Historia de la Mujer: Lucrecia


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       El historiador Antonio Pirala publicó este artículo sobre Lucrecia en el número 25 de la Revista <El Correo de la Moda> el 8 de julio de 1853, estaba incluido en la sección Instruccon: Historia de la mujer, siguiendo el relato de Tito Livio recoge la historia de esta matrona romana que ejemplificó el modelo de fidelidad y virtud en la antigua Roma.
 LUCRECIA

A su honor debió esta ilustre romana la celebridad de que disfruta; siempre el honor y la virtud producen acciones de eterna fama.

Pero no solo debió á tan envidiables dotes su gloria, aunque á costa de su muerte, sino que Roma le debió su libertad. Lo que no hubieran conseguido millares de conjurados, lo consiguió el heroísmo de una mujer.

Reseñemos su historia: Hallábanse sitiando los romanos, cinco siglos y medio antes de la venida de Jesucristo, la ciudad de Ardea, y acostumbrados los jefes del ejército pasar reunidos en una tienda los ratos de ocio; y como este no suele aconsejar siempre bien, un dia que comian en la tienda de Sixto Tarquino, hijo del rey, hablaron sobre las buenas y malas cualidades de las señoras romanas, ensalzando cada cual las virtudes de la suya.

Colatino, pariente de Tarquino, y esposo de Lucrecia, dijo para terminar la contienda: <Somos jóvenes: montemos á caballo, y hagámoslas una visita repentina: no siendo esperados, podremos conocer lo que vale cada una.>

Se aprobó el pensamiento, y se puso inmediatamente en ejecución. Los mas distinguidos oficiales se encaminaron á Roma, donde entraron sin ser conocidos, y hallaron a sus mujeres entretenidas en fiestas y diversiones. Fueron luego adonde residia Lucrecia, fuera de la ciudad, y la encontraron sola con sus esclavas, ocuapadas todas en diferentes labores.

Unánimemente se la concedió la supremacía, y Lucrecia gozo de su merecido triunfo con una modestia que la realzaba.

Él fue sin embargo su desgracia. Sixto Tarquino quedó apasionado de ella, y pagando ingrato los servicios que su esposo prestaba á la patria y á su padre, por salvar un trono que habia de heredar, no pensó mas que en Lucrecia, ante tanta virtud se estrellaban sus promesas y esfuerzos; pero no pudieron estrellarse sus villanías.

Lucrecia escribe á su esposo, anunciándole que habia sucedido una desgracia a toda la familia. Reunidos todos en su presencia, les dice, anegada en llanto:

–¿Qué ventura puede conservar una mujer que ha perdido el honor…. Pero mi corazon esta inocente, mi alma pura, mi muerte será una prueba de ello. Juradme que el infame no quedará impune…. Vosotros vereis el castigo que merece; yo; aunque libre de culpa, no quiero exceptuarme la pena: <ninguna mujer quedará autorizada con el ejemplo de Lucrecia para sobrevivir á su deshonor.>

Acto continuo hundió el puñal en su pecho sin que nadie pudiera evitarlo.

En aquel momento parecia rodeada de una aureola celestial; conmovió á todos, como hoy nos conmueve al verla retratada en aquella actitud y teñido de sangre su nevado seno.

Bruto sacó del seno de Lucrecia el puñal ensangrentado, y estendiendo el brazo juró vengar aquella víctima del honor y de la virtud. Todos repitieron su juramento, y el cuerpo de Lucrecia fué llevado á la plaza de Collacia. Sabido el hecho, todos se indignaron, y los romanos tomaron como suya la ofensa hecha a la mas virtuosa de las mujeres.

Empuña las armas de juventud, dirígela Bruto, van á la ciudad, sube el jefe á la tribuna, cuenta el hecho, y el pueblo indignado decreta la deposicion de Tarquino, y arroja del trono á aquella familia indigna de ocuparle; destruye la monarquía, proclama la república, y elige por primeros cónsules a Lucio Junio Bruto y al esposo de Lucrecia, Colatino.  

¡Cuántas reflexiones no se desprenden de un hecho de tan grandiosas consecuencias! ¡Cuánto valor ha tenido siempre el honor y la virtud! ¡Qué importa la corrupción de un pueblo si hay mujeres todavía con valor suficiente para inmolarse en defensa de lo que otros escarnecen!

Lucrecia, sin atender mas que á sus cuidados domésticos, sin haber aprendido mas que el cumplimiento de su deber, tiene en el corazon ese heroísmo que dá la virtud, el mismo que daba la fé a nuestras santas mártires, el que desprecia los tormentos y la muerte á la misma hora.

Enséñese, pues, á las jóvenes la severa práctica de la virtud, y se les enseñará á ser valientes, porque en ella esta la fortaleza, en ella el heroísmo, y en ella la fama, la gloria de la mujer. El respeto, el cariño y la admiración en vida: un recuerdo célebre y eterno en la muerte.

3 comentarios en “Historia de la Mujer: Lucrecia

  1. Es extraordinario que una mujer cambie el curso de la historia. Roma deja de ser monarquia y viene la República sinembargo me parece totalmente injusto que Lucrecia se convierta en una víctima de la prepotencia del machismo de la violencia y crueldad de un hombre, una mujer que prefiere matarse a enfrentar la injusticia y el dolor vivido. Sabemos que a través de la historia el hombre ha internalizado y en su mente cree que la mujer es su propiedad,: Ninguna mujer quedara autorizada con el ejemplo de Lucrecia a sobrevivir al deshonor» tremenda sentencia!!
    Felicitaciones por permitir que conozcamos estas historias y muchas gracias.

  2. AH POR SI ACASO ESA FRASE ULTIMA NINGUNA MUJER QUEDARA AUTORIZADA A SOBREVIVIR AL DESHONOR,SUPONGO QUE ES DE LA AUTORIA DE QUIENES GOBERNABAN ROMA.
    A MI ME PARECE PATETICA.

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