Historia de la Mujer – DIDO, LA REINA DE CARTAGO


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      El historiador Antonio Pirala escribió este artículo para la revista <El Correo de la Moda> y fue publicado, dentro de la sección Instruccion. Historia de la mujer, en el numero 24 de fecha 30 de junio de 1853. Respetamos la ortografía original. 

DIDO

Al ocuparnos de la célebre fundadora de la célebre Cartago, no vamos á reproducir la fábula mitológica, que tan bien conocerán nuestras lectoras; vamos á reseñar sus altos hechos, fundados en testimonios respetables.

La historia de esta ilustre y virtuosa princesa, lo mismo que la de todos los personajes que figuraron en la infancia de los pueblos, es, sin embargo, oscura, y apenas puede darse un paso en su investigacion sin tropezar con las ficciones de los poetas de la antigüedad, apoderados de aquellos para dar grandeza á sus poemas. Procurarémos, no obstante, que este artículo se limite á sucesos, de cuya autenticidad no respondemos, pero que hallamos admitidos por acreditados escritores.

Fué Dido biznieta de Itobal, padre de Jezabel, é hija de Belo Matgen, rey de Tiro, que murió 874 años antes de Jesucristo, dejándola, y a su hermano Pigmalion, heredera del trono, á pesar de la corta edad de ambos príncipes. Llamábase Elisa, y era peregrina su hermosura. A poco tiempo, el pueblo dió el mando esclusivo a Pigmalion, y casó a Elisa con Síqueo, su tio, gran sacerdote de Hércules, y de dignidad inmediata á la del rey. Estimado por sus virtudes, y respetado por su parentesco con el soberano, y por su alto ministerio, poseia inmensas riquezas, circunstancia que fué para él una verdadera desgracia, porque sus tesoros tentaron la sórdida codicia de Pigmalion, que le hizo asesinar traidoramente. No por esto logró el perverso monarca sus deseos, porque su tio, que conocia perfectamente la ruin pasion que dominaba á su sobrino, tenia ocultos sus tesoros. Las buenas prendas de Síqueo habian hecho que, á pesar de la diferencia de edad, le amase su esposa. No se ocultó á esta ni el autor del crimen ni su intencion, y dando tregua á su dolor, comprendió que su vida corria igual peligro por la ambicion de su hermano. Para evitarle, pidió á Pigmalion licencia de vivir en su compañía, pretestando que la aflijia la soledad en que se veia. Faltó tiempo al codicioso monarca para consentir en ello, creyéndose ya dueño de unas riquezas que tanto ansiaba, y puso a disposición de su hermana algunos bajeles. Elisa, comenzando por ganar a sus capitanes y tripulacion, cargo en ellos cuanto poseia, y acompañada de gran numero de tirios, que la eran adictos, emprendió la fuga con tanto sigilo y presteza, que cuando llego á oídos de su hermano, ya no pudo evitarla. Fondeó aquella flotilla en la costa del África Zeugitana[1], poblada entonces por los fenicios. Bien recibida Elisa, estableciose en el pais, fundando á Cartago. A dar crédito á la fábula, diriamos que obtuvo Elisa la concesion del terreno que pudiese abarcar con la piel de un buey, que la hizo tiras muy delgadas, y uniéndolas, y fijando en tierra una de las extremidades, describió con la otra un círculo extensísimo, consiguiendo con este rasgo de ingenio un sitio considerable. Pero sea de esto lo que quiera, Elisa levantó la ciudad, rival tanto tiempo de la otra ciudad, señora del mundo, titulándola Cartada (Ciudad nueva), cuyo nombre se corrompió mas adelante en Cartago.

Reina de su colonia, Elisa, convertida por sus suyos en Dido, que significaba varonil, se hizo célebre por su virtud y sabiduría, por su honestidad y prudencia. Jarbas, rey de Getulia, solicitó su mano, pero la reina tenia jurada fidelidad eterna á la memoria de su esposo. Desairado el pretendiente, hizo entender á los súbditos de Dido, que si no la reducian á casarse con él, invadiria sus tierras y les exterminaría. Supo Dido esta amenaza, y concibió, en bien de sus súbditos, una resolucion sublime, que tuvo el valor de ejecutar. Aparentando ceder a tan imperiosa exigencia, la aplazó á la conclusion de la ciudad, en cuyo tiempo dispondría lo necesario para que se celebrase la boda con la ostentación correspondiente. Terminada su obra, hizo levantar en el sitio principal una gran pira, y reunir á todos los ciudadanos. Dióla fuego, y después de algunos sacrificios y buenos consejos, evocando los manes de Síqueo, se atravesó de improviso el pecho con un puñal y se arrojó a la hoguera, sin que pudieran impedirlo sus súbditos.

Virgilio, en su Eneida, atribuyó el sacrificio de Dido, hijo del amor a su marido y á su pueblo, al amor y fuga de Eneas, saltando por encima de tres siglos, pues que Cartago fué edificada trescientos años después de la destrucción de Troya. Pero cumplia aprovechar tan bello episodio, halagando el orgullo romano, y no tuvo reparo el poeta Mantuano en inventar esa ficcion a costa de las virtudes de Dido, sostenidas por San Gerónimo, y San Agustín, Tertuliano y el Tetrarca, en su Triunfo de la Castidad. Perpetuado por las artes un hecho tan grande, tan generosa abnegación, ¡qué mucho que el sexo, que apellidamos débil, se crea capaz de todo al contemplar glorias tan puras como la de Dido!

Causa inocente de la destrucción de una ciudad la hermosa Elena, otra hermosa es destinada por la providencia á erigir otra ciudad, mas importante todavía, y á dar al mundo una prueba de amor, que admirará eternamente.

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[1] La actual Regencia de Tunez

2 comentarios en “Historia de la Mujer – DIDO, LA REINA DE CARTAGO

  1. Muy interesante e informativo, Virginia. Estupendo artículo de lo que fue o pudo ser historia o leyenda, mito o realidad, tal vez de todo un poco.
    Es un placer leer estos escritos tuyos.
    Un beso
    Emma

seguicollar

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