GLORIA MELGAR (1859-1938). XVII. Por Virginia Seguí

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La mujer y las enseñanzas artísticas II

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando había organizado durante el siglo XVIII la educación artística masculina y a comienzos del siglo XIX organizó la femenina

En su archivo se conservan varios legajos sobre el tema, del estudio de los documentos que contienen se desprende que el proceso comenzó con un oficio de Domingo Fernández de Campomanes, fechado el 5 de diciembre de 1817 en el que  solicita de la Academia ayuda y consejo, para poner en marcha un proyecto: la fundación de cinco escuelas de dibujo para niños. Que quedarían ubicadas en los parajes más convenientes escogidos de entre los diez cuarteles en que estaba dividida Madrid.

La Real Academia, que ya tiene organizadas escuelas de este tipo encuentra la propuesta inadecuada, y a su vez propone que en lugar de las cinco escuelas para niños propuestas por la Junta de Caridad, sean, en principio, sólo dos y destinadas a niñas. Fernández de Campomanes propone entonces lo siguiente:

«1º) Que las niñas sean de 12 años cumplidos y tengan elementos de escribir, porque a no ser de edad se expondrían a peligros teniendo que transitar una parte de poblacion para acudir a las clases. 2º) Que sean las niñas de las escuelas gratuitas y no otras, porque si fuesen de otra clase no por el Instituto de la Junta por lo comun estan resabiadas. 3º) Que no se proceda al establecimiento de las escuelas de dibujo mientras que por las listas de las actuales diputaciones encargadas a los respectivos censores no se sepa las niñas que estan en aptitud de esta enseñanza.»

Ante esto, la Academia reunida en Junta de 30 de diciembre estudia la propuesta y comunica a Fernández de Campomanes que la propuesta de la Junta Suprema de Caridad fue estudiada decidiéndose: su acuerdo con la primera propuesta; sobre la segunda piensan, los miembros de la Academia, que la Real Junta de Caridad debe obrar de acuerdo con lo establecido, de manera general, para entrar en las escuelas de primera aplicación. Y respecto al número posible de alumnas resuelven aguardar noticias de la Junta de Caridad. Se indica, también, que la Academia no tiene otro interés que el de propagar el estudio del dibujo entre las mujeres para perfeccionar nuestra industria fina, sin que intente mezclarse en lo gubernativo ni económico de los establecimientos.  También se determina que llegado el caso se consultará sobre el tema a la Junta de Señoras Académicas que hayan de velar y promover lo artístico de otros establecimientos.

Lo que la Junta de Caridad propone es limitar al acceso a las enseñanzas artísticas de estas escuelas admitiendo únicamente a niñas que provengan de sus Establecimientos, sin embargo la Real Academia pretende que la matricula sea abierta para todas las mugeres que tengan interés en su aprendizaje y por esto en marzo de 1818 propone a la Junta de Caridad lo siguiente:

«Que los estudios que la Junta de Caridad pretende establecer sean extensivos a toda clases de muchachas, para sacar utilidad completa a esta enseñanza, como sucede en Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Helvecia, etc.. Donde con el auxilio del dibujo las mugeres hacen infinitas obras primorosos propias de su sexo, con las cuales se mantienen muy bien, y no hay tantas ociosas como por desgracia vemos en nuestra patria.»

También se le indica que no han de ser necesariamente cinco, escuelas de dibujo que se deben abrir en la capital, sino que se deben abrir primero dos, y ver los resultados y demanda de las enseñanzas que en ellas se imparten, en función de esto ver si interesa abrir alguna más y cual debe ser su ubicación. Como estas sugerencias de la Academia no parecen ser del agrado de la Junta de Caridad, la Academia, a la que la idea de dar educación artística a la mujer le parece viable e interesante, decide aplicarla en sus centros, con lo cual incorpora en los locales de las calles de La Merced y Fuencarral, donde tiene establecidos sus escuelas clases de dibujo para niñas. Considera oportuno, la utilización de estos locales ya que en ellos existe la infraestructura material necesaria para impartir este tipo de clases, evitando los gastos de este tipo que requeriría el establecimiento de una escuela de este tipo en otro lugar; los parajes en donde está situadas son de fácil acceso para las posibles alumnas y existen horas del día en las que las escuelas están desocupadas y  que podrían ser utilizadas para este fin. Todo ello les lleva a proponer al su Jefe supremo el infante D. Carlos María es establecimiento de estas clases de dibujo para niñas.  

El 30 de marzo de 1818 un oficio firmado por Fernando Queipo de Llano de cuenta de la apertura de los estudios de dibujo para niñas, en las escuelas de La Merced y Fuencarral. Aprobado en Junta Particular de 30 de marzo de 1818. En la misma junta se trató de los posibles horarios y de los profesores necesarios, los cuales deben acceder a su puesto mediante oposición. El viernes 27 de noviembre de 1818 se inserta en el Diario de Madrid el anuncio de la aprobación de estos estudios y todo lo previsto para la apertura de las clases.

La Academia decide poner los estudios de niñas bajo la supervisión de una Junta de Damas Académicas de Honor y Mérito de la primera jerarquía, como Jefa Suprema de la Junta de Damas estará la Infanta Dª Mª Francisca, esposa del Infante D. Carlos María. quién dirige un discurso a la Junta de Damas Académicas del que entresacamos el siguiente párrafo en el que vuelve a incidir sobre la necesidad del aprendizaje del dibujo:

«[…] bien penetrado el Rl. animo de S.M. de estas notorias verdades, y de que el estudio del dibujo, es digamoslo asi, el alma de la industria fina, con la qual nos aniquilan las naciones extranjeras, llevandonos el numerario mediante las buenas formas la invencion y el primor que con el auxilio del diseño saben dar á sus artefactos, vió el leal y honrado pueblo de Madrid con la mayor satisfaccion que una de las primeras atenciones de S.M. despues de su plausible entrada en la Capital del reyno fué visitar la Real Academia de las nobles artes de San Fernando […]»

La Academia aprueba el Reglamento que establece las normas de funcionamiento del estudio de niñas.

El Artículo 6º trata de las normas de conducta de las niñas en el centro y de la vigilancia que se establecerá al respecto: 

«[…] S.A.R. se dignará nombrar una viuda de notoria buena conducta, edad competente, instrucción y modales finos, con el titulo de vigilante en cada estudio y sueldo de 200 ducados anuales para hacer observar a las discipulas el orden, el silencia y la compostura debida, la qual deberá hallarse presente a la entrada de las discipulas en las dos horas de estudio y hasta que todas hayan salido.»

El artículo 8º trata sobre la matrícula; la necesidad de dar aviso de ella en los diarios, y de que se ejecutará en los mismos términos que se ejecuta las de los muchachos. Las niñas deberán tener 10 años cumplidos, saber doctrina cristiana y leer, con principios de escribir.

El artículo10º establece que durante las dos horas de estudio, se hará observar a las discípulas el mayor silencio á fin de que dibujen y se apliquen sin distraerse. El profesor las corregirá  explicará los defectos que note en los dibujos con el mayor modo y claridad.

Las razones que obligan a situar los estudios de niñas en los mismos parajes y locales que los de muchachos está plenamente justificada por las dificultades que entraña juntar en otra parte una colección tan completa de excelentes dibujos de todas clases con que están provistos. A pesar de todo se consideran enteramente separados del conocimiento e inspección de la Real Academia de San Fernando.

Se indica también el objeto que tiene el establecimiento de estos estudios que, no es otro que el de recuperar la industria española:

«El principal objeto de este establecimiento despues de enseñar el dibujo a las jovenes ha de ser introducir en España la industria fina adaptandola a los vestidos y adornos de su sexo, a cuyo fin, S.A.R. se dignará nombrar a su debido tiempo quatro damas de las inteligentes en el buen gusto con dos modistas españolas acreditadas y algunas de las discípulas mas sobresalientes en el dibujo puestas a las inmediatas ordenes de dichas señoras, con el especial e importante encargo de inventar nuevos y graciosos trajes y modas nacionales con generos del país, a cuyo fin la Rl. Academia les facilitara diseños de los vestidos y adornos antiguos, griegos romanos y de las demas naciones como tambien de los adornos modernos.»

Se indica también que las niñas formadas en estos estudios se irán incorporando a las diferentes fábricas textiles que existan en el Reino.

Entre los diversos documentos existentes en el Archivo de la Real Academia de San Fernando, relativos a este tema se encuentran multitud de relaciones fechas en los años siguientes en los que se enviaban los trabajos realizados por las niñas para que los académicos pudieran comprobar sus adelantamientos.

Estos estudios se mantuvieron activos hasta, aproximadamente, los años cincuenta ya que con fecha 21 de marzo de 1850 el Ministro de Instrucción Pública dirige un oficio a la Academia en el que indica que la S.M. la Reina se interesa sobre las causas por las cuales en los últimos años no se han impartido estudios artísticos niñas. La contestación de la Academia indica que las causas son múltiples: las deficiencias del local de la calle Fuencarral determinaron el cierre del mismo, el nuevo local donde están ubicados los de muchachos no reúne condiciones para reiniciar los estudios; la Marquesa de Casa Madrid, Secretaria de la Junta de Damas, quien era, últimamente, el alma de la escuela y contaba con la confianza plena de los padres de las alumnas ha fallecido siendo difícil su sustitución; el programa educativo no era adecuado a las necesidades de las niñas… El Ministro de Instrucción Pública indica a la Academia que informada de todo la Reina ha dispuesto que a la mayor brevedad posible se hagan en el local, las mejoras necesarias para continuar las clases, que se modifiquen los planes de estudio para adaptarlos a las nuevas necesidades y profesiones peculiares del bello sexo. Empleando para todo ello la asignación de veinte mil reales de vellón con que ha sido ampliado el presupuesto de la Real Academia en ese año. Debiendo reanudarse las clases en el curso siguiente.

Se cumplieron los deseos de la Reina, se modificaron los planes de estudio de las niñas quedando reducidas a las asignaturas de: natural, adorno y flores, reiniciándose las clases al curso siguiente. Este estado de cosas se mantuvo poco tiempo, ya que en 1854 varios académicos hicieron un informe indicando el bajo rendimiento de las escuelas de niñas <que no deben producir resultado en favor del arte> proponiendo la suspensión de estos estudio, transformándolos en estudios de Grabado para muchachos. Los académicos firmantes del documento son: José Madrazo, Vicente Peleguez, Bernardo López por pintura y Sabino Medina, Ponciano Ponzano y Bartolomé Coromina por escultura. El 12 de diciembre de 1854 el Ministro de Instrucción Pública informa a la Academia lo siguiente:

«Habiendose conformado la reina con la supresión de las enseñanzas de dibujo para niñas, ha tenido ha bien crear en la Academia tres clases de Grabado: Grabado al acero, Grabado en hueco y Grabado en madera. Se suprimen los estudios de niñas por Real Orden de 28 de noviembre de 1854.»

Por tanto las clases de educación artística femenina organizadas por la Real Academia permanecen activas entre 1818 y 1854, a partir de esta fecha deja existir opción oficial para su aprendizaje. Existía la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, pero se desconoce la fecha de real de incorporación de la mujer a estos estudios. Lo más probable es que no se produjera hasta la década de los setenta. Lo que si se sabe es que cuando se produce la enseñanza no es igualitaria, la quedar excluida la mujer de las clases del natural.

En el resto de provincias se habían ido creando escuelas de dibujo, el Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando contiene multitud de legajos que con documentos que nos hablan de su creación y sus relaciones con la de San Fernando, de la que dependían para cuestiones académicas y de la que recababan con frecuencia consejo.

Al crearse las Academias provinciales, se produce un efecto imitativo y en ellas comienza a se plantearse la incorporación de la mujer a los estudios artísticos. Por ejemplo, la de Cádiz se dirige, en 1852 a la de San Fernando preguntando sobre cuestiones como: Sí hay en Madrid estudios de niñas; de existir éstos las horas de estudio que se dedican a ellos. Y en relación con los maestros: ¿Cuántos profesores se dedican a enseñar a las niñas y qué emolumentos perciben?

En Barcelona, la existencia de la Escuela de la Lonja hace que la preocupación sobre estos temas, cronológicamente, sea sincrónica con Madrid y ya en 1821 parece que las mujeres eran admitidas con normalidad ya que hay constancia de que se concede el derecho a los alumnos de la Escuela de uno y otro sexo, que fuera de ella son enseñados por sus profesores, a presentar sus obras por mediación de los mismos, a los efectos de obtener premios de honor.

Aunque, al parecer, el proceso de incorporación de la mujer a las enseñanzas artísticas en esta escuela se efectúa cuando se procede a la creación de las escuelas de distrito; ya en el ensayo que se hizo para implantar estas escuelas sucursales se creó de una sección de niñas y otra de adultos, regidas por un profesor, una profesora y una ayudanta.

 En 1882 se establecía, con carácter libre, en la Escuela de la Lonja una escuela de Dibujo y Pintura para niñas. La Diputación informaba la aprobación del dictamen emanado de la Academia relativo a la instalación de un solo local de la Escuela de Dibujo para niñas y adultas, y de la de distrito últimamente creada, con la precisa condición, empero de que en el propio local funcionara asimismo la Escuela especial de corte, a cargo de Carmen Ruiz y Alá, y que en consecuencia se alquile previo compromiso, por termino de cinco años el local de la calle Mercader, núm. 33, propiedad de Fernando Segarra al precio mensual de 200 pesetas, esta escuela, la tercera de distrito se inauguraba el 12 de febrero de 1883.

El programa de estudios de las Escuelas de Distrito, fue suscrito por los profesores: Rigalt, Lorenzale, Vicens, Rogent y Miquel y Badía, y quedó establecido en los siguientes términos:

  • Estudios generales: Demostración por medio de examen o por certificado de Escuela Oficial que se conocen los elementos de geometría, dibujo de formas varias en claro oscuro y copia de estampa.

  • Ornato en color y tres dibujos distintos, copia de Estampa

  • Vegetación en color y copia en Estampa

  • Adorno en claroscuro y sin color, copia del relieve.

  • Flores copia del natural.

  • Estudios especiales de aplicación: Fragmentos de composición en dibujo, aplicables a cualquiera de las especialidades de tejidos, bordados, blondas, estampados, cerámica y demás labores propias de la mujer.

  • Fragmentos de composición en color, aplicables a cualquiera de las especialidades antes indicadas.

Para obtener la aprobación después de las dos menciones anteriores, en cualquiera de las especialidades expresadas deberá la alumna ejecutar una composición de conjunto que permita conocer su suficiencia en la especialidad en la que solicite ser aprobada.

Entiende la Comisión que los trabajos de las alumnas deberán ser juzgados mensualmente por un tribunal competente y que este mismo tribunal expusiera al terminar el año académico, cuanto estimase pertinente sobre la marcha de la enseñanza en la escuela, resultados obtenidos, reformas o variaciones que conviene introducir y sobre todo cualquier, extremo relacionado con la mejor y mayor instrucción de las alumnas.

A partir de estas fechas comienzan a aparecer mujeres en los premios que se conceden en las Escuelas artísticas catalanas: El curso 1886-7 se aprobaba la propuesta de bolsas de viajes para varios artistas entre ellos figuran dos mujeres: Emilia Cortay Lluviá en Bordados y blondas a quien se le prorroga la bolsa también al curso siguiente y Francisca Mirabent Soler en tejidos y estampados.

En los años 1889-90 y 1890-1 ganó la bolsa de bordados y blondas Ángela García Riba, En 1895-6 Ana Martí Llorach gana la de blondas y bordados y en el siguiente fue para Amparo Vives Pons y se prorroga la bolsa de Juana Soler Engracia en la misma categoría. En el curso 1899-1900 correspondió a Joaquina Vacarisas Vila; esta última pasará poco después a formar parte del profesorado.

Respecto a estos premios concedidos a mujeres artistas, cabe destacar que ninguna mujer aparece premiada antes de la creación de las escuelas para niñas, y que los premios concedidos se circunscriben casi siempre a las categorías en las que participan únicamente mujeres como son bordados y blondas. Lo que pone de manifiesto o la escasa participación de la mujer en las otras enseñanzas o su inferioridad a la hora de ejecutar sus actividades artísticas.

La segunda escuela de distrito situada en la Calle Mercaders, propuso en 1887 crear una clase nocturna para niñas y adultas análoga a la que ya daba en horario diurno. En 1889 esta escuela se trasladó a un local de mayor capacidad en la calle del Carmen, los nuevos horarios para niñas fueron de 12 a 2 para las niñas y adultas y de 7 a 9 para la de dibujo de distrito, pasando la matrícula de 125 a 230 alumnos en total.

El proceso en Barcelona finaliza en 1900 cuando tras la nueva normativa la antigua Escuela de la Lonja se incorpora al proceso oficial. A partir de aquí la educación artística pasa a depender de las Escuelas de Artes y Oficios.

En otras provincias el proceso había comenzado antes, a medida que los Institutos de 2ª Enseñanza para adaptarse a la nueva norma, habían comenzado un proceso mediante el cual fueron absorbiendo las escuelas  que de este tipo estaban establecidas, ya hubiera sido la iniciativa, de su fundación, pública o privada.

La incorporación de la mujer a estas escuelas de Artes y Oficios no se produce tampoco desde un principio, sino que es gradualmente que se van incorporando clases dedicadas especialmente a la mujer. El acceso a la Escuela Oficial de Pintura, Escultura y Grabado requería la presentación de los historiales de las aspirantes, en ellos se comprueba que la procedencia de las alumnas era de las Escuelas de Artes y Oficios o de la Escuela Normal, o de la Asociación para la Enseñanza de la mujer.

 El estudio de las Escuelas de Artes y Oficios es muy problemático, dada la variedad y dispersión de la documentación, así cómo de las diferencias fundacionales en cada una de las provincias. Existen algunos estudios monográficos sobre algunas, y se conservan algunas memorias, confeccionadas en la apertura de los cursos académicos. A través de ellas hemos visto que la incorporación de la mujer a estos estudios vuelve a ser dificultosa.

Un artículo anónimo publicado en La Gaceta de Fomento en octubre de 1885 indica ya que, en Madrid, en estas fechas funcionaba la Escuela Central de Artes y Oficios y asistían a ella señoritas, de él entresacamos estas líneas que ilustran nuestro estudio:

«De los establecimientos de enseñanza que en Madrid sostiene o subvenciona el Estado, pocos de tan excelentes resultados para la cultura de las clases trabajadoras y de mayor utilidad que las Escuelas de Artes y Oficios. En éstas aprenden los hijos del pueblo, en las primeras horas de la noche, cuando salen de los talleres, dibujo lineal, artístico y modelado, nociones de aritmética, álgebra y geometría, de física y mecánica y los idiomas francés é inglés./ A las clases de dibujo asisten muchas señoritas cuyo número aumenta todos los años; en su mayoría pertenecen a familias acomodadas que, rompiendo con preocupaciones rutinarias, no tienen inconveniente en matricularlas, lo mismo en la Escuela de Artes y Oficios que en la Asociación para la Enseñanza de la mujer.»

Otro artículo firmado por V. insertado en La Ilustración Española y Americana en octubre de 1887, se congratula de la publicidad que se ha dado en ese a la apertura de la matricula del curso próximo, y nos informa de que para esas fechas ya asistían a las Escuelas de Artes y Oficios, al menos en Madrid, algunas señoritas para recibir formación artística, en él podemos leer el tipo de enseñanzas que reciben:

«Novedades que vivamente aplaudimos ha sido la colocación de carteles en las esquinas públicas de esta corte, anunciando en tiempo oportuno la matrícula en las once secciones de la Escuela Central de Artes y Oficios, en las que reciben gratuita instrucción, sólida base de un porvenir honrado y digno, mas de seis mil alumnos, la mayoría artesanos./ Hay Clases orales de aritmética, Geometría, Física y Química, Mecánica, Arte de construcción é idiomas francés é Inglés; Enseñanzas gráficas y plásticas, con aplicación á las artes y oficios, hasta el modelado y vaciado; Enseñanza artísticio-industrial de la mujer, como pintura á la acuarela en porcelana y cristal, flores artificiales, dibujo, etc., y Enseñanza de maquinistas, nueva este año, entre cuyas signaturas cuentan Dibujo industrial, Mecánica, Maquinaria y prácticas de taller./ Sabido es que el cuadro de profesores de las Secciones de la Escuela tienen eminentes hombres de ciencia y distinguidos artistas, como los Sres. Marquez, Soler y Argués, Commeleran, Lázaro (D. J. Bautista), Sáez Montoya, Hernández (D. Germám), Bellver (D. Francisco) y D. Ricardo), Aparicio, Mújica y otros siendo director  el Sr. Serafín Martínez del Rincón, y secretario general el Sr. Plácido Francés.- V»

Ya hemos visto en el apartado de Escuelas de Artes y Oficios que cuando en 1886 se crean estos establecimientos en la de Madrid existe una sección exclusivamente para las enseñanzas de las mujeres, el decreto, por tanto, asume algo que está sucediendo ya incorporando la situación real a la nueva regulación de las enseñanzas.

En provincial se comprueba a través de las diferentes Memorias de Escuelas de Artes y Oficios consultadas que la incorporación de la mujer a las mismas es más tardía, pudiendo decirse que en general hasta principios del siglo XX no es algo generalizado.

Somos conscientes de que se podría profundizar más en el tema, estudiando pormenorizadamente las situaciones provinciales, etc., pero consideramos que está fuera de nuestra pretensión en este trabajo.

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

AA.VV. Escuela Municipal de Artes y Oficios. Memoria de 1899. Imp. de Francisco Nuñez. Salamanca. 1899

Anónimo. «Escuela de Artes y Oficios: Reparto de premios». En La Gaceta de Fomento de Octubre de 1885. Madrid.

Archivo Rabasf Legajo. 33-21/1

Archivo Rabasf. Legajo. 33-16/1

V. «Escuela Central de Artes y Oficios». En La Ilustración Española y Americana de 8 de octubre de 1887. Año XXXI. Núm. XXXVI. Madrid

Historia de la Mujer – Antígona y otras mujeres célebres

       El historiador Antonio Pirala sigue colaborando en la revista <El Correo de la Moda> con sus artículos para la Sección: Instrucción. Historia de la Mujer, el que reseñamos hoy es el primero de una serie en la que irá informando a las lectoras sobre las mujeres más destacadas de la Antigüedad, comentando las acciones por las que han destacado y haciendo mayor hincapié en las que considera tuvieron mayor importancia o, quizás, en las que tiene mayor información. La serie se inicia con el numero 29 de la segunda época, publicado el 8 de agosto de 1853. Respetamos la ortografía original

Antígona y otras mujeres célebres

Es tan abundoso el catálogo de las mujeres célebres, ora por su saber, ora por su virtud, ora por su valor, ora en fin por sus descubrimientos, que si hemos de presentar á nuestras amables lectoras una reseña de la principales, que son patrimonio de la historia, habrémos de compendiar en estremo sus hechos, abrazando á varias en la mayor parte de nuestros artículos. Solo así podrá tener termino la tarea, para nosotros tan grata, tan de la índole de periódico, y que tan satisfactoria debe ser á las suscritoras, por lo que lisonjea siquiera su legítimo amor propio.

Modelo de virtud, de piedad filial, y de cariño fraternal, se ofrece á todas las edades la hija de Edipo y de Jocasta reina de Tebas, la famosa Antígona. Durante el destierro á que voluntariamente se condeno su padre, después de haberse privado de la vista, le acompañó solícita, y le sirvió de guia. Hizo cuanto pudo, aunque infructuosamente, para reconciliar á sus hermanos Eteócles y Polynice, tan conocidos bajo la denominacion de los hijos de Edipo; y cuando murieron, su tio Creonte, que habia usurpado el trono, prohibió enterrasen á Polynice, prestestando que habia muerto con las armas en la mano dirigiéndolas contra su patria. A pesar de tan inícua órden, Antígona volvió secretamente a Tebas para dar á su hermano sepultura, y se halló con Argía, su cuñada, que ya habia acudido con igual objeto al sitio donde yacia su esposo. El bárbaro y desnaturalizado Creonte, instruido de haber sido desobedecido su mandato, dispuso que algunos guardias velasen cerca de la sepultura para descubrir al transgresor, y sorprendieron á la tierna Antígona, que iba á llorar sobre la tumba de su infeliz hermano,  que murió de orden del tirano.

Tan bello asunto suministró á Sófocles argumento para una de sus mejores tragedias, cuya representación causó tanto entusiasmo en los atenienses, que premiaron al célebre poeta con el gobierno de la Isla de Samos.

Areta, hija de Aristipo, célebre filósofo de Atenas, es uno de los innumerables ejemplos que prueban la aserción, que tantas veces hemos sentado, de no ser esclusivo patrimonio del hombre la ciencia. Areta, orgullo de su patria y de su tiempo, era tan docta en las letras griegas como en las latinas; y leia y explicaba de tal modo la doctrina de Sócrates, que mas parecia haberla escrito que aprendido. Esto dió lugar á que fuese fama en toda la Grecia, que el alma de Sócrates habia transmigrado á Areta. Escritora tan fácil y elegante como sábia maestra, dejo á la posteridad cuarenta libros sobre diversas ciencias. Después de haber enseñado filosofía material y moral en las Academias de Atenas por espacio de treinta y cinco años, murió á los setenta y siete de su edad, tres siglos antes que Jesucristo. Ciento diez filósofos distinguidos se vanagloriaban de haber sido sus discípulos. Sus conciudadanos, dolorosamente afectados por su pérdida, honraron extraordinariamente su memoria, e inscribieron en su sepultura el siguiente epitafio: Aquí yace Areta, la gran griega, lumbrera que fué de toda la Grecia: tuvo la hermosura de Elena, la honestidad de Thirma, la pluma de Arístipo, el alma de Sócrates, y el lenguaje de Homero.

Arquidamia, hija del rey de Esparta, Cleonimo, es una de esas figuras colosales de la antigüedad, cuyo heroísmo no pierde a pesar de los siglos, cuya grandeza reconocerán todas las generaciones.

Por ambicion de vencer á un pueblo tan valiente, invadióle Pirro, rey de Epiro, tan de improviso, y con tal rapidez, que llegó á Esparta sin obstáculo. Creyeron cierta ruina, trataron los Espartanos de salvar á sus mujeres, enviándolas a Creta, y Arquidamia se presentó al Senado, y en nombre de las demas de su sexo, romped ese decreto injurioso, les dijo. Nos deshonrais creyéndonos tan cobardes que podamos sobrevivir á la ruina de la patria: preparadas estamos á defender la ciudad, y resultas a morir con vosotros… Aquel rasgo de valor fué premiado; las mujeres permanecieron, y pelearon heróicamente, llevando al cuello Quelinodia, madre de Arquidamia, una cuerda con un nudo corredizo para ahorcarse si triunfaba el enemigo. Estimulando el valor de los hombres con el ejemplo de las mujeres, en vano repetia el sitiador sus ataques, en vano irritado con una resistencia que no entraba en sus cálculos asaltó la ciudad. Confundidos los sitiados de ambos sexos, cedió ante su coraje el empeño del invasor, á quien persiguieron en su fuga, dándole al fin muerte.

Por una série de visicitudes, fue preso y degollado el rey, hermano de Arquidamia, y ahorcada la madre. Obligada á entrar en la prision donde ambos habian sido ejecutados, verdadera espartana, ayudó á descolgar á su madre, la estendió con cuidado al lado de su hijo, la cubrió con un lienzo, y presentó el cuello al verdugo, esclamando: ¡quieran los dioses que mi muerte sea útil á Esparta!

Afrania, mujer de un Senador romano, defendia con admirable despejo muchos pleitos, á cuya ocupación era muy afecta: Agalis, muy celebrada por su sabiduría, daba como Areta, lecciones públicas en Grecia: Aganice (de Tesalia), fué la primera mujer que se dedicó al estudio de la astronomía, y á cuyas investigaciones se debe el conocimiento de las causas y tiempo de los eclipses de luna: Agripina, la mujer de Germánico, le acompañó constantemente, inflamando en el peligro con su ejemplo y su voz el valor de las legiones de Roma, que condujo una vez al combate, triunfando del enemigo. Alcesta, mujer de Admeto, rey de Tesalia, consultó en la grave enfermedad de su esposo al oráculo, y obteniendo por respuesta que moriria si alguien no sacrificaba por él su vida, hizo este sacrificio, que sirvió de argumento a una de las mas bellas tragedias de Eurípides; y Antonina, mujer de Belisario, le acompañó en sus campañas, sirviéndole de mucho con su valor y consejo.

Pero por mas que nos reducimos, se va haciendo larga esta reseña, que continuaremos en el inmediato número.

GLORIA MELGAR (1859-1938). XVI. Por Virginia Seguí

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La mujer y las enseñanzas artísticas. I

Nuestro trabajo se centrará en las especificidades que determinaron la enseñanza de estudios artísticos a la mujer. Nos enfrentamos, como en el caso anterior, a multitud de posibilidades. Intentaremos plantear un panorama general, y a la hora de puntualizar algún caso especial, profundizaremos en la situación madrileña.
Los problemas que tendrán las mujeres de extracción popular para acceder al aprendizaje artístico tradicional se centran en las dificultades que presentaba su estudio en el taller del maestro:
«Uno de los problemas esenciales con los que se encontraba la mujer del Renacimiento era el estudio en el taller del maestro. Normalmente los aprendices entraban alli siendo todavía niños y no se podían casar durante el período de aprendizaje, hecho inadmisible para una mujer, ya que acabado el mismo podía ser demasiado tarde para el matrimonio.»
Todo esto sin entrar a valorar cuestiones de orden moral, que podían plantearse a la hora de que una mujer viviera en la casa del artista, aun cuando este estuviese casado, y tuviese que convivir diariamente, además de con el artista y su familia, con el resto de discípulos que aprendían el oficio. Existían dificultades para el aprendizaje, incluso, cuando la artista en cuestión era hija de un artista.
El sistema gremial, en general, era contrario a permitir la formación de la mujer, impidiéndole así cualquier posibilidad posterior de desempeñar un oficio, ya que la autorización del Gremio era un paso previo imprescindible en cualquier profesión.
La mentalidad ilustrada modificó esta situación, abriendo posibilidades a la mujer, al favorecer y facilitar su acceso a algunas profesiones para las que se la consideraba naturalmente dotada.
La idea dominante, defendida por la mayoría de los hombres y mujeres de la época, era que la mujer, dadas sus especiales características, debía recibir un tipo de educación adecuado a ellas, esto  condicionó sus posibilidades. Sí, el planteamiento hubiera sido de tipo igualitario, una vez reconocida la necesidad de educar a la mujer, hubiera bastado con facilitarla el acceso a los estudios existentes, ya organizados, para los hombres, e incorporarla a ellos; esto hubiera ido paliando las desigualdades; pues la mujer hubiera ido accediendo a los diferentes niveles de educación, en la medida de sus capacidades y posibilidades, según sus características individuales. Pero el planteamiento no fue éste, sino que se organizó una educación especial encaminada, básicamente, a desarrollar en ella las capacidades para las que, según los tópicos vigentes, estaba dotada, que no eran otras que las que le interesaba al hombre y la sociedad de mayoría burguesa que se estaba formando, que desarrollara. 
Hemos visto como las ideas ilustradas del siglo XVIII, sobre todo en lo concerniente a la mujer de la clase popular, defendía su derecho a recibir una formación, con vistas a aprovechar su potencial como sujeto activo de la sociedad, desechar su ociosidad, etc, son muchos de los argumentos que se esgrimen. Debemos señalar también que respecto a la mujer de clases sociales altas, también se desarrollará un interés por que acceda a la educación. Sobre todo la sociedad francesa vive durante el siglo XVIII, un momento en el que la mujer consigue, en cierta manera, el dominio o control de campos que hasta ese momento le habían estado vedados. Ya hemos mencionado el comentario al respecto de los hermanos Goncourt, y cabría añadir los hermanos Gall que inciden en lo mismo. Además, esta situación preponderante de la mujer tiene dos consecuencias preocupantes: primero que al ocuparse de cuestiones de las que habitualmente ha estado desligada: como la política, las artes, las finanzas, se aleja de su medio natural: su hogar, abandona sus deberes de madre y esposa, etc. y, segundo que su cambio de rol, conlleva, además un efecto negativo en el comportamiento masculino quienes, en sus manos, se convierten en petimetres pusilánimes, perdiendo así todas sus capacidades y dotes directivas. La situación expuesta tiene su mayor exponente en la sociedad francesa, pero desde allí comienza a exportarse, sobre todo a países próximos política y geográficamente, comenzando a notarse también en la sociedad española situaciones parecidas, que aunque no tan graves como el caso francés, no dejan de preocupar a los ilustrados españoles del XVIII. Quienes ven que la solución a estos problemas pasa, también, por la educación de la mujer, ya que controlando su educación se controlará su comportamiento.
Las Sociedades Económicas de Amigos del País que van extendiéndose por la geografía española comienzan a fundar escuelas, entre ellas algunas especialmente dedicadas a las mujeres; en su mayoría encaminadas a conseguir su incorporación a la industria. En el Anexo II incluimos una relación de escuelas fundadas por estas entidades, como muestra de su labor educativa. Cabe destacar, en este sentido, la  gran actividad fundacional que la Económica Matritense dedica a mujer.
De acuerdo con la ideología dominante estas entidades acometieron, básicamente, dos tipos de escuelas: Primeras letras y de Artes y Oficios, incorporando a ellas, en ambos casos, a la mujer.
Durante el siglo siguiente la mentalidad fue transformándose; la educación ya no debía restringirse a la clase popular, sino extenderse a toda la sociedad, especialmente, a la creciente clase media. La mujer de la clase media tenía una labor importante que cumplir, y sólo su correcto desempeño permitiría el desarrollo de la sociedad liberal. Ejercer el poder por parte de la aristocracia era sencillo, su poder económico les permitía el desempeño de sus altos cometidos; podían pagar personal para que se ocupara, tanto de las tareas domésticas, como de las educativas, sobre todo, en lo concerniente a los varones ya que éstos eran los destinados, en el futuro, a ocupar el lugar de su padre y desempeñar altos cargos o labores directivas. ¿Pero que sucede con la burguesía?. La gran mayoría, no podía permitirse el lujo de contratar criados y/o educadores para su familia; sólo si la mujer estaba capacitada para hacerse cargo del hogar y de la educación de sus hijos, el hombre podría, teniendo así aseguradas ambas cuestiones, dedicarse a fines más altos: la política, las finanzas, etc.. No es por tanto de extrañar el creciente interés por educar a la mujer, aunque siempre dentro de los límites necesarios para los fines previstos.  
Existen, por tanto, dos intereses básicos: por un lado la necesidad de incorporar a la mujer de la clase popular al trabajo industrial, con ello tendría solucionado el problema de la ociosidad y sería además una medida económicamente rentable, dado que sus salarios siempre han sido inferiores a los percibidos por cualquier hombre; únicamente el trabajo infantil era más rentable. Respecto a la mujer de la clase media, su nuevo papel exigiría de ella modificaciones en sus actividades y conducta.
Existía la posibilidad de asistir a un colegio de señoritas, éstos podían ser religiosos o  seglares; la primera opción era la más habitual, aunque el número de los colegios privados seglares fue creciendo poco a poco y comienzan a ser interesantes para la educación de la mujer, sobre todo, a partir de las experiencias krausistas y la creación de la Institución Libre de Enseñanza, desde donde se planteaba, sin paliativos, la coeducación igualitaria, además de unos sistemas de enseñanza innovadores. Otra iniciativa digna de mención es la realizada por educadoras protestantes norteamericanas, como Alicia Gulick con la fundación en Madrid, en 1903, del Instituto Internacional que había tenido su precedente en el Colegio Norteamericano de San Sebastián fundado por el mismo grupo en 1881, que presentaba también experiencias docentes innovadoras para la educación femenina.
Las asignaturas impartidas, adecuadas a los planes de estudio vigentes eran, por tanto, coincidentes, con diferencias más bien terminológicas. Si consultamos algunos prospectos informativos que confeccionaban los colegios religiosos anunciando sus enseñanzas comprobamos que en la mayoría de ellos coinciden en las Enseñanzas generales: Religión y Moral, Lectura, Escritura, Gramática Castellana, Geografía, Historia, Literatura, Elementos de las Ciencias naturales y Geometría (aquí hay variantes a veces aparece Elementos de la Lógica), labores de mano (suelen incluir: zurcidos, bordados en blanco, seda y oro, cortar, planchar, etc.). Los idiomas pueden tener tratamiento diferente, el francés suele estar incluido en los estudios generales, el inglés y el alemán aparecen incluidos en los estudios de adorno; la Música en sus ramas de piano y canto y el dibujo, son siempre de adorno. Los estudios de adorno se imparten a petición de los padres y se abonan aparte. Esto sucede también en los prospectos de colegios religiosos franceses. Las asignaturas de adorno, normalmente optativas, son básicamente enseñanzas artísticas: dibujo, música. Aunque en este nivel de estudios puede decirse que se trata de una educación básica, se imparten unos conocimientos artísticos que cualquier señorita, que se precie de serlo, debía conocer, pero la escasa profundización en los estudios no permitía el desempeño de una actividad artística en el plano profesional.
Otras opciones que tienen cierto éxito, cuando se pretende conseguir un nivel de aprendizaje mayor, serían:
  • A) Las Clases particulares con un maestro. En la prensa de la época existen multitud de anuncios en este sentido (Fig. 56). Los catálogos de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, demuestran que ésta era una práctica habitual. Las reseñas sobre la participación femenina pone de manifiesto que las artistas en su gran mayoría figuran como alumnas de algún artista que impartía clases particulares.
  • B) Aprendizaje sin maestro, también se oferta, en la prensa y revistas, esta posibilidad. En realidad este método es el tradicional, ya que se trataba de una cartillas de dibujo, más o menos orientadas y adecuadas a la educación artística que se suponía debía aprender una mujer; el uso de las cartillas de dibujo era habitual, también, en el aprendizaje con maestro, ya que el alumno debía copiar y estudiar los modelos propuestos en ellas hasta adquirir perfección en su reproducción. Aquí se trataba de lo mismo pero siguiendo unas instrucciones sistematizadas de manera que siguiendo las pautas en ellas indicadas las alumnas pudieran ir avanzando en el aprendizaje, sin necesidad de un control directo por el maestro. El mayor problema se presenta en las correcciones de los ejercicios y en el control de los adelantamientos.
A continuación abordaremos la labor que se acomete desde instancias, más o menos, oficiales o gubernamentales en cuanto a la educación artística femenina.
BIBLIOGRAFÍA
Gall, Jacques y Gall, François. La pintura galante francesa en el siglo XVIII. Fondo de Cultura Económica. México. 1953
Martín Gaite, Carmen. Usos amorosos del dieciocho en España. Ed. Anagrama. Madrid. 1987
Zulueta, Carmen de. Cien años de educación de la mujer española. Historia del Instituto Internacional. Ed. Castalia. Madrid.1992..

 

Historia de la Mujer: Lui-Tseu

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   Presentamos en esta ocasión otro trabajo del historiador Antonio Pirala realizado para la sección Instrucción. Historia de la mujer, publicado en el número 26 de la segunda época correspodiente al dia 16 de  julio de 1854 en la revista madrileña destinada al público femenino <El Correo de la Moda>, se respeta la ortografía original.  
Lui-Tseu

Los descubrimientos, las invenciones, los verdaderos milagros de la ciencia, de la industria y de las artes, son también, como el valor, la hermosura y la virtud patrimonio de la mujer.

Sin abandonar la antigüedad de que nos vamos ocupando, remontándonos en ella, y trasladándonos á uno de de los límites del mundo, al impero que está hoy justamente llamando la atención de todos, á pesar de ser de todos desconocido, á la China, en fin, halláremos en su historia impresa, gloriosas páginas consagradas á Lui-Tseu, esposa de Hoaug-ti, que significa el emperador amarillo, y fué soberano del Celeste Imperio. 

La China, que ha sido indudablemente la cuna de la civilización y del saber, se hallaba en el reinado de Lui-Tseu en un estado de envidiable prosperidad. Esto era diez y siete siglos y medio antes de la venida de Jesucristo, y á pesar de tal fecha, leemos en los antiguos historiadores chinos, que aquellos dos amantes soberanos llevaron hasta un grado increíble la civilizacion al Imperio.

Pero concretándonos á Lui-Tseu, la veremos celebrada por haber descubierto el modo de criar los gusanos de seda con la hoja de la morera, é inventando el arte de hilar y tejer la seda, completando, segun algunos, el embellecimiento de las telas, bordándolas.

Tal fué la importancia de su descubrimiento, que bien pronto fué llevado á la Persia, y á la India: dos monjes le llevaron a Constantinopla, en tiempo de Justiniano y en el siglo XII, Rogerio, rey de las Dos-Sicilias, le trajo a España, donde desde luego fue un ramo de la industria de los mas productivos.

Pero dispensándonos esta disgresion en obsequio de la importancia del asunto para nuestras lectoras, diremos respecto á Lui-Tseu, lo que una ilustrada escritora francesa, ocupándose de la célebre china, y de su invento, que califica de un servicio que las mujeres no deben olvidar, porque la seda no es uno de los objetos menos preciosos de su adorno; si bien es cierto que favorece el lujo, no puede ni debe mirarse este descubrimiento como funesto á las costumbres, pues sirve para ejercitar la industria y la actividad, y es un recurso en muchos paises para un gran número de mujeres, que hallan su subsistencia en tan útil ocupacion.

Razon tiene la ilustrada defensora de su sexo. Visítense las poblaciones manufactureras de la seda, y se verá lo que deben á Liu-Tseu: se comprenderá el portentoso milagro de la ciencia, dando un valor tan grande á lo que nada seria sin el génio de la mujer.

Nosotros hemos visto centenares de mujeres, formando con los hilos de seda preciosas telas, y ricas y costosísimas blondas; y hoy, cuando vemos esas caprichosas piezas, cuya fabricacion nos asombra, no podemos menos de dedicar un recuerdo a la sábia china, á quien tanto debe el lujo, el buen gusto y la humanidad, por ser la de la seda una de las artes mas productivas, y de la que subsisten tantos millares de familias.

La historia de Lui-Tseu, como la de otras mujeres á quienes se deben invenciones y descubrimientos, son la mejor contradiccion que puede darse á Voltaire, ese célebre censor de todo lo mas sagrado, en opinion del cual nada inventan las mujeres.

No es ocasión oportuna reseñar aquí todas las invenciones que se deben á la mujer, pues hasta la guerra la debe ideas magníficas; nos reservamos esta tarea para emprenderla por completo; mas diremos en tanto para su loa, que su sola presencia inspira y crea. Fornerina creó un pincel sublime; Laura un poeta envidiable. La sonrisa de la mujer ha sido para algunos hombres el dedo de la Providencia: una y otra hacen brotar el génio.

Para terminar, diremos: que debiendo la China gran parte de su prosperidad á la seda, y por consiguiente á Lui-Tseu, fué colocada después de su muerte en el número de las divinidades, venerándola los chinos bajo el nombre de ESPÍTIRU DE LAS MORERAS Y LOS GUSANOS DE SEDA.

Y no iban por cierto muy descaminados en divinizar á quien les legaba una riqueza tan grande, una industria imperecedera. Mas digna del apoteosis es la persona que deja á la posteridad un venero de bienes, que el héroe que conquista laureles ensangrentados, dejando en pos de sí la desolacion y el esterminio.

Lui-Tseu adquirió, pues, una justa celebridad, y ocupa un lugar preferente en la historia de las artes y de la humanidad; porque una y otra le debieron beneficios como mujer sábia y como emperatriz, contribuyendo no poco al esplendor de un imperio que recuerda su época como una de las mas brillantes de su historia.

Justo, debido es, que consignemos aquí su nombre, como digno tributo rendido á la mujer, para la que nada hay de estraño.

 

GLORIA MELGAR (1859-1938). XV. Por Virginia Seguí

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Un caso particular. Barcelona y la Escuela de la Lonja

Fue Fernando VI quien autorizó en Real Cédula de 16 de marzo de 1758, el nombramiento de un cuerpo de Comercio: una Junta para atender a su fomento en lo gubernativo, y un Consulado en que se determinase todo lo contencioso. El reconocimiento de las facultades inherentes a la Junta, hasta entonces puramente nominales, no llegó hasta que Carlos III firmó, el 7 de septiembre de 1760, la Real disposición que así lo establece.

La Junta deseaba instalarse en el antiguo edificio de la Lonja del Mar, y aunque al principio hubo ciertas dificultades, en 1771 consiguen que las autoridades superiores de Cataluña les entreguen el local, aunque se encuentre arruinado y deshecho.

La Junta de Comercio inició sus labores de inmediato, tomando medidas tendentes a mejorar la situación industrial del Principado, entre ellas:

«[…] soluciona crisis fabriles, estudia planes, renueva maquinaria, importa adelantos, incrementa la producción al mismo tiempo que vigila severamente la calidad de los productos manufacturados; facilita créditos protege la industria textil, selecciona tintes para los estampados en algodón y seda, en especial los de las indianas, que no tarden en aventajar en calidad y precio a los del mercado extranjero.»

El resultado será satisfactorio y la Junta pronto estará en condiciones de acometer labores educativas; sus actuaciones, en este sentido, serán similares a las que ejecutadas por las Sociedades Económicas de Amigos del País o la Real Academia de San Fernando. Nombran comisiones para estudiar y comprobar las deficiencias que demuestran la escasa formación de los técnicos, por tanto las medidas a tomar deben ir encaminada mejorar su formación, para ello, en primer lugar crearán escuelas y centros de enseñanza y, en segundo deberán habilitar y elevar los presupuestos existentes de manera que puedan sufragar los gastos de formación de los alumnos fuera del país.

Como resultado de la primera de ellas, La Junta, creará en Barcelona, a lo largo de un siglo los siguientes establecimientos de enseñanza:

«En esta nueva etapa promotora de actividades que llegaron a absorber casi un siglo, se inicia en 1769 con la creación de la Escuela Náutica, a la que sigue en 1775 la Escuela Gratuita de Diseño, que, más tarde, al ampliarse pasara a llamarse Escuela de las Nobles Artes; en 1803 la de Química aplicada a las Artes, la de Taquigrafía en 1805, la de Cálculo y Escritura en 1806. Esta etapa, truncada durante la invasión napoleónica, no se reemprende hasta 1814 en que la Junta establece las cátedras de Física Experimental y de Economía Política; de Arquitectura, Mecánica, Agricultura y Botánica en 1817, y en 1819 las de Matemáticas, y de Aritmética y Geometría prácticas para sus ayudantes.»

Centrándonos en lo relativo a la Escuela de la Lonja debemos señalar que la Junta de Comercio inicialmente pensaba crear una Escuela Gratuita del Diseño, destinada a cubrir las necesidades de la industria del algodón y la seda, de ella deberían salir los alumnos preparados para incorporarse a las fábricas de indianas. El Reglamento de noviembre de 1776 también preveía que, más tarde, una vez que esta necesidad estuviera cubierta ampliar el campo de aplicación de estas enseñanzas. Y dar conocimientos artísticos sobre manufacturas y artefactos a toda clase de gentes formando así perfectos pintores, escultores, arquitectos, grabadores, etc.

La enseñanza que imparte, no sólo es gratuita sino que facilita a los alumnos los materiales necesarios para desarrollar sus actividades. Y no olvida el resto de la formación educativa de sus alumnos, creando también una Biblioteca que, poco a poco, va nutriéndose de libros que facilitan el estudio a los alumnos. En ciertos casos se atendieron también situaciones de necesidad de los alumnos, concediéndose, a veces, pequeñas cantidades tendentes a solucionar situaciones de precariedad familiar.

En 1778 se propone la ampliación de los estudios, siempre que lo admitiesen los locales de la Escuela, el propósito era establecer clases de Bellas Artes, Pintura, Escultura y Arquitectura. Este es el momento en que cambia su nombre por el de Escuela de Nobles Artes.

La Escuela va adquiriendo fama, el profesorado es cada vez más cualificado, consecuentemente con esto comienzan a ser solicitados sus servicios como asesores en cuestiones educativas; El Fiscal de la Audiencia les pide consejo sobre la fundación de una Escuela de Dibujo en Olot; la Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza, Tárrega y Gerona solicitan su apoyo y dirección para las Escuelas de Dibujo, que cada una de ellas, proyecta fundar, etc.

Naturalmente, desde el principio, para excitar a los alumnos y premiar su adelantamiento se establece la habitual política de premios que este tipo de Instituciones crea. Siendo estos cada vez de mayor cuantía y categoría. Con el tiempo se crearon premios extraordinarios, primero anuales y después trimestrales equiparándose así a los concedidos por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la de San Carlos. La creación de los premios pedagógicos era otra de las aspiraciones de la Junta, desde 1786 se habían iniciado los trámites necesarios para poder concederlos pero hasta 1789 no se consiguieron los permisos pertinentes para conceder a los alumnos aventajados pensiones que les permitieran terminar y perfeccionar sus estudios en Madrid o fuera del país. A principios del siglo XIX, con el objetivo de promover todas las artes se amplían los premios y comienzan a concederse: premios de industria, que premian diseños de dibujos aplicables sobre todo a la industria de indianas. En 1834 se crea un nuevo Plan de Premios quedando éstos divididos en cuatro clases: Grandes premios, equivalentes a los generales; Premios de composición de concesión anual y en número de siete, Premios ordinarios y trimestrales se concedían hasta sesenta y seis y Premios menores de carácter mensual o accidental. .

La situación de penuria económica que atraviesa la junta hacia 1825 le hace primero suspender algunos años la concesión de los premios generales y después modificarlos, transformándolos de económicos en honoríficos: medallas de oro de diferentes tamaños.

La Junta lucha también contra el control gremial, poniendo en conocimiento del Gobierno las trabas que se dan el Principado para la práctica de las Nobles Artes dadas las actividades de los colegios de los diferentes gremios: plateros, pintores, escultores, carpinteros, sin que la Real Cédula de 1782 declarando libres estas actividades. Se pedía se evitará de raíz toda posibilidad de obstaculizar el ejercicio de las actividades artísticas, para ello debía facultarse a la Junta para que con la Real Academia de San Fernando emitiera licencias para los trabajos de pintor y escultor, a aquellos alumnos de la Escuela que hubieran obtenido premios en sus especialidades, reconocidos en un examen final, así mismo se solicitaba que se eximiera a los artistas de la necesidad de estar colegidos para ejercer sus respectivas profesiones.

Otra actividad destacada eran las exposiciones que se realizan en la Escuela de la Lonja, en aquellas fechas Barcelona no contaba con ninguna otra sala de exposiciones y éstas que se realizaban para exponer los premios anuales en la Lonja eran muy apreciadas por el público barcelonés. El interés que despertaban fue aumentando y cuando se ampliaron las salas dedicadas a exposiciones varios profesores de la escuela cedieron cuadros originales para ser expuestos en ellas.

A principios del siglo XIX durante la invasión napoleónica Barcelona vive momentos de crisis, durante seis años la ocupación de Barcelona por tropas francesas trastorna la vida de la Escuela y puede considerarse inexistente. En general existió una actitud de resistencia ante la una Junta afrancesada que pretendía reiniciar las actividades académicas, los trabajadores de la escuela pasaron largo tiempo sin percibir sus emolumentos, pero custodiaron el edificio en un intento de mantenerlo fuera del dominio francés.

Ante las medidas tomadas por las autoridades francesas respecto a las Iglesias y conventos, el director de la Lonja tomó medidas tendentes a evitar el expolio francés trasladando a las salas de la Escuela obras de artes recogidas de estos centros religiosos, de esta manera se salvaron bastantes obras. Una vez que las tropas francesas abandonaron Barcelona, se procedió a inventariar las obras devolviéndolas a sus dueños, excepto algunas de especial valía que corrían el peligro de perderse si volvían a claustros húmedos y faltos de condiciones, se entablaron conversaciones con sus dueños y en los casos que aceptaron fueron sustituidos por copias que quedaron en la Escuela para que los alumnos pudieran contemplar obras originales de grandes maestros;  hoy día, éstos los originales, están expuestos en el Museo de Arte de Cataluña.

Conforme la vida recobraba su normalidad la Escuela volvió a abrir sus aulas y reanudó sus actividades.

La primera Escuela de Arquitectura fue una realidad en 1817, el 11 de septiembre del mismo año tuvo lugar la inauguración oficial, pero hasta 1819 en que comenzó a  exigirse a los alumnos estudios previos de matemáticas no comenzó en realidad el estudio de arquitectura propiamente dicha. Se agrupa a los alumnos en dos clases los que quieran dedicarse a lo científico del arte, y a los que no pudiendo hacerlo aspiren a conocer la parte que puedan del mismo arte. La enseñanza se divide en tres clases: principiantes, prácticos y teórico-prácticos.

La Real Orden de 17 de Octubre de 1818 que establece la subordinación de todas las Academias y Escuelas de Nobles Artes a la Real Academia de San Fernando, orden de claro espíritu centralizador no es demasiado bien visto en Barcelona ya que sin duda limita las funciones de la Junta de Comercio, que se negará a aplicar el Reglamento que la Real Academia de San Fernando crea al efecto.

La Escuela pasa malos momentos, problemas de alumnado y descontento en el profesorado y trabajadores del centro relativos, a emolumentos, ascensos, etc. Comienzan a existir problemas de competencias entre Madrid y la Junta, que crean problemas económicos que repercuten en el orden pedagógico.

Según la relación de premios concedidos en 1822 se impartían las siguientes clases: Invención de flores, modelo del natural en diseño, modelo del natural en escultura, modelo de yeso en diseño, modelo de yeso en escultura, flores copiadas del diseño, flores y adornos, oficios y artefactos. En 1824 se accede a que se establezca la enseñanza de dibujo de paisaje y toma de vistas a cargo del pintor Pablo Rigalt.

Muchos alumnos de esta Escuela fueron en los años siguientes artistas destacados: Joaquín Planella, Francisco Coromina, José Bover, Jacinto Corominas, Antonio Roca, José Arrau Barba, Antonio Ferrant, Adriano Ferránt, Antonio Boix y Segismundo Ribó.

En 1826 la Junta modifica el Reglamento de la Escuela, y reorganiza las enseñanzas, Se incluye una clase de arquitectura civil, la enseñanza queda divida en siete asignaturas. Encuentran las enseñanzas del Grabado en franca decadencia, debido a las nuevas técnicas como la litografía y la Calcografía que merman cada vez más sus posibilidades.

Varios alumnos de la clase de Perspectiva y Paisaje solicitan del profesor Pablo Rigalt que les diese la lección por la mañana a fin de aprovechar la luz natural. Este profesor se ofreció para viajar a sus expensas, con la colaboración de los alumnos que se prestaran a ello, y aprovechar sus vacaciones para levantar algunos planos de lugares pintorescos de Cataluña.

En 1830 se pide la al Rey que elevase la categoría de la Escuela de los Nobles Artes a Academia que no tuvo el eco deseado en Madrid. Aunque las aspiraciones de crear una Academia en Barcelona son muy anteriores a esta fecha, e incluso, anteriores a la creación de la Junta, y así lo ponen de manifiesto documentos que contiene un legajo del Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en el que se conservan varias solicitudes en este sentido, la fechada en 1747, la hacían un grupo de artistas que se habían asociado y formado una Escuela de enseñanzas artísticas. Las peticiones a la Real Academia están encabezadas por: Francisco Tramulles; académico de la de San Fernando que se proponía como director de Pintura de la de Barcelona, al que acompañan en la petición: Pedro de Costa académico de Mérito de la de San Fernando y Director de Escultura de la de Barcelona, Joseph Martí y Amat Director de Arquitectura de la de Barcelona; seguidos de Carlos Grau, Ignacio Valls, Manuel Tramulles, Ramón Esplugas, etc..

En 1834 se inicia otra etapa renovadora, implantándose las enseñanzas de ornato que ya funcionaban, similar a la que existía en la R. Academia de Milán. Se divide esta nueva disciplina en cuatro secciones: elementos de contorno, elementos de sombra, modelo de yeso y elementos de ornato  Los estudiantes se dedican al ornato que más conviene a su profesión, arte u oficio. En la cuarta se aprenden las reglas de la Composición. En este año las enseñanzas de la Escuela están constituidas por: principios; testas y figuras; flores y artefactos; escultura, yeso y natural; pintura al óleo; perspectiva y paisaje; ornato, grabado y vaciado.

En 1838 se crea, en unos locales del antiguo Convento de San Sebastián, próximo a la Lonja, una Clase del Natural a ruegos de Ferrant y Arnau, trasladándose también la Clase de Grabado al mismo lugar.

También en este año se hace un nuevo intento de lograr de Madrid autorización para transformase en Academia, pero nuevamente la Real Academia de San Fernando considera contrario a sus intereses semejante pretensión.        

La Junta atraviesa desde hace tiempo problemas económicos, sus ingresos dependen básicamente de peritaje, concedidos en su fundación y que poco a poco han ido reduciéndose y viéndose afectados por las diferentes guerras que se van sucediendo, ahora en 1841 se verá suprimido al aprobarse el nuevo plan arancelario que suprime los arbitrios especiales y entre ellos el peritaje de la junta. El mantenimiento de las enseñanzas requiere fuertes sumas económicas, para sufragar los gastos de locales, pensiones, materiales, profesores, etc. Todo ello le lleva en 1842 a declarar públicamente la imposibilidad de mantener  las Escuelas en funcionamiento. Los profesores y trabajadores del centro llevaban casi un año sin cobrar.

Ante la grave situación la Junta se dirige al Gobierno para solicitar nuevamente la creación de una Academia, amparándose en las indicaciones recibidas de la Real Academia de San Fernando en noviembre de 1829, aunque justificando su retraso por las situaciones de inestabilidad vividas en el Principado. Deseaban formar la creación de la Nacional Academia Barcelonesa de Bellas Artes, puesta bajo la advocación de Santa Eulalia, se aprobaron los Estatutos Provisionales y se solicitó la ayuda y colaboración de la Diputación, el Ayuntamiento y la Academia de las Buenas Letras y de Ciencias y Artes. El Ayuntamiento por su parte se había dirigido ya al Gobierno solicitando autorización para establecer una Escuela de Nobles Artes.

La Academia de San Fernando no considera oportuno destruir la más bien montada Escuela de la nación, sostenida por la Junta de Comercio.

En 1849 por Real Decreto de 31 de diciembre quedan instituidas las Academias Provinciales de Bellas Artes quedando bajo su tutela las enseñanzas artísticas. Esto aunque no significaba, directamente, la desaparición de la Junta de Comercio si significaba vaciarla de contenido. El traslado y traspaso de competencias fue lento y difícil por la oposición de la Junta, deslindar atribuciones y competencias entre la Junta de Comercio y Academia llevo tiempo, exigió años de trámites y negociaciones.

El 27 de abril de 1850 administrativamente hablando quedo instituida la Academia Provincial de Bellas Artes de Barcelona, después de leer el Real Decreto de 31 octubre de 1849 sobre organización y régimen de las Academias y estudios de Bellas Artes en las provincias de la Monarquía. Fue un acto ajeno a la Escuela de Nobles Artes de la Lonja, la nueva Academia no tenía local donde reunirse y los académicos que fueron nombrados aunque formaban parte de la vida cultural catalana eran, también en su mayoría. ajenos al mundo del arte. Muchos de los profesores de la Escuela de la Lonja, que eran ya académicos de la de San Fernando o San Carlos y que quedaron fuera de este primer nombramiento, solicitaron su inclusión en la provincial, su petición fue aceptada meses después y a finales de 1850 asistían ya como académicos los profesores: Vicente Rodes, Antonio Ferrant, Damián Campany, Antonio Roca, Luis Rigalt y José Casademut. Con ello la Academia provincial alcanzaba el prestigio y autoridad artística que le correspondía.

No obstante seguían existiendo diferencias, una cosa era dirigir las enseñanzas artísticas y otra muy distinta, al menos para la Junta, dirigir la Escuela de la Lonja. La Junta intentó mantener fuera de la órbita de la Academia aquellas enseñanzas artísticas de tipo más industrial, aquellas con las que empezó la escuela, que a su entender estaban más alejadas de competencias académicas.

La autoridad gubernativa tuvo que decidir finalmente la cesión del segundo piso del edificio de la Escuela de la Lonja para ser ocupado por la Academia provincial; tras algunos altercados y dificultades así queda establecido.

En cuanto a las cuestiones docentes el Reglamento que la Real Academia de San Fernando había aprobado, establecía una división de la enseñanza en estudios menores y superiores. Los menores de, carácter gratuito, eran considerados elementales y preparatorios para el paso a los superiores y los de aplicación a la industria, estaban divididos como sigue:

            1º) Aritmética y Geometría propias del dibujante; 2º) Dibujo de figura; 3º) Dibujo lineal y de adorno; 4º) Dibujo aplicado a las Artes y a la fabricación; 5º) Modelado y vaciado de adorno.

Los Estudios superiores, exigían el abono de matrícula y correspondían a los de Bellas Artes y maestros de obras consistiendo en:

            1º) Dibujo de antiguo y del natural; 2º) Pintura, escultura y grabado 3º) Enseñanza de maestros de obras y directores de caminos vecinales.

El Decreto de junio de 1869, del que ya hemos hablado, crea serias dificultades en Barcelona que quedan subsanadas por interpretaciones particulares del decreto, de manera que las nuevas normas no afecten a las enseñanzas establecidas en el principado y puedan seguir impartiéndose. No obstante, las atribuciones que este decreto confiere a las Diputaciones hace que la Diputación de Cataluña empiece a acariciar la idea de crear una nueva Escuela que reúna todas las enseñanzas, denominada Escuela Politécnica. Su inauguración se efectuó en octubre de 1869 en las mismas clases de la Lonja.

En 1871 el Gobernador de la provincia de acuerdo con las disposiciones vigentes en materia de enseñanzas artísticas y para solucionar los problemas existentes dispone la reorganización de las enseñanzas en Cataluña, disolviendo la Escuela Politécnica y creando dos Escuelas: una de Arquitectura y otra de Pintura, Escultura y Grabado, pero considera que deben arbitrarse medidas de tipo administrativo que permitan reorganizar al profesorado. Una vez hecho esto éstas escuelas deberán quedar bajo la tutela superior de la Institución más idónea para ello: la Academia Provincial de Bellas Artes y que se provea de fondos a ésta para poder acometer la tarea sin problemas. Establece también que la recién creada Escuela provincial de Arquitectura dará impartirá sus estudios siguiendo la enseñanza oficial de la de Madrid, expidiendo títulos de Arquitecto según la norma de 8 de enero de 1871. La Escuela provincial de Pintura, Escultura y Grabado dará las siguientes enseñanzas: dibujo del antiguo y natural; Colorido y Composición; Perspectiva y Paisaje; Teoría e Historia de las Bellas Artes; Anatomía Artística; Escultura; Grabado en todas sus formas y procedimientos.

Ya en estas fechas la ciudad de Barcelona había iniciado su expansión, y aumentado su densidad demográfica de tal modo que la saturación de alumnos en las Escuelas existentes es muy alta, pidiéndose la apertura de centros secundarios en los diferentes barrios de la ciudad que facilitaran el acceso de los habitantes de la periferia y aumentaran el número de alumnos posibles. La Academia propondrá a la Diputación la creación de Escuelas sucursales de dibujo en los diferentes barrios. Y se publica una convocatoria para conceder subvenciones a otras Escuelas de Artes y Oficios que creasen las poblaciones de la provincia. Las primeras que lo solicitaron fueron: Mataró, Sabadell y Tarrasa. La primera escuela de este tipo se creó en 1880 en la calle del Dr. Dou, nº 17, bajo. Tuvo un éxito rotundo quedando cubierto el cupo de alumnos en el primer año de funcionamiento.    

Los diferentes decretos de fines de siglo, que hemos comentado en el apartado anterior conducen finalmente a desvincular la Academia Provincial de Barcelona de la Escuela de Bellas Artes, culminando en 1900 cuando además sufre una transformación en la denominación pasando a ser: Escuela de Artes e Industrias de Barcelona.

A partir de esta fecha esta escuela que tuvo su origen en la Escuela de Lonja se incorpora a la enseñanza oficial.

El panorama general de las enseñanzas artísticas que hemos expuesto hasta aquí, daría mucho más de sí y, es un tema que en sí mismo permitiría un trabajo más extenso, si detallásemos las características propias de cada provincia; ante las limitaciones de tiempo y espacio hemos intentado plantear un panorama general que, básicamente, puede hacerse extensible a todo el territorio nacional. Las diferencias propias de cada una de las provincias afectaron también a este proceso, lo que sin duda produjo desajustes cronológicos pero, sustancialmente, el proceso fue uniforme. Ante la imposibilidad pormenorizar la situación en cada una de ellas nos hemos decidido por centrarnos en los dos ejemplos, que creemos, más significativos: Madrid y Barcelona. Somos, también,  conscientes que cualquiera de los dos ejemplos permitiría, e incluso requerirían, estudios más extensos que quedan fuera de nuestras posibilidades.

BIBLIOGRAFÍA

AA. VV. Plan General para el Gobierno de las Escuelas de Nobles Artes, dispuesto por la Real Academia de San Fernando y aprobado por S .M. Imp. Real. Madrid. 1819

Marés Deulovol, Federico. Enseñanza artística en el Principado. La Junta particular de Comercio. Escuela gratuita del diseño. Academia de Bellas Artes. Ed. Camára Oficial de Comercio y Navegación de Barcelona. Barcelona. 1964.