conquista de Cadiz, premiada en aquella ciudad, con una colección de <Autores Españoles>, en un Certamen dado por la Asociacion de Escritores y Artistas.

Una colección de poesia premiada con Mención honorífica en la Exposicion Regional de Cadiz en 1879./

La Revista «Asta Regia» la fundé el 26 de enero de 1880, en compañía de mi ilustrado amigo el joven poeta y distinguido letrado D. Fernando de Lavalle y con ayuda de varios jóvenes escritores.

La mayoria de mis trabajos son en verso; entre ellos puede citar: La Caridad, Bendito el que hace bien, El  preludio, La oveja perdida, Sueño de Gloria, No es el oro..!, La noticia del pastor, Historia de ingenio, A una nube y Dios te lo pague, dedicada aun amigo.

He leido muchas en veladas literarias, tengo escritas algunas comedias inéditas, pero en la primera ocasión pienso poner en escena una titulada El amor de una prosista.

Algunos artículos en prosa, y últimamente un discurso en la Academia de Buenas Letras de Cadiz en contestación al de la escritora Dña. Josefa Pujol de Collado al recibirse de Académica.

Le envio los adjuntos trabajos poco conocidos, por si gusta utilizarlos para el libro de las escritoras. Su afma. amiga que la quiere y admira.»

         Por su parte Fernando de Lavalle le escribe en abril de 1881 indicándole lo siguiente sobre las actividades de Carolina Soto y Corro:

«Carolina de Soto y Corro, Insigne poetisa andaluza, Directora de «Asta Regia».

Dos cosas extraordinarias sobresalen en jerez: Carolina de Soto y Corro y los vinos asombrosos de sus bodegas.  Aquellos terrenos que producen el licor de los dioses del Olimpo, no pueden vivir sin una musa que los cante. Carolina es tan popular como modesta, tan buena hija como tierna hermana y tan severa cristiana que ella sola confunde en Andalucía la virtud de Santa Teresa con los suaves arranques de Vierge du Midí.

Ostenta la joven poetisa el verdor de sus juveniles años, y el fuego de aquel sol que quema, luce en sus ojos azules como si se abraza tras de los picos nevados de la serranía de Ronda; su cabellera rubia cae en sus espaldas como manto de oro y arrastra, á pensar de su noble estatura, por el suelo, formando una masa de apretadas ondas, que son envidia de la Bética esplendorosa. Anida en su corazon la humildad y el estudio tan apegados á la elegancia de porte, que los mas ascéticos hacen la paz con el lujo bien entendido  y ella, sin darse cuenta, va admirando; mas no hay que decírselo porque una lisonja la ofende tanto como un insulto.

Nació en Sevilla en el 1854 y pronto llegó á Jerez en donde una brillante educación, los sanos consejos de su noble padre y los tiernos principios religiosos de su santa madre, la señora Dª Mª de los Dolores Gonzalez, despertaron y ayudaron al poderoso genio de la directora de «Asta Regia».

Camina con paso lento por la senda espinosa del literato en Andalucía, cuando el asombro que iba produciendo su originalidad é inspiración fecundas, hizo que los hombres eminentes de este suelo privilegiado, acudieran con la sed de conocerla y con el afan de serle útiles.

Se vio entonces crecer en conocimientos a la musa jerezana y algun tiempo después sostener con admirable constancia su «Asta Regia», periódico único en su clase, en la comarca que baña el Betis.

Es Carolina correspondiente de muchas academias; a conseguido en todos los certámenes andaluces los primeros premios, y desde el pobre á el opulento y desde el particular que la ensalza hasta los Prelados que se esmeran en bendecirla, vá recogiendo, sin darse cuenta, raudales de afecto que jamás se olvidan.

Brilla la hermosa joven por la dulzura del estilo y la ternura de sus pensamientos, describiéndose con un conocimiento profundo de sí misma, exclama:                                

                        No temo al mundo

                        Si á sus flaquezas

                        Ni á sus envidias

                        Sí á sus miserias

                        Soy como el ave

                        Que rauda vuela;

                        Voy á la altura,

                        Vuelvo á la tierra

                        Miro las  flores

                        Salto contenta

                        Vivo tranquila

                        Y tanto tierna.

           

            Y, en eecto, á nada teme la simpática joven, por que uniendo á sus méritos un valor heroico, está segura de que nadie la interrumpirá en las alegres manifestaciones de su corazón puro. Veasele Safo, pro Safo cristiana, robusta en el estilo, sonora en la versificación, insinuante en los pensamientos que oculta.          

                                   Pasan las horas y el pesar no acaba,

                                   Todo en tinieblas y en silencio sigue,

                                   ¡Ay! Que tambien en mi doliente pecho

                                               Es media noche.           

¿Quién no recuerda en este trozo a la poetisa amante de Phaon? ¿Quién no vé tambien á la joven cristiana?.

Sería largo, muy largo, escribir las impresiones que causan sus versos, porque habrían de copiarse todos.

La bella sevillana guarda aun un misterio para los ardientes andaluces; nadie sabe á quien ama, ni si ama. Ya se le contempla severa y profunda con el sabio Arbolé, el gran predicador de la Basílica Hispalense, ya expansiva con sus amigas las poetisas de Biedma, Martinez de la Costa, Gutiérrez del Valle y Landeras y otras que la solicitan y la halagan; ya alegre con su corte , en donde estan descollando figuras como Diaz de Escovar, de Málaga; Mas y Prat y Bejarano de Sevilla, Ibáñez, Castro y Faustina Diaz, de Cadiz y Escudero, Ponce de Leon, Cayuela y Velarde, de la ciudad que se estremece de placer al poseerla.

Qué se estará formando tras esa mente blanca como la nieve, es el enigma que a todos reserva; pero muy hermoso debe ser lo que se guarde entre el oro y la nacar.

Cuando se contempla su energía varonil se comprende la poderosa resolución de su carácter.

Ella ha sabido hacer suya la ciencia y esclavizar á los hombres.

¿Quién duda que tambien esclavizará el númen y lo atará á sus pies?

Historia de la mujer. Artemisa de Caria

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        El historiador Antonio Pirala realiza, en esta ocasión, un artículo para la Sección Historia de la Mujer de la revista <El correo de la Moda>, que fue publicado el 24 de mayo de 1853. El tema es, nuevamente, una mujer destacada de la Antigüedad: Artimisa, tirana de la satrapía de Caria. Perteneciente a la dinastía Hecatómnida, que gobernó a principios del siglo IV a. C.; participó en la batalla de Salamina, al lado de los persas, liderando cinco naves ante el asombro de la armada griega. Contrajo matrimonio con su hermano Mausolo y, a la muerte de éste, construyó, para honrarle, el famoso Mausoleo de Halicarnaso.  Respetamos la ortografía original.
Artemisa de Caria

Mas de cuatrocientos ochenta años antes de la venida de Jesucristo reinaba en la Caria la famosa Artemisa, hija de Ligdamia.

Así como Safo se distinguió por la ternura, y brilló su génio mecido por las suaves y pacíficas auras de la poesía, Artemisa, sin ser menos tierna, fue de carácter mas fuerte, y su talento, ya que no fue inspirado por Apolo, fue guiado por Belona.

En la hija de Mitelene vemos retratada su época, la sociedad que la rodeaba; en la heroína de la Caria vemos personificadas las costumbres de su tiempo, y distinguiéndose ella en lo que mas se distinguía el hombre entonces, en la guerra.

Aliada Artemisa con los Persas, acompaño al famoso Jerjes, y ella misma guiaba el ejército auxiliar. Marchan á combatir á los griegos, y al prepararse la célebre batalla de Salamina, Jerjes reunió á los principales jefes de su ejército y armada para decidir si convenia batir al enemigo ó estar á la defensiva. Los reyes de Chipre, Tiro, Sidon y Cilicia opinaban por dar la batalla sin perder un momento; pero Artemisa se opuso cuerda á tal precipitación, y al llegarla el uso de la palabra en el Consejo, dirigiéndose á Jerjes, dijo: <La marina griega es muy superior á la nuestra; y una batalla desgraciada comprometeria el éxito de la guerra. Eres dueño de Atenas, y muy pronto lo serás de la Grecia entera, si sabes esperar, porque la armada enemiga no puede renovar sus víveres en Salamina. Mandemos algunos bajeles á las aguas del Peloponeso: cada uno de los jefes griegos temerá por la suerte de sus ciudades, y volverán bien pronto á ellas: desecha así la confederación, nada nos opondrá resistencia.>

La historia ha demostrado lo prudente del consejo de aquella mujer, mas previsora y mas política que todas aquellas varoniles celebridades guerreras y políticas, que se decidieron por la guerra, combatiendo esta opinión de Artemisa hasta el último momento; mas cuando ya no podia hacerlas que conformarse, se aprestó á cumplir como valiente colocándose animosa en su puesto.

Fuese por traicion, o por otra causa, las predicciones de Artemisa se realizaron; los persas perdieron la batalla.

Algunos de los que con mas ardor sostuvieron que se diera, fueron de los primeros á huir; y Artemisa que se opuso, continuó peleando con heroísmo, aun después que la victoria se declaró por los griegos.

Perseguida muy de cerca por varios bajeles atenienses, y próxima á caer en s poder, su feliz imaginación le sugirió un pensamiento salvador, una estratagema digna del mas grande capitan, una astucia propia de la pródiga invectiva de la mujer.

Cerca de su navío bogaba uno persa, que mandaba su enemigo Domasitino. Artemisa enarboló la bandera de Esparta, acometió al bajel persa, y lo echó á pique; los atenienses que presenciaron aquel choque, creyeron que era de su partido y cesaron de perseguirla. Así se salvó.

Jerjes, que contempló desde lo alto de una montaña la derrota de su armada, y los heróicos esfuerzos de Artemisa, esclamó lleno de amargura y de entusiasmo: ¡En la batalla los hombres se han portado como mujeres y las mujeres como hombres!

¡Magnífico elogio para el sexo! ¡Terrible sarcasmo para el hombre!

Y tanto irritó al ateniense verse postergado por una mujer, que se declaró su enemigo, y prometió una crecida suma de dinero á cualquiera que la entregase viva; pero no era la reina Artemisa mujer que se dejára vencer tan fácilmente, y á quien faltára la suficiente habilidad para burlar tales persecuciones, que despreció dignamente.

Y no solo despreció, sino que poco después se apoderó por sorpresa de la ciudad de Latmo, penetrando en ella bajo el pretexto de adorar á la madre de los dioses.

Pero aquella mujer, fuerte en los combates, valiente con los enemigos, heróica en la desgracia, é invencible donde pudiera luchar, no supo, ó no pudo vencer una pasion que concibió frenética por el jóven Dárdano.

Sin nada que justificára en ella aquella pasion repentina, pues solo se dejó llevar de la efímera hermosura del jóven de Abydos, halló en ella el castigo de su culpa, como le suelen hallar esas pasiones imprudentes, esos amores basados en una apariencia loca; fuegos del corazon que apagan la llama de la inteligencia.

El jóven la desdeñó; é irritada de aquel ultraje hecho á su amor y á su orgullo, llegó á sacar los ojos a Dárdano, y á precipitarse ella al mar desde la roca de Leucades, siguiendo a Safo, como la seguian todos los amantes desgraciados.

Aquella vida de heroísmo, de gloria, fue empañada en un momento por un estravío de los sentidos: tambien una vida de virtud y de honor muere en un instante por una pasion imprudente, por un amor á una figura hermosa, que carece por lo general de una inteligencia elevada, de un corazon ardiente, y de un alma apasionada. Bellas estatuas para ser contempladas.

Otra Artemisa, la reina de Halicarnaso, brilla en la historia; pero pertenece á otra época, y ya nos ocuparemos de ella, porque fue el modelo del amor conyugal: bien es verdad, que no hay virtudes de las que no se pueda presentar á una mujer como modelo.

 

GLORIA MELGAR (1859-1938). XI. Por Virginia Segui

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La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Su fundación tiene una finalidad clara: crear un órgano facultativo del que puedan emanar directrices en los diferentes aspectos del arte, lo que significa, a la vez, un control del arte y de los artistas. Asumiendo tareas educativas en aulas abiertas para formar artistas, algunos de ellos se convertirán en la élite; dada la capacidad limitada de sus aulas y por tanto la imposibilidad de impartir directamente educación artística a todos y cada uno de los ciudadanos que lo solicite, será necesaria la existencia de escuelas provinciales, que colaboren en la educación artística de la juventud,;en ellas se formaran los jóvenes de la zona, seleccionado entre ellos los que tengan mejores cualidades para la práctica de las Bellas Artes, que serán premiados con una pensión que les permitirá ampliar estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, o incluso en el extranjero, Roma o París.

Los orígenes de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se relacionan  con <la restauración y el desarrollo de las Bellas Artes y se afirma que fue establecida para fomentarlas y devolverles la lozanía y galanura de sus mejores días>, el interés por crear este tipo de establecimientos desde el momento en que los Borbones ocupan el trono español es evidente y forma parte de la lucha que se establece, desde el propio gobierno, en contra la estructura gremial; era necesario crear  un órgano facultativo del que pudieran emanar directrices en los diferentes aspectos del arte lo que, a la larga, significaría obtener el control del arte y de los artistas. Parece que, al principio, había otros asuntos más importantes que atender que impidieron su creación, pero era una aspiración que compartían gobernantes y artistas ilustrados.

En el ánimo del arquitecto Juan de Villanueva  estuvo el pensamiento de fundar este tipo de establecimiento en Madrid en un intento de reanimar el desaliento que existía en las Artes, las Letras, la Industria y el Comercio. El sistema mediante el que se pretendía reanimar la Pintura y la Escultura no era otro que crear una institución que organice la enseñanza artística. Superado el proceso bélico, otro artista, el miniaturista Francisco Antonio Menéndez, se interesará también por esta empresa y en 1726 expone al gobierno la necesidad de que Madrid, a semejanza de otras ciudades importantes como Roma, Florencia o París; cuente con un establecimiento que facilite a los ciudadanos una sólida enseñanza artística de la que hasta ahora carecen. No obstante todavía no había llegado el momento oportuno de fundarla, seguía habiendo asuntos más urgentes que atender. El escultor Juan Domingo Olivieri retomó el tema y supo aprovechar momentos de mayor desahogo económico consiguiendo del gobierno la creación de una Junta preparatoria precursora de la Academia, poco después se aprobaban los estatutos y el sistema de enseñanza. La enseñanza artística comienza ya en estos momentos, desde la propia Junta. 

Aunque al parecer los primeros estatutos tienen deficiencias, ya que sus creadores no dejan claras las competencias y organización de la Academia y la escuela dependiente de ésta, lo que provoca cierta confusión. Las escuelas que se organizan parecen más privadas que públicas, los profesores aún no asumían las características especiales que requería la enseñanza desde una Academia de Bellas Artes.

En los primeros momentos las dificultades económicas impidieron que las enseñanzas tuvieran la extensión que hubiera sido deseable dada la categoría del establecimiento. A pesar de que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se crea en 1752, las enseñanzas se establecen con anterioridad, pues hay constancia de que en 1745 ya se impartían clases y de que en julio del mismo año se obtuvo, para establecer sus dependencias, la Real Casa de la Panadería. En estos nuevos locales se replantearon las clases que se consideraron necesarias distribuyéndolas como mejor permitió el edificio. Las enseñanzas que se impartían estaban incompletas, faltando asignaturas importantes; también, había dificultades con los modelos e instrumentos necesarios, libros de texto, etc. Y los estudios de Arquitectura no estaban, todavía, bien definidos. Todo esto se achaca a:

«Escasa la experiencia, y nunca destinados los profesores á la enseñanza elemental como un establecimiento público la requiere, tampoco se ordenaron los cursos académicos de la manera más oportuna, y aun las clases abiertas al público se limitaron á una tentativa emprendida sino con desaliento, á lo menos sin toda la resolución que pudiera asegurar su buen éxito».

Respecto a las enseñanzas artísticas impartidas por la Academia hasta la reforma del Plan de Estudios de 1819, cabría decir que eran bastante limitadas, reduciéndose casi exclusivamente al aprendizaje del dibujo del cuerpo humano, las técnicas de pintura y escultura seguían aprendiéndose en el taller del maestro, en cierta manera esto supone todavía, la pervivencia del antiguo sistema gremial. Los estudios se estructuran en niveles, sin periodicidad determinada.

Se comenzaba el aprendizaje por la Sala de Principios, ésta a su vez estaba dividida en otras: Principios y Extremos, ésta era a la que se entraba cuando se comenzaban los estudios con muy poca preparación, debido a esto, estaba muy masificada; cuando el profesor creía que el alumno había adquirido la madurez suficiente en el tema, pasaba a la sala siguiente: la Sala de Cabezas, donde volvía a comenzar el proceso, finalmente se pasaba a la Sala de Figuras. La enseñanza en estas clases estaba impartida por los Tenientes Directores y ayudantes nombrados al efecto.

El enfrentamiento con el natural no llegaba hasta que el alumno no accedía la Sala del Yeso, en ella habría que enfrentarse a la propia interpretación de la realidad, sin traducciones intermedias.

La Sala del Natural era el máximo nivel a que se podía llegar, y lo hacía un número muy escaso de alumnos, el tiempo de permanencia en ella podía ser de varios años, estaba dirigida por los Directores. Los alumnos copiaban del natural: modelos varones vivos.

Durante el siglo XVIII, la docencia artística estuvo basada en: «[…] muchos y buenos modelos de las estatuas antiguas; libros de los autores más clásicos, que derechamente tratan y dan reglas de nuestras artes; maestros que enseñen estas reglas, y premios para animar a la Juventud.»

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando  no tenía capacidad para asumir las enseñanzas artísticas a nivel estatal, por lo tanto era necesaria algún tipo de organización que supliera esta deficiencia, de este modo se habían ido creando, en las diferentes provincias, muchas de estas escuelas artísticas en su mayoría por iniciativa de las diferentes Sociedades Económicas de Amigos del País, esto determinará que, en cierta manera, vayan desarrollándose y creciendo de manera desigual, sin criterios comunes, cada una en la medida de sus posibilidades y necesidades; varias de ellas llegarán a tener pretensiones de convertirse también en Reales Academias, algunas lo conseguirán, entrando así en competencia con la de San Fernando. La de San Fernando procurará asegurarse su preeminencia y salvaguardar sus intereses restringiendo, lo más posible, estas pretensiones y a principios del siglo XIX, conseguirá que se tomen medidas, mediante la publicación de la normativa correspondiente, para controlar la proliferación de este tipo de iniciativas y evitar que la situación se repita.

Una Real Orden 31 de enero de 1816, determinará la dependencia de las Escuelas de dibujo provinciales de la Real Academia de San Fernando, en abril del mismo año se creará una comisión que presidida por el Duque del Parque, estudiará las condiciones que deben cumplir las escuelas de dibujo provinciales de nueva creación. Esta Comisión emite un informe contestando a varias preguntas formuladas por una de las Juntas Ordinarias de la Academia. Establece; primero que, mientras que las Escuelas de Nobles Artes que aspiren a Academias no demuestren sus adelantamientos y tengan dotación suficiente para mantener las obligaciones que esto conlleva, no debe haber más Academias que las cuatro existentes, de: Madrid, Valencia, Zaragoza y Valladolid.

El segundo punto establece que las nuevas escuelas de Dibujo deben depender directamente de las Sociedades respectivas, según la R. Orden de 31 de enero de 1816, pues así quedará asegurado que su establecimiento se hará en los pueblos y lugares que más convenga a la industria además de ser más permanentes que si erigen por subscripciones arbitrarias o a cargo de particulares reunidos accidentalmente como sucede con el caso de Logroño. Se asegurará, también, así las buenas relaciones entre las Escuelas y la Academia, lo que redundará en su buen funcionamiento, ya que habrá consenso en cuanto a planes de estudio, profesorado, dotaciones, etc. Para la parte artística las Reales Sociedades, cuando tengan asignados al menos 20 reales anuales, deben dirigirse a la Real Academia de San Fernando, para que ésta les asista en lo necesario. Determinando que la asistencia de la Academia no puede, por su naturaleza, extenderse más que a la parte facultativa: prescribiendo el método de estudios, aprobando los dibujos y modelos de la escuela, proporcionando los mejores profesores, examinando los estatutos o reglamentos con que hayan de gobernarse, etc.; pero no le incumbe mezclarse en el señalamiento de arbitrios ni cuestiones de orden económico.

De esta manera la Academia de San Fernando consigue una situación de preponderancia respecto al resto de Academias y Escuelas, controlando el nivel de enseñanza artística que en ellas se imparte.

Y como ya hemos visto establece en sus propios locales las enseñanzas artísticas, con dos objetivos básicos, las enseñanzas van encaminadas en dos sentidos, por un lado se trata de seleccionar, de entre los jóvenes asistentes a las diferentes clases, a los mejor dotados para la práctica artística, a estos se les ira premiando, concediendo pensiones para que estudien en el extranjero, etc., una vez perfectamente formados en sus disciplinas se les nombrará académicos y asumirán también labores docentes y serán la élite artística del país. Pero a las aulas de la Academia también asistían una serie de jóvenes cuya intención era, mas modesta, se trataba de conseguir una formación artística que les permita desempeñar un oficio o profesión ya fuera individualmente o mediante la incorporación a las distintas fábricas que se estaban fundando.

La Academia había organizado, en principio, todas las enseñanzas en los locales de la Real Academia de Bellas, existiendo horarios nocturnos que favorecían  la asistencia, a ellas, de los artesanos y aprendices. Se tiene constancia de que en un momento dado, a principios del s. XIX, comienzan  a surgir problemas con estas clases ya que, al parecer, había altercados entre los jóvenes, tanto en las aulas y patios de la propia Academia como en las calles adyacentes; un informe de Pedro Franco establece una de las causas de estos incidentes es el horario de clases, ello obliga a estudiar el asunto, la comisión encargada del caso establece la necesidad 1º) de modificar los horarios, impartiéndose desde entonces por la mañana; y 2º) de trasladar las escuelas a otros locales, ampliando, además,  su número de manera que <repartidos por diferentes parages de Madrid> solucionen la acumulación de jóvenes alumnos en un mismo lugar

El principal problema que se plantea es de orden económico, pues la Academia no posee los fondos necesarios para sufragar los gastos que el establecimiento de estas escuelas supondría. Finalmente el Infante D. Carlos se ofrece a sufragar de su bolsillo los gastos de una de ellas, concretamente las que se establecería en el antiguo convento de la Merced y la Academia correrá con los gastos de la que se situará en la calle Fuencarral. Al mismo tiempo que se trasladan las clases de ubicación se modifican los horarios, poniéndolos a partir de ahora desde las 6 a las 8 de la mañana, horario adecuado a los calores del verano, que permitirá acudir a los jóvenes a sus trabajos si los tuvieren y evitará altercados.

Los locales que se habilitan como escuela de las Nobles artes en la calle Fuencarral no se abren hasta febrero de 1818, el anuncio que se hizo público informando del comienzo de las clases es del 17 de diciembre de 1817, y esta redactado en los siguientes términos:

«La Rl. Academia de Sn. Fernando abre al publico es estudio de la calle Fuencarral desde el dia 2 de enero del año proximo. No solo se daran en el desde las 11 á  la 1 del dia y en las dos primeras horas de la noche, las lecciones y estudio de la aritmetica y geometria de dibujantes, los principios de dibujo hasta la figura, la Perspectiva y el Adorno, sino tambien en las noches la geometria practica para los artesanos. Ademas de la enseñanza del adorno a los discipulos matriculados, tan util para la perfeccion de todas las artes y oficios, habrá una Coleccion de Estampas y Diseños de buen gusto para que los maestros plateros, ceramistas y demas que deseen o necesiten tomar algunas ideas o modelos para las obras que tengan que executar, puedan concurrir a verlas, examinarlas y tomas sus apuntes á fin de que la industria nacional consiga por este medio toda la perfeccion de que es capaz cuando va dirigida por el estudio de las nobles artes» Fdo. Martin Fernz. De Navarrete.»

Un escrito de Custodio Moreno de noviembre de 1818 da cuenta a Martín Fernández de Navarrete  de que se han matriculado para el próximo curso un total de 864 discípulos repartidos entre los diferentes turnos de día y noche.

El mismo legajo contiene los contratos de inquilinato y las cuentas de pago de las rentas anuales, hasta julio de 1824. Aunque desde 1823 ante las continuas rebajas que está sufriendo la asignación general de la Academia, ésta se ve en la necesidad buscar soluciones que le permitan mantener abiertas las escuelas, por ello entra en conversaciones con el Ayuntamiento Constitucional solicitando que éste sufrague los gastos de profesorado e inquilinato de las mismas, además de los locales de La Merced, Fuencarral y otros, que dedicados a la litografía, se han establecido en la calle del Turco. También se menciona en este oficio de 22 de julio de 1823  el de  Fuencarral incluye ambos sexos, existiendo dos ayudantas, y dos vigilantes.

En principio estas enseñanzas comprendían las tres Nobles Artes; respecto a las enseñanzas del grabado sabemos que, al parecer, la Real Academia de San Fernando asume pronto la necesidad de su difusión y pese a que, sus primeros estatutos no lo mencionan, desde su fundación, el 12 de abril de 1752, se nombra Director de Grabado en Dulce a Juan Bernabé Palomino, quien, al parecer, impartía las clases en su propio taller; Palomino desempeñó el cargo hasta 1777. La enseñanza de este arte en las aulas de la Academia fue complicada por la falta de espacio, según se desprende del informe que en 1753 emitió y presentó al Rey la Junta de la Academia:

«[… ] <era evidente la necesidad de promover el estudio de este Arte> para la que ya existían los profesores, <pero que no pudiéndose practicar las lecciones de Grabado en las horas de la noche, en las cuales franquea la Academia las de las tres Artes, solicitaba se establecieran seis plazas, cada una dotada con 150 ducados anuales, ya que eran <muchos los pobres y jóvenes que por necesitar adquirir con el trabajo del día su alimento, no pueden aplicarse a estudiar la del grabado>.»

Las enseñanzas del grabado no estuvieron incluidas hasta los estatutos de 1757, en ellos ya se contempla la existencia dos Directores encargados de su enseñanza, se deduce también que sus clases estaban establecidas en los locales de la Academia, pues los estatutos indican que estos dos Directores deberán encargarse también de: «[…] cuidar de que los alumnos asistan todas las noches a los estudios de la Academia, y que presenten a fin de cada mes obras ó labores en que se exerciten informando a la Junta Ordinaria del adelantamiento, atraso o inaplicación que notaran en sus discípulos […].»

A los premios ya existentes de las disciplinas que se impartían se añaden ahora las pensiones de los estudios de Grabado y pronto se verá la necesidad de crear un premio extraordinario de grabado para equipararlo al estudio de las tres Nobles Artes.

En 1777, a la muerte de Palomino, Manuel Salvador Carmona, antiguo alumno y pensionado en París es nombrado Director de Grabado. En una carta a, de 1778, dirigida a Antonio Ponz explica sus métodos de enseñanza; el proceso tiene tres fases fundamentales, la primera de ellas es el aprendizaje de la técnica del dibujo, cuando esta fase esta completada y se dibuja con soltura se considera que el alumno esta preparado para pasar a la segunda fase que consiste en: copiar las obras de grabadores destacados como: Edelinck, Drevet, Nanteuil, Audran y Mason. La creación propia o tercera fase llegará cuando se domine la copia  de los maestros a la perfección. Aconseja también a los alumnos el uso de manuales especializados, citando expresamente el de A Bosse, traducido al español en 1761 por Manuel Rueda.

Cuando Bernardo de Iriarte fue nombrado Viceprotector de la Academia en marzo de 1792, se produce una reorganización de los estudios generales y Manuel Salvador Carmona redacta un informe solicitando, a la Academia, la necesidad de exponer en una sala de la Institución obras maestras del grabado, de manera que los principiantes puedan ver buenos modelos, además de reiterar la necesidad de que los alumnos estudien con el manual traducido por Rueda.

No obstante, hay constancia de que a principios de siglo, ni los profesores ni los alumnos de grabado están conformes con la enseñanza que, de esta disciplina, se imparte en la Academia; al menos, esto es lo que pone de manifiesto un informe que, sobre el tema, emite el Marqués de Espeja, en 1803, en el que podemos leer:

«Los profesores han tomado la costumbre de formar a sus alumnos en sus talleres. La Academia no estaba al corriente de la evolución de esta disciplina, no veía otro remedio a esta situación que una vigilancia más estrecha ejercida por los consejeros, tanto sobre los discípulos como sobre los profesores.»

El 25 de noviembre de 1844 se aprueba el Plan de Enseñanza de las Bellas Artes, mediante este plan se crea la Escuela de Bellas Artes y, supondrá para la Academia el comienzo de la pérdida del control de las enseñanzas artísticas, ya que, en poco tiempo, quedara desligada del control Académico. Para estas fechas, mediados del siglo XIX, el Gobierno de la nación no quiere que otros organicen ninguna parcela de la educación, y dicta las normas necesarias para incorporar la enseñanza de las Bellas Artes a los Planes de Estudio generales, de esta manera, podrá asumir competencias directas sobre estas enseñanzas. A partir de ahora el profesorado de la Academia será nombrado por el Gobierno: «Todos los profesores de las artes serán nombrados por el Gobierno a propuesta de la Academia. La gracia e los honores y graduación de director no daran opción alguna a las plazas de la enseñanza, conservándose sólo los derechos adquiridos»

Los estatutos de 1846 contemplan todavía el control, que sobre la Escuela de Bellas Artes, mantiene la Academia además de reservarse el derecho de elegir a los directores de las enseñanzas; el grabado quedará incluido en la sección de pintura.

El Real decreto de 28 de agosto de 1850 que reforma el plan de estudio, contiene lugar un cambio de denominación de la Escuela de Bellas Artes que desde ahora pasará a llamarse Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado y la dependencia administrativa y académica del Ministerio de Instrucción Pública consumándose el desmenbramiento de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

En 1854 se está planteando, también, las enseñanzas artísticas para niñas, hay varios académicos que no encuentran que éstas tengan mucho sentido, ya que son pocas las que asisten a ellas y piensan que la finalidad para la que fueron creadas no ha sido lograda; en este sentido envían un informe al Ministerio de Instrucción Pública, proponiendo que dada la escasa rentabilidad que tienen estas enseñanzas se sustituyan por nuevas enseñanzas de grabado. El Ministerio asumirá la petición, y con fecha 12 de diciembre de 1854 Luis Ferrant, comunica a la Academia que la reina se ha conformado con la situación y ha tenido a bien crear tres nuevas clases de grabado: al acero, en hueco y en madera. Así pues, los avances en la enseñanza del grabado ira en detrimento de las enseñanzas artísticas de la mujer.

Las enseñanzas de la escuela sobre grabado iban dirigidas, básicamente, al aprendizaje del grabado de reproducción, su situación era, según algunos documentos, precaria; aunque por parte del Ministerio de Instrucción Pública se intenta revitalizar, por un lado iniciando la publicación de algunas ediciones librescas de calidad que excitaran a los artistas en la creación de grabados y, por otro, con la creación en 1854 de dos nuevas clases de grabado que modernizaran los métodos e innovaran las enseñanzas; se trata de la clase de grabado en acero y la de grabado en madera. Esta última nunca llegará funcionar, ya que el concurso para cubrir las plazas de profesor quedó desierto y después no se volvió a conseguir dotación económica para ella.

La ley de Instrucción Pública de 1857 (Ley Moyano) afecta a la Escuela que fue desde ahora denominada: Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado dependiendo totalmente de la Universidad, publicándose un nuevo Reglamento provisional aprobado el 7 de octubre, así como el Reglamento definitivo que será de 9 de octubre de 1861.

Esta Escuela Superior de Pintura. Escultura y Grabado, será la futura Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.

Respecto a la Arquitectura, había conseguido autonomía propia, sus enseñanzas mantendrán una dura pugna con la ingeniería, la polémica que se suscita en este siglo entre estas dos disciplinas, y la relación que dicha dicotomía tiene con la arquitectura moderna es un tema tratado por todos los estudiosos del tema.

BIBLIOGRAFÍA

Archivo Rabasf. Legajo. 25-3/1; Legajo 40-5/2; Legajo 22-12/1

Bedat, C. L’Academie des Beaux-Arts de Madrid, 1744-1808. Contribution à l’étude des influences stylistiques et de la mentalité artistique de l’Espagne du XVIIIe siècle. Toulouse. 1974

Caveda. José. Memorias para la Historia de la Real Academia de San Fernando y de las Bellas Artes en España. Imprenta Manuel Tello. Madrid. 1867

Contento Márquez, Rafael. «La formación del buen gusto. La enseñanza artística en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando» (s. XIII). En AA.VV. La formación del Buen Gusto. Facultad de BB AA de la Universidad Complutense de Madrid. Catalogo de la Exposición, 13-31 mayo. Madrid. 1996

Carrete Parrondo, Juan. La enseñanza del grabado calcográfico en Madrid. Ed. Urbis. Madrid. 1980

Estatutos de la Real Academia de San Fernando. Madrid. 1757

Historia de la Mujer – LA CAPACIDAD DE GOBIERNO

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        Introducimos en esta sección el artículo <Capacidad de las mujeres para el gobierno> firmado por Gertrudis Gómez de Avellaneda y publicado el 31 de diciembre de 1859, el que la autora planteaba a las lectoras de la revista <El Correo de la Moda> un tema pólémico ya en el siglo XIX y que, a pesar del tiempo transcurrido, mantiene parte de su actualidad en el XXI. Como siempre respetamos la ortografía original.  

CAPACIDAD DE LAS MUJERES PARA EL GOBIERNO

A pesar de las suposiciones á que puede dar lugar el epígrafe del presente artículo, no es nuestro ánimo reproducir en él la cuestión azás discutida, de si es ó no la mujer igual al hombre en sus facultades intelectuales. Nosotros, para quienes semejante cuestion no es, ni puede ser controvertible, dejamos á los profundos psicologitas el penoso trabajo de decidir si hay almas hembras y almas varones, y á los modernos frenólogos el declarar con cuantas protuberancias está marcada en el cráneo del hombre su decantada superioridad sobre el sér que siempre y forzosamente tendrá por consorte, según los decretos de la naturaleza.

Nosotros, repetimos, no intentaremos jamás la empresa peligrosa de estirpar opiniones que por absurdas que puedan parecernos, por frágil y gastada que se nos presente su base, sabemos ha podido resistir al embate de los siglos, porque está sostenida por egoismo y la fuerza material de la mitad del género humano. Las mayores y mas útiles verdades no se han proclamado nunca impunemente, cuando destruyen errores arraigados á los que presta autoridad la vejez, y no es ciertamente el mas terrible castigo que debe temer todo reformador, la burla y el sarcasmo que han sido en todo tiempo armas envenenadas de la audáz ignorancia y del astuto egoismo.

Nosotros no preguntamos con plañidero tono, á imitación de cierto moralista: -<¡Y qué! ¿el espíritu humano solo podrá perfeccionarse cuando se trata de objetos frívolos? ¿Estará condenado á perpétuo atraso en aquellos que le son mas interesantes? ¿No verémos jamás las sociedades extentas de las instituciones que las oprimen; de los usos que reprueba el buen sentido; de las preocupaciones que solo tienen en su favor la antigüedad; de las onerosas distinciones que convierten á los humanos en opresores y oprimidos, en orgullosos y viles, en grandes altaneros y esclavos prostituidos?…>

Nosotros, vuelvo á decir, no preguntamos nada, porque sabemos que lo pasado responde anticipadamente de porvenir; que ningun error es perdurable; que todo abuso lleva en sí mismo el gérmen de su destrucción inevitable.

Largo tiempo reinaron aquellas distinciones increíbles, aquellos privilegios injustos que aspiraban á eternizarse, y que lo hubieran conseguido si hubiesen logrado eternizar igualmente el embrutecimiento á que habia sido condenado la inmensa mayoria de los oprimidos, haciéndoles de este modo desconocer su fuerza. Pero aquella pretensión era absurda, porque, á semejanza del infatigable héroe de un novelista igualmente infatigable, la humanidad anda, anda, anda, sin descansar jamás.

La revolucion moral que emancipe á la mujer debe ser forzosamente mas lenta que la que sentó las ya indestructibles bases de la emanciparon del pueblo; porque en éste la mayoría era inmensa; la fuerza moral irresistible; en aquella no hay mayoría, no hay fuerza material poderosa: todo tiene que esperarlo de los progresos de la ilustración, que haga conocer a sus propios opresores cuán pesadas y vergonzosas son para ellos mismos las cadenas de ignorancia y degradación que han impuesto á unos séres á quienes, á despecho de sus leyes, los ligan y sujetan íntima y eternamente las leyes supremas de la naturaleza, que no sin misterioso y profundo designio dotó del mágico poder de la hermosura á aquella mitad de la especie humana, que por su destino especial, en el órden físico, no podia poseer la fuerza corporal de la otra.

Nosotros, pues, que dejamos al tiempo las reformas, no tenemos otro objeto al trazar estas líneas que el de distraer un instante á nuestras amables lectoras, haciendo ligera mencion de algunos hechos gloriosos al sexo, y gloriosos tambien á un siglo y á una nacion que ciertamente estaban muy distantes de nuestra actual y decantada ilustración.

En el año 1177 (según Gotiero de Sibert, que en apoyo de estos hechos cita á Plutarco) tuvo principio el consejo general femenino que gobernó por dilatado tiempo los sesenta cantones en que se dividian entonces las Gálias. La elocuencia y energia con que una dama de aquel pais habia espresado en deliberacion solemne la importancia del objeto de aquella, que era la eleccion de un jefe, dieron orígen á aquel senado de mujeres, que revestido del poder supremo fue árbitro de la paz y de la guerra, juzgando cuantas diferencias se suscitaban entre los jueces de los diversos cantones.

En el tratado que los galos celebraron con Aníbal, se estipuló que el infractor seria juzgado por el tribunal de las Damas, cuya justicia se reputaba incorruptible, y la condenación pronunciada por ellas como la mas infamante.

Los druidas fueron los sucesores de las mujeres en el gobierno de las Galias; y es digno de obeservación, según nota un erudito escritor francés de pasado siglo que aquel pueblo belicoso, siempre vencedor bajo la dominacion femenina, se hizo tributario de los romanos cuando se vió gobernado por los ministros sagrados, uno de los cuales vendio vilmente á su patria.

Veinte y tantos años después del establecimiento del senado femenino de las Galias, dieron los griegos otro ejemplo semejante, creando un tribunal compuesto de diez y seis matronas, encargado de decidir una grave cuestion de estado; habiendo justiicado tan ventajosamente las mujeres la confianza fundada en el talento y lealtad, que se mando perpetuar aquel tribunal y efectivamente subsistió largo tiempo, aunque muy menoscabadas sus atribuciones.

Al hacer relacion de estos hechos tan honoríficos para el bello sexo, no quisiéramos pasar en silencio otros grandes y numerosos ejemplos, que prueban la capacidad que en todo tiempo ha tenido para el gobierno: mas no permitiéndolo los estrechos límites de este periódico para particular mencion de tantas ilustres princesas como pudieramos citar, nos limitaremos á observar que la sorprendente revolucion comenzada en Rusia por Pedro el Grande, fue continuada y concluida por mujeres: mujeres grandes hombres como aquel mismo soberano, cuyo gloriosos cetro nada perdió en duda de su brillo al pasar sucesivamente á la mano de heróicas, que dieron á la Europa estraño espectáculo de ver cubierto el Mediterráneo, como el Océano, por buques construidos á las orillas del Vístula.

Las biografias de las mujeres célebres, es otra prueba del superior talento de las mujeres para el gobierno, y al terminar nuestro ligero artículo, no podemos menos que citar con el placer con que lo hacemos siempre que viene al caso, uno de los hermosos versos de nuestro ilustre amigo el señor Quintana: ¡Las grandes almas son los grandes hombres!

G. G. de Avellaneda

Historia de la Mujer – SEMÍRAMIS

semiramisguercino2.jpgsemiramis1.jpgguercino3.jpgsemiramisbabiloniadegas.jpg

      Insertamos en esta sección un nuevo artículo del historiador Antonio Pirala, dedicado a Semíramis, respetamos su ortografía original. Fue publicado en el número 22 fechado el 16 de junio de 1853 de la revista <El Correo de la Moda>, dentro del apartado Instrucción. Historia de la mujer.  
SEMIRAMIS

Dice una escritora, que ha sido exacta y elegante narradora de las mujeres mas célebres del mundo: para observar á la mujer en sus diferentes condiciones, recorramos el Asia; y para verla desde luego en toda su gloria, remontémonos á los tiempos maravillosos, porque están muy lejos de nosotros; detengámonos sobre las ruinas de la soberbia Babilonia. Algunas piedras dicen apenas donde estuvieron sus murallas, mas la imaginación las eleva en nuestro rededor: se vé la Torre, el Templo, los Jardines suspendidos, y en semejante ilusión de recuerdos, si una paloma viene á arrullar en estos sitios, ó la voz de una mujer a aumentar tantas maravillas, se cree hallar de nuevo aquella mujer bajo la graciosa forma en que los asirios la adoraban, ó mas bien se finje uno á la misma Semíramis, hermosa como el dia en que se presentó á su pueblo amotinado, sin diadema, sin velo, sin adornos, con los cabellos sueltos, y estendido su brazo con majestad hacia los sediciosos; se cree verla, y no causa sorpresa que renaciese la calma con su presencia. La belleza, el génio, el valor debian dar necesariamente á Semíramis un gran ascendiente sobre sus súbditos. Se sirvió de él para conducirlos á la victoria, para inspirarles afición á las ciencias, á las artes, á la filosofía; y al hacer construir aquella torre, que tanto se elevaba hacia los astros, les facilitó el estudio de la astronomía, ciencia en la que se distinguieron muy particularmente.

Pero veamos quien fué esta heroína, esta célebre reina de Asiria, contemporánea del patriarca Abraham.

Su nombre significa paloma, bajo cuya forma la adoraron como diosa los asirios y babilonios. Hija de la desgracia y del abandono, pues su madre Atara la dejó á las inmediaciones de un lago donde se guarnecian las palomas, á si misma debió su gloria.

Encontróla un pastor de ganados y la llevó á la esposa de su capataz, llamada Simia, la hizo criar; y por relacion con el sitio donde fué hallada, la nombró Semíramis.

Ya joven, era admirable por su hermosura; y al verla Memnon, gobernador de la Siria, se enamoró de ella y la hizo su esposa, amándola tanto, que al tener que ir á la guerra, y no pudiendo vivir sin Semíramis, se la llevó consigo.

Pero aquella mujer no se distinguia solo por su belleza tenía génio; y al seguir a su esposo, se acomodó un traje guerrero de su invención, que aumentaba sus atractivos; y al presentarse de tal modo ataviada en el campamento, todos la saludaron con admiración y aplauso.

Satisfecha en este punto su vanidad, queria lo estuviese tambien en alardes de valor; y en el sitio de Bactra, púsose al frente de un cuerpo de valientes asirios, y mientras los bactrianos defendían la ciudad por el sitio mas débil que era el atacado, Semíramis se dirije al lado mas difícil, escala la muralla, y lleva en pos de sí el terror y la confusión á los sitiados, que se rinden.

El nombre de Semíramis es llevado en alas de la fama: el rey Nino quiere conocer aquel prodigio de valor y de belleza, y se apasiona de ella de tal modo, que propuso á Memnon darle por esposa á su hija, la princesa Shosana, si le cedia a Semíramis. Memnon, que tambien la amaba, rehusó, pero ofende su orgullo de monarca en el desaire de su capricho; se irritó, y le hizo tales amenazas, que Memnon se suicidó. Nino se casó entonces con Semíramis, y á la muerte de aquel rey, quedó ella con el gobierno de sus Estados.

Su reinado comienza 1994 años antes de Jesucristo; y por su grandeza, por su magnificencia, por su gloria, eclipsó á los reyes sus antecesores, y la igualaron pocos en victoria, en riquezas y en poderio.

Recorrió su imperio, embelleció ciudades, construyó acueductos, abrió caminos barrenando montañas y terraplenando valles, dilató los límites de la Siria, conquistando la Arabia, el Egipto, una parte de la Etiopía y de la Libia, y toda el Asia, hasta el Indo.

A ella se debió la reedificacionn de Babilona, el ensanche de su recinto, la construcción de sus célebres jardines suspendidos, el renombrado templo de Belo, y las murallas, una de la siete maravilla del mundo.

Por ella fue Babilonia la mayor ciudad que alumbró el sol y la primera de las ciudades del mundo. ¡Y todo se debió á la mujer abandonada en su cuna, y sin otra guía que su génio!

Todo es grande en Semíramis. Belona en la guerra, Minerva en la paz, nada tiene de estraño que se la divinizára á su muerte, que se la acatára como á diosa, y se la dispensára el apoteosis divino, que si bien aumentaba su culto, no acrecia por esto su fama, ya imperecedera.

Cuéntase entre sus hechos notables, que hallándose un dia en su palacio peinándose, la avisaron que el pueblo se habia sublevado: sin acabar de peinarse, sale á la plaza, penetra por entre la muchedumbre amotinada, y su sola presencia sosiega los ánimos y calma el tumulto. Concluido todo, se volvió tranquila á concluir su adorno. En su honor, y para recuerdo de este hecho, se erigió una estatua que la representa, con la mitad del cabello trenzado y la mitad suelto.

Como lo anunció el oráculo, conspiró contra ella su hijo Ninias, y en vez de castigar a los culpables abdicó el poder, y se ocultó á la vista de los hombres.

Entonces se la erigieron templos, se la levantaron altares, y la cantaron los poetas: la escultura, el pincel, la música, la poesía, todo contribuyó entonces y contribuye aun á perpetuar la memoria de tan celebre mujer, cuyo nombre vivirá lo que el mundo.

Atenea diosa de la sabiduría y de la guerra. I. Por Virginia Seguí

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El nacimiento de Atenea, al igual que el de Afrodita, presenta diferentes versiones justificadas, en parte, por cuestiones de género, lo que tampoco es una novedad y para adaptarlas al dominio patriarcal con que se organizó la mitología griega.

Según una tradición pelágica Atenea nació en Libia, a orillas del lago Tritonis, allí fue encontrada por las tres ninfas de Libia que se cubren con pieles de cabra criándose entre ellas y convirtiéndose en una ninfa más. Después llegaría a Grecia, a través de Creta, instalándose en Beocia junto al río Tritón y convirtiéndose en la patrona de Atenas.

Platón la identifica con la diosa Libia Neith, de paternidad desconocida a la que se adoraba en Saïs. La tradición cuenta que las jóvenes de la zona que querían adquirir el rango de sacerdotisas de la diosa debían librar un combate armado.

Herodoto recoge esta tradición y el relato sobre la diosa se adapta a ella para presentarnos a Atenea de niña combatiendo contra su hermana adoptiva Palas y matándola por error. El dolor que esta muerte le produjo hizo que desde entonces antepusiera a su propio nombre el de Palas, en recuerdo de su hermana, pasando a ser conocida como Palas Atenea.

Este relato debió ser reelaborado y adaptado a los intereses griegos y a la subordinación de la diosa Atenea al padre de los dioses Zeus, para ellos la diosa debía pasar a ser hija de Zeus y condicionar sus atributos y acciones a la supremacía de un dios masculino, el crónida Zeus; de manera que reelaboran la historia para presentar a una Atenea, nacida de Zeus y criada por el dios fluvial Tritón, que mató por accidente a su hermana adoptiva Palas, hija de Tritón; siendo la intervención de su padre, Zeus, decisiva para salvar su vida ya que utilizó su égida para distraer a Palas cuando ésta se disponía dar un golpe decisivo a Atenea. Todo esto aún cuando, según las fuentes, la égida o zurrón mágico de piel de cabra que contenía una serpiente y que se protegía mediante la máscara de la Gorgona pertenecía a Atenea desde mucho antes que Zeus proclamara ser su padre.

Apolodoro en su Biblioteca mitológica relata el nacimiento de Atenea, adaptándolo; cuenta cómo Zeus, el padre de los dioses esposo de Hera, deseaba y acosaba a Metis, hija del titán Océano y de Tetis, pero ella conseguía huir de él camuflándose de distintas formas, hasta que finalmente el dios la atrapó y la dejó encinta. Pero existía un oráculo que decía que Metis tendría una niña de esta unión y que si volvía a concebir un nuevo hijo éste estaba destinado a destronar a  Zeus, el oráculo repetía lo que ya el propio Zeus había hecho con Cronos y éste a su vez con Urano. El crónida temeroso de que el oráculo se cumpliera convenció a la titánide para que se recostara sobre el lecho y abriendo la boca la deglutió; este fue el triste final de Metis, aunque según Zeús ella vivía dentro de su vientre desde donde le aconsejaba.

Cuando hubo transcurrido el tiempo necesario, un día que Zeus se encontraba a orillas del lago Tritón, sufrió un fortísimo dolor de cabeza que le hizo gritar de dolor y sentir que le iba a estallar; Hermes acudió presto a ver que sucedía y, enseguida lo adivinó, entonces llamó a Hefesto y le convenció  para que con su cincel abriera un orificio en el cráneo de Zeus; al hacerlo permitió que saliera por el orificio una Atenea totalmente armada que profirió un fuerte grito. Otras versiones hablan de que fue Prometeo quien abrió el cráneo de Zeus.

Según Harrison, esta descripción del nacimiento de Atenea es el sistema utilizado para desvincularla de su origen matriarcal y asociar sus atributos (sabiduría, estrategia, etc) a una mente masculina a la que debían estar subordinados. Hesíodo en su Teogonía reconcilia los conflictos entre relatos, haciendo a la diosa hija partogénica de la inmortal Metis, titánide del cuarto día, y del planeta Mercurio regente de la sabiduría y los conocimientos y al tragarsela Zeus será el poseedor de toda la sabiduría, así la ciudad griega de Ateneas, bajo el patronazgo de la diosa, quedaba dominada por la soberanía patriarcal de Zeus.

Estamos por tanto ante mitos políticos: históricamente los pelasgos jónicos fueron derrotados por los eolios, que únicamente recuperaron la soberanía mediante una alianza con los aqueos. El mito relata cómo tras el derrocamiento de Krono a manos de Zeus, éste junto con sus hermanos Posidón y Hades se repartió el gobierno del mundo. Posidón tuvo que conformarse con dominar el mar pero siempre codició los reinos terrenales y por esto con frecuencia reclamaba la posesión de ciudades, esto fue lo que sucedió en el Ática, el dios reclamó la ciudad clavando su tridente en la Acrópolis donde brotó instantáneamente un pozo de agua salada.

Más tarde Atenea, durante el reinado de Cécrope, llego a la ciudad y, de una forma pacífica, tomó posesión de ella plantando un olivo junto al pozo de Posidón; éste la retó a un combate pero intervino Zeus impidiéndolo y forzando un arbitraje para dilucidar la disputa; el jurado estaba formado por deidades ante las que declaro Cécrope como testigo; los dioses apoyaban a Posidón, excepto Zeus que se mostró neutral; Atenea tenía a las diosas de su parte, finalmente y por un solo voto de diferencia Atenea consiguió la victoria ya que su olivo fue considerado mejor regalo que el pozo de agua salada de Posidón. La ira de de éste se dejó notar en la llanura Triasiana que fue inundada por enormes olas; Atenea tuvo que trasladarse a la ciudad de Atene y darle su propio nombre; lo que significó histórica y políticamente que las mujeres atenienses tuvieron que hacer concesiones siendo privadas de su derecho al voto y a que su apellido fuera el que llevarán sus hijos en primer lugar dando así nombre a la familia. Posidón también disputó a Atenea el dominio sobre la ciudad de Trecén pero en este caso la decisión de Zeus fue que la compartieran a partes iguales.

GLORIA MELGAR (1859-1938). X. Por Virginia Seguí Collar

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La educación en España. Panorama general                  

La educación es otro de los temas importantes para este estudio, no obstante tratarlo con profundidad esta fuera de nuestro objetivo; ya existen amplios y rigurosos trabajos que lo tratan pormenorizadamente. Esbozaremos el planteamiento general de la cuestión y trataremos con mayor extensión su proceso evolutivo general, para pasar a continuación a centrarnos y tratar con mayor detalle la educación artística.

La educación está en la base de la lucha del estado liberal burgués por acceder al poder; estaba claro que sin una buena educación sus miembros no estarían en condiciones de desempeñar las responsabilidades que la nueva sociedad iba a exigirles. Será, por tanto, un tema estrella durante los siglos XVIII y XIX. El Estado le dedicará gran atención y tratará de conseguir la colaboración de los particulares laicos para involucrarlos en la tarea de enseñar al pueblo.

La democratización del conocimiento va a requerir grandes esfuerzos y fuertes debates; aunque paulatinamente se irán sentando las bases para que la mayoría de los ciudadanos tenga acceso a él.

Los ilustrados españoles tienen un concepto utilitario de la educación, será para ellos el instrumento mediante el cual los ciudadanos comenzarán a ser útiles la sociedad y, por lo tanto, útiles al Estado. En un principio lo que el Estado hará, básicamente, será  fomentar y favorecer la existencia, en la sociedad, de un estado de opinión que favorezca sus intereses, e incite a los propios ciudadanos a crear por sí mismos los medios para lograrlo. Una vez este primer status de concienciación, sobre la necesidad de educar al pueblo esté asumido, se habrán sentado las bases que permitirán avanzar en el tema y dar el segundo. En esta segunda fase el Estado asumirá directamente la dirección de la educación, para llegar a él habrá que esperar al siglo siguiente.

El sentido utilitario de la educación les lleva también a modificar los contenidos de la enseñanza, ya que éstos deben servir para formar al ciudadano dándole una instrucción práctica que redunde en el bien general y en suyo propio. Los distintos niveles de enseñanza a los que los ciudadanos pueden acceder, son, básicamente, tres:

  • Enseñanza primaria – que incluiría las escuelas de primeras letras

  • Enseñanza secundaria. Dentro de este apartado tendríamos dos bloques, por un lado el bachillerato general, conocido como Bachillerato en Artes y por otro lo que podríamos llamar: Escuelas profesionales, donde quedaría encuadrada la educación artística.

  • Enseñanza superior.

Lo primero sería establecer que nivel de conocimiento conviene generalizar; el primer paso empezaría por poner la enseñanza primaria al alcance del mayor número de población posible. El criterio de acceso a los dos niveles siguientes es más restrictivo y debe establecerse en función de las necesidades de la sociedad.

En un primer momento no se asumen responsabilidades directamente sino que se fomenta y excita la creación de organizaciones en cuyas manos se dejarán las labores educativas: Las Sociedades Patrióticas o Sociedades de Amigos del País.   

Siglo XVIII. Las Sociedades Económicas De Amigos Del País.

Los orígenes y antecedentes de este tipo de organizaciones hay que buscarlo combinando iniciativas españolas con sociedades creadas, para los mismos fines, en otros países europeos, los estudiosos del tema respecto a esto concretan lo siguiente: 

«Se pueden concretar en cuatro los precedentes más importantes de las Sociedades Económicas de Amigos del País: Las Sociedades Económicas o de Agricultura extranjeras, las Tertulias y Academias científicas españolas, el Proyecto económico de Bernardo Ward y la Sociedad Económica Vascongada, ésta ya auténtica sociedad económica.»

Consecuentemente con el origen francés de los gobernantes españoles el modelo que al parecer tiene mayores influencias en nuestras Sociedades es el implantado en Francia donde fueron también consideradas un instrumento del Estado, aunque en su caso, los historiadores franceses al valorar su actuación hablan de fracaso, ya que al parecer no cumplieron las expectativas previstas.

En España la opinión de los historiadores sobre su labor no es unánime existiendo, entre ellos, a este respecto opiniones encontradas; Ferrer del Río, Serrailh, Carande y Anes la valoran positivamente, entre los críticos tenemos a Menéndez Pelayo, Desdevises du Dezert y Elorza.

Hubiéramos podido incluir el estudio de las Sociedades Patrióticas en cualquiera de los otros apartados de este estudio ya que su ámbito de actuación fue muy amplio, pero creemos que su labor educativa fue fundamental y que puede considerarse el hilo conductor de su actuación en todos los campos. Forman ciudadanos para que sean útiles a la industria, a la agricultura, a la ciencia, al comercio, etc., en este sentido podemos ampliar sus actividades a todos los ámbitos de la sociedad. Sus objetivos y finalidades prioritarias serán, ya desde el principio la ilustración o educación del pueblo.

Las Sociedades Patrióticas de Amigos del País llevarán a la práctica el ideario ilustrado. Comenzará un proceso fundacional de este tipo de instituciones, poco a poco, y a lo largo de toda la geografía española irán creándose organizaciones de este tipo; hombres de muchos pueblos o ciudades del país que comparten el pensamiento ilustrado serán conscientes de su parte de responsabilidad en el proceso; hombres capacitados primero para realizar su fundación y después para asumir su dirección y organización. Con sus actividades fomentarán en todos los habitantes del pueblo, ciudad, provincia o incluso comarca: la instrucción pública, la agricultura, la industria, etc…

Sí toda la población debía tener acceso a la instrucción pública para poder así ejercer como ciudadanos, como hombres y como trabajadores, es indudable que estas ideas contenían el germen de la revolución ya que suponían una indudable democratización del conocimiento. Hay que destacar que las inquietudes educativas ilustradas se centran, básicamente, en la enseñanza de las primeras letras y enseñanzas de las Artes y Oficios.

Jovellanos en su Memoria sobre educación pública dirigida a la Real Sociedad Mallorquina de Amigos del País y escrita durante su estancia en el Castillo de Belver, plantea varias cuestiones importantes; se hace eco y a la vez comenta el  llamamiento que la sociedad efectúa a todos los hombres a través de la Gaceta para la creación de un establecimiento literario. Este documento nos permite estudiar el pensamiento que, sobre la cuestión, tenía uno de los ilustrados españoles que asumió responsabilidades de gobierno. Plantea cinco cuestiones básicas:

1º Considera a la instrucción pública el origen de la prosperidad social:

«Las fuentes de la prosperidad social son muchas; pero todas nacen de un mismo origen, y este origen es la instrucción pública. Ella es la que las descubrió, y a ella todas están subordinadas {…} Con la instrucción todo se mejora y florece; sin ella, todo decae y se arruina un Estado».

2º Diferencia los conceptos de: instrucción pública y educación:

«[…] son muchos (y con estos hablaremos ahora) los que no miran la instrucción como perteneciente a la educación; que llaman bien educado, no al joven que ha adquirido conocimientos útiles, sino al que se ha instruido en las fórmulas del trato social y en las reglas de lo que llaman buena crianza, y tachan de mal educado a todo el que no las observa, por más que esté adornado con mucha y buena instrucción»       

Fija la necesidad de que el hombre se instruya y la edad en que éste debe instruirse: «De aquí es que la puericia y la adolescencia forman el período propio para la instrucción»

3º Plantea a quiénes debe afectar la educación, planteándose el tema referido únicamente a las clases sociales sin entrar para nada en cuestiones de género. Aunque alaba la idea de la sociedad de levantar un Seminario de Nobles, crítica por un lado: su denominación; ya que al incluir la palabra <Nobles> introduce aspectos que dudosos, que podrían plantear problemas a la Institución y las familias que envíen a ella a sus hijos sean éstas nobles o no, la segunda crítica se refiere al número de jóvenes que tendrán acceso a la enseñanza en el centro creado por la sociedad.

«Trátese, pues, de un seminario de nobles y gente acomodada, y aunque suele decirse que los títulos son indiferentes a las cosas, veo yo en éste un grave inconveniente. En prueba a la verdad cuánto los amigos de Mallorca se han levantado sobre las ideas vulgares, pues que no tratan de un establecimiento limitado a una sola clase; y esa la menos numerosa. Conocen que una educación noble es necesaria a todos los que están destinados a vivir noblemente, y que este destino no se regula por pergaminos, sino por facultades; y en fin, que el bien público exige la buena y liberal instrucción se comunique a la mayor porción posible de ciudadanos»

4º En este punto explica el concepto moderno de educación pública y lo analiza desde el punto de vista de los estados antiguos y de los estados modernos, estableciendo las diferencias existentes y justificándolas en la adecuación a las necesidades de ambos, justificando su concepción y finalidad, en parte, precisamente en esa adecuación.

«Pero en cualquier tiempo y estado que consideremos la educación pública o privada de los antiguos, sus planes no podrán convenir ni acomodarse a los estados modernos. Grandes imperios de varia y complicada constitución, donde los ciudadanos, aunque iguales a los ojos de la ley, están divididos en diferentes clases y profesiones; donde la jerarquía directiva es más compuesta y más artificiosamente graduada; donde el poder de la fuerza pública, no tanto se regula por el valor, cuanto por la fortuna de sus ciudadanos; donde por lo mismo las artes lucrativas, el comercio y la navegación, fuentes de la riqueza privada y de la renta pública, son el primer objeto de la política; y donde, en fin, el germen de la ruina y disolución anda envuelto y escondido en el mismo principio de prosperidad, el campo de la instrucción se ha dilatado, se han multiplicado sus objetivos, y ha nacido la necesidad de un sistema de educación literaria proporcionado a la exigencia de tantas miras políticas.»

Lo que entiende por adecuar la instrucción pública al estado moderno, pasa por una reforma en los planes de estudios, también plantea la necesidad de que la instrucción pública se extienda a todos los individuos del estado:

«Si queremos, pues, tener una educación literaria que conduzca a llenarlos, es necesario que comprenda los estudios que tengan relación con ellos; y como a su logro deben concurrir, por diferentes medios y caminos, no solo todas las clases, sino aun todos los individuos de un estado, aquella educación se ira pública, que despues de abrazarlos, este abierta a cuantos quieran recibirla»

El hombre debe instruirse para dominar los dos aspectos de su naturaleza: su fuerza física y su potencial intelectual, debiendo estudiarse a sí mismo y a la naturaleza sin olvidarse del creador de ambos: Dios. El conocimiento de Dios, el hombre y la naturaleza.

5º Fija los estudios convenientes a impartir en la instrucción pública y para ello divide las ciencias en metódicas e instructivas. Respecto a la primera dice así

«En efecto, si los métodos de inquirir la verdad son unos auxiliares necesarios a la razón humana para alcanzar este sublime fin, es claro que el primer grado de instrucción que conviene al hombre es el conocimiento y recto uso de estos métodos; y por consiguiente de las ciencias que los enseñan (y no se nos dispute este nombre que aquí tomamos en su más amplia y vulgar significación) pertenecen esencialmente a la educación literaria. Por que si es cierto, como no puede dudarse que el joven sin estos auxilios no podrá alcanzar las verdades que pertenecen a la filosofía natural o racional, o por lo menos que no la podrá alcanzar tan fácil, tan breve y tan cumplidamente como con su auxilio, es claro que ninguno que no los haya adquirido se podrá decir bien educado».

Hasta aquí las cinco cuestiones básicas del discurso de Jovellanos. En ellas deja claro su pensamiento sobre el tema, el resto del mismo lo dedica a citar y explicar lo que entiende por ciencias metódicas y por ciencias instructivas; efectuando la siguiente clasificación:

Divide las ciencias metódicas en dos ramas: las destinadas a dominar el arte de hablar: Primeras letras, la gramática, la retórica, dialéctica y la lógica y las destinadas a dominar el arte de calcular: la aritmética, el álgebra, la geometría y la trigonometría. Nos interesa ver como plantea la necesidad de la enseñanza de las primeras letras como base para cualquier estudio posterior, aunque la separa de la instrucción pública:

«Bien sé que este ramo de enseñanza debe estar separado de la institución pública que dejo indicada. Las primeras letras reclaman muchas escuelas segregadas y dispersas por toda vuestra isla; tal vez para la capital no bastará una ni dos; pero hay un medio de enlazarlas todas con aquel principal establecimiento. Estén todas bajo su dirección, pertenezcan a él todos sus maestros, sea él quien los nombre y examine, y de él reciban métodos, libros y máximas de enseñanza. Así se establecerá aquella unidad moral, que es tan necesaria para que todos los métodos, libros y máximas de enseñanza.»

Un estudio pormenorizado de las escuelas fundadas por las diferentes Sociedades Económicas de Amigos del País nos permite apreciar que, la creación de escuelas de: primeras letras fue para ellas una cuestión, prioritaria y dominante. El acceso a una educación de mayor entidad o especializada tendentes a capacitar a los jóvenes en el ejercicio de algún oficio o profesión, en general, relacionada con las industrias o manufacturas dominantes en la zona pasaba por exigir, al menos, unos conocimientos básicos.    

Al hablar del estudio de las Primeras letras Jovellanos se refiere, por primera vez a la instrucción de la mujer:

«Y he aquí lo que más recomienda la necesidad del estudio de las primeras letras. Ellas solas pueden facilitar a todos y cada uno de los individuos de un estado aquella suma de instrucción que a su condición o profesión fuere necesaria. Mallorquines, si deseáis el bien de vuestra patria, abrid a todos sus hijos el derecho de instruirse, multiplicad las escuelas de primeras letras; no haya pueblo, no haya rincón de los niños, de cualquiera clase y sexo que sean, carezcan de este beneficio; perfeccionad estos establecimientos, y habreis dado un gran paso hacia el bien y gloria de esta preciosa isla.»

En este capítulo de enseñanzas básicas Jovellanos incluye de otra cuestión importante para este estudio: el estudio del dibujo: «Quisiera yo unir al estudio de las primeras letras la enseñanza del dibujo, cuya grande utilidad, así para las ciencias como para las artes, generalmente está reconocida.»

Con estas palabras entramos en el siguiente apartado, que interesa para nuestro estudio ya que planteará la situación en que se encontraban las enseñanzas artísticas en España, en el momento de realizar Gloria Melgar su obra plástica. Las similitudes y diferencias que su educación presenta con el resto de jóvenes españolas que pretenden acceder a la enseñanza de las Bellas Artes.

BIBLIOGRAFÍA

Guerrero, Enrique. «Estudio preliminar» en AA.VV. Historia de la Educación en España. I. Del Despotismo Ilustrado a las Cortes de Cádiz. MEC. Breviarios de Educación. Madrid. 1985.

Jovellanos, G.M. «Memoria sobre Educación Pública, o sea Tratado Teoricopráctico de Enseñanza, con aplicación a las escuelas y colegios de niños» en Jovellanos Obras escogidas. Biblioteca de Filósofos Españoles. Imp. La Rafa. Madrid. 1930.

Locke. Some thougths concerning education. 1693. Citado por Viñao Frago, Antonio. Política y educación en los orígenes de la España Contemporánea. Ed. Siglo XXI. Madrid.1982

 

AFRODITA Y SUS AVATARES. Por Virginia Seguí

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Afrodita y sus avatares

Es evidente que la raza humana a medida que ha ido progresando en las diferentes civilizaciones ha ido creando serie de mitologías o religiones que le permitiera explicarse el mundo, su existencia dentro de él y su destino después de la muerte. Cuando el hombre tuvo sus necesidades físicas cubiertas pudo plantearse cuestiones del espíritu y ha medida que fue adquiriendo un mayor grado de civilización la explicación fue volviéndose más compleja. Cuando el sistema social permitió que algunos de sus miembros pudieran sustraerse de las funciones básicas y que sin abandonar del todo sus tareas agrarias o cinegéticas, fundamentales para la subsistencia del grupo, dedicaran parte de su tiempo a otras tareas más relacionadas con el espíritu, estos fueron organizando un sistema de creencias que poco a poco fue adaptándose a cada cultura creando una explicación apropiada a sus necesidades y a medida que estos diferentes grupos fueron relacionándose unos y otros fueron, cada uno de ellos, tomando de forma sincrética creencias del otro utilizándolas en su beneficio.

La mitología griega proviene por tanto del conjunto de creencias de los pueblos que habitaban la zona en la que se desarrolló, pero también de aquellos otros que, con el tiempo, fueron invadiendo y/o dominando la región. Por ello  podemos buscar explicación a algunos de sus mitos en las propias costumbres y tradiciones de otros pueblos, ya hemos visto como en el caso del nacimiento de la diosa Afrodita la castración de Urano está relacionada con tradiciones de grupos humanos africanos y lo mismo sucede con su origen y características.

La diosa Afrodita es una aclimatación de otras diosas a la cultura griega, diosas probablemente de origen oriental y presenta rasgos comunes con la babilónica Ishtar, la semita Astarté o la egipcia Isis a su vez ella misma será trasladada a culturas posteriores como sucede en el caso de la germánica Freya.

Ishtar es la Afrodita o Venus de los sumerios y tendría su residencia en Ereck. Con posterioridad los babilonios la imaginaron como concubina del padre de los dioses: Anú; para ello tuvo que sustituir a su legítima esposa: Antú. Se encuentra representada ya, generalmente desnuda y con las manos sobre el vientre, en primitivas tabletas de arcilla y su imagen es casi universal fiel principio femenino en todos los pueblos que en Asia llegó a convertirse en obsesión. Al igual que la diosa griega tenía un amante llamado Timuz, el equivalente al Adonis griego y que como él, fue muerto por un jabalí; debiendo bajar la diosa, cada primavera al reino de las sombras para devolverlo a la vida y hacer renacer la vegetación; las mujeres judías todavía practicaban el rito de llorar por Timuz en la puerta del templo (Ezquiel, 8, 14).

La semita Astarté diosa del amor y de la fecundidad y a la vez de la guerra es también un avatar de Afrodita, su simbología ambivalente, amor-guerra, es frecuente en estadios antiguos de la evolución religiosa y sugiere el paralelismo griego entre Eros y Thanatos. Astarté, también conocida como Athart forma triada con Aserá y Anat, aunque puede aparecer independientemente. La cabeza de Buey y el bastón crucífero son dos de sus atributos más frecuentes; sus animales son la paloma y la serpiente de procedencia mítico-religiosa diferente pero asociados a objetos de culto; asociación que veremos después en el mundo cretense. Puede aparecer coronada de frutas en alusión a la fecundidad de la tierra.

Le egipcia Isis también sufre los efectos del sincretismo y adquiere características de otras diosas entre ellas: Astarte, Baset, Hator, Renunet, Nut, Selene, Demeter, Tyke, Cibeles. En época helenística se la asoció con Serapis. Su culto fue muy popular y ganó muchos adeptos en Roma. Es la  esposa y a la vez hermana de Osiris, dios de los muertos, que víctima de la traición de su hermano Seth murió y fue despedazado. Isis reconstruirá su cuerpo devolviéndole a la vida. Con frecuencia se la representa como una madre amantando a su hijo: Horus; otras veces su imagen lleva una corona con una base de doce serpientes en circulo o un ureus (cobra en posición atacante) simple o doble y el disco solar entre dos cuernos de vaca aludiendo a la maternidad.

Los Eddas germánicos de Snorri contienen la esencia de la mitología nórdica y en ellos nos relata que Nyördr, dios de la fertilidad, se unió a su hermana y tuvo dos hijos, al varón lo llamo Frey y a la hembra Freya. En el combate ella se apropia de la mitad de los muertos y Odín de la otra mitad, adquiriendo así facultades de psicopompo como conductora de almas. Fólkvangr o la Llanura de la Gente era el nombre de la morada celestial de Freya, allí vive en un palacio aireado llamado Sessrúmnir (el rico en asientos), viaja en un carro tirado por bellos gatos; favorece a los humanos, se debe recurrir a ella en los asuntos del amor. Se casó con Ódr y tuvo una hija llama Hnoss. Ódr solía ausentarse y Freya llobraba su ausencia con lágrimas de oro rojo. Se la conoce por varios apelativos: Mardöll, Hörn, Genf y Syr, el collar de Brísing y Vanadis entre otros.