Escritoras Españolas: Concepción Gimeno de Flaquer. Por Virginia Seguí


 

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En esta ocasión estudiaremos la figura de la escritora Concepción Gimeno de Flaquer, su biografía, sus obras, su actividad como conferenciante y su empresas periodísticas como directora y colaboradora de diversas revistas y periódicos de la época y la opinión de algunos críticos sobre su figura y su obra.

Se incluye también uno de sus artículos, en el que destacaba el trabajo de las mujeres en el campo literario bajo el título «Impulso dado por las mujeres al Renacimiento Literario», fue publicado en El Álbum Íbero Americano.

Escritoras Españolas: Concepción Gimeno de Flaquer. Por Virginia Seguí

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La conocida escritora Concepción Jimeno de Flaquer, fue bautizada con algún nombre más, algo  bastante frecuente en su época; su nombre completo era: María de la Concepción Pilar Loreto Laura Rufina Gimeno y Gil, pudiendo variar la primera letra de su primer apellido; que aparece en ocasiones escrito Jimeno; aragonesa de nacimiento, se sabe que nació en el municipio de Alcañiz en la provincia de Teruel, el 11 de diciembre de 1850; fue  educada en Zaragoza y después se trasladó a Madrid.

Contrajo matrimonio con el escritor y periodista Francisco de Paula Flaquer y Fraile; director de la revista La Aurora de Yamuri (Matanzas).

Además de en España, vivió en otros países entre ellos Francia, Portugal y México; enConcepciónGimenoFlaquer este último se instaló a partir de 1883, donde dirigió la revista de la que también era propietaria El álbum de la mujer; el gobierno mexicano le otorgó algunas distinciones y por importante labor en pro de la educación recibió la Medalla de Honor de Venezuela; tras esto regresó a España, donde continúo con sus actividades literarias y periodísticas, colaborando con diversas revistas, entre las que se encuentra La Revista de Aragón.

Juan Tomás Salvany escribió el prólogo a su obra Madres de hombres célebres y publicó en la revista La ilustración de Barcelona un artículo sobre ella en la que alaba sus cualidades destacando sus cualidades; tanto en su faceta de escritora como en las de mujer y madre de familia; describiéndola con estas palabras: ”Esta escritora es bella y varonil como un soldado griego, delicada y tierna como una mujer, suave y exquisita como un perfume bullicio e inquieta como un ave, ha trazado todos sus libros lo mismo que Enriqueta Stowe, haciendo hervir la olla de la familia, es decir siendo el encanto de la casa, bordando ya con la pluma sobre el papel, ya con la aguja sobre la tela.”

Retrato_ConcepciónGimenodeFlaquerA Salvany le es imposible valorar positivamente a la escritora sin destacar también y mencionar expresamente sus cualidades y actividades dentro de su hogar. Aunque también menciona su preclaro pensamiento: “A semejanza del águila o del halcón, que desde prodigiosa altura divisan y caen sobre su presa con la  prontitud de rayo, de tal suerte Concepción desde lo alto de su inteligencia luminosa, divisa la belleza mal oculta entre el interminable fárrago, sabe apoderarse de ella, pulirla abrillantarla y ofrecérnosla al fin como engastada en páginas discretas, en periodos sonoros en conceptos nuevos galanos y profundos.”

Describiéndola como mujer; indica, ya conocéis a la escritora ahora conoceréis a la dama: “Imaginad una figura femenina con la delicadeza de una flor, con la flexibilidad de un junco y la distinción inglesa de una Lady, imaginaos todavía una mano breve y nacarada, un rostro dulce y correcto al par de su estilo, una frente serena y despejada, una mirada inteligente y como inteligente tierna y como tierna seductora, unas hebras de un color rubio apagado que recuerdan la palidez de los rayos solares al filtrarse con dificultad por una selva enmarañada […]”, las palabras de Juan Tomás Salvany se asemejan más a las de un enamorado que a las de un crítico.

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Carta Victor Hugo a Concepcion Gimeno de Flaquer

Concepción Gimeno de Flaquer tuvo también actividad como conferenciante, entre las más destacadas podemos citar su intervención el Ateneo de Madrid dentro del ciclo organizado por esa institución en 1891; su participación se produjo el 25 de marzo siendo el tema de sus conferencia La mujeres de la Revolución Francesa; el 30 de ese mismo  año la revista que dirigía la escritora en Madrid, El Álbum Ibero Americano, publicó un artículo firmado José María Matheu en el que comentaba esta conferencia y el número siguiente incluía algunos comentarios del resto de la prensa sobre el tema.

En 1901 pronunció otra conferencia en el Ateneo de Madrid con el tema El Problema feminista; dedicada a la Infanta Dª Eulalia de Borbón  que asistió al acto, también apareció editada en 1903. El 3 de mayo de 1906 pronunció otra conferencia, esta vez en Roma, y para la asociación de la prensa italiana, es decir en los locales de la Associazione della Stampa , teniendo como tema La mujer italiana en el arte y en la historia; El Álbum Ibero Americano comenta el evento, en su número del 14 de mayo, agradeciendo los entusiastas comentarios y elogios que habían sido publicados por algunos periódicos españoles e italianos.

Sus obras publicadas Victorina o heroísmo del corazón (1873); La mujer española. Estudios acerca de su educación y sus facultades intelectuales (1877); La mujer juzgada por una mujer (1882); La mujer ante el hombre (1882); El Doctor alemán (1880); Madres de hombres célebres (1884); Suplicio de una coqueta (1885); Civilizaciones de los antiguos pueblos mexicanos (1890); ¿Culpa o expiación? (1890); Mujeres: Vidas paralelas (1893); Ventajas de instruir a la mujer y sus aptitudes para instruirse (1896); En el salón y en el tocador. Vida social (1899); Evangelios de la mujer (1900); La mujer intelectual (1901); Mujeres de raza latina (1904); La Virgen Madre y sus advocaciones (1907); Mujeres de regia estirpe (1907) y Una Eva moderna (1909)

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Dirigió diversas revistas colaborando en ellas con crónicas y artículos: La ilustración de la Mujer, El Álbum Íbero Americano y El Álbum de la mujer; además de publicar en muchas otras revistas y semanarios; entre ellos: La Revista de Aragón y El trovador del Ebro, El Correo de la Moda, la Madre de Familia, El Mundo Ilustrado, La Familia, Flores y Perlas, La Ilustración, El Parthenon, La Basílica Teresiana, etc.

El 31 de enero de 1907 en la sede de la Unión Ibero-Americana de Madrid, pronunció una conferencia con el tema: Civilización mexicana en la época precolombina. En la misma asociación el 21 de mayo del año siguiente pronunció otra conferencia con el tema La mujer antigua y la mujer de espíritu moderno, que fue también publicada en los números de la revista El Álbum Íbero Americano de fechas 7, 14, 22 y de julio y 7 de agosto de 1908. En el Círculo de Bellas Artes pronunció otra conferencia con el título La mujer y el arte. En la Sociedad Española de Higiene pronunció otra conferencia a la que asistió el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes; en esta ocasión su intervención se titulaba: Iniciativas de la mujer en la higiene moral social; la mencionada sociedad la encontró tan interesante que fue publicada como libro en 1908, ya que trataba de un estudio bien documentado en favor de las actividades de la mujer en este campo.

Al publicar Mujeres, Vidas Paralelas se publicó un artículo sobre el tema en su revista El  Album Íbero Americano en el que se hablaba sobre la autora y su obra:

Son tan conocidos, así en Europa como en América, los méritos literarios de la cantora de la mujer, que nada nuevo podríamos añadir hoy, con el elogio de su última obra, á los grandes lauros conquistados por su brillante ingenio. Creemos interpretar el deseo de nuestros lectores anticipándoles el retrato que acompaña al libro de dicha autora.

Podrían parecer apasionados nuestros elogios, publicados aquí, tratándose de la ilustre escritora Concepción Gimeno, cuya belleza y elegancia es su propio estilo. Por eso nos limitamos á consignar la favorable acogida que ha obtenido del público su último libro, quizá el mejor pensado y el más gallardamente escrito de todos los suyos, con ser su estilo conocido por culto, castizo, correcto y elegante; tan favorable, que en los pocos días que hace que está á la venta en las librerías de Madrid, hállase casi agotada la primera edición.

Toda la prensa española ha visto en Mujeres, Vidas Paralelas la interesante labor de un fino y delicado ingenio, consagrado á la noble tarea de defender siempre y en todas ocasiones á la más hermosa mitad del género humano; ha reconocido el talento de la autora, ya proclamado por la opinión desde que escribió su primera obra; ha elogiado la amenidad de su forma, el acierto en elegir heroínas de la virtud, de la inteligencia, del sentimiento, dignas en verdad de ser retratadas por mujer de tal altura, en la cual late un corazón lleno de poesía y delicadeza, hay un espíritu sereno y observador, una inteligencia razonadora y una cultura en la mayor parte de los ramos del saber humano, que tanto ha contribuido á abrillantar el entendimiento de esta escritora tan conocida en la república de las letras desde sus más tiernos años.

Lleva Concepción Gimeno, si mal no recordamos, publicados doce ó catorce libros, y el mayor elogio que puede hacerse de ellos es el éxito obtenido en las librerías. Hay obras como Victorina, La mujer juzgada por una mujer. Madres de hombres célebres que han alcanzado ocho y diez ediciones y otras, como su preciosa novela ¿Culpa ó Expiación? y El Doctor Alemán, que han sido editadas cuatro ó cinco veces, estando agotadas en la actualidad.

¿Qué mayor mérito puede ostentar un literato ni qué elogio más grande hacerse de ál que la rápida venta de sus libros y la aparición sucesiva de sus ediciones? Tales son los que nadie puede disputar á la autora de Mujeres, Vidas Paralelas, á cuya belleza física une la hermosura de un alma de artista, que siente y sabe hacer sentir cuando pinta cuadros como el de su reciente obra, llenos de luz y color.

Revela también el último libro de la señora Gimeno de Flaquer un delicado sentimiento de gratitud al dedicar sus hermosas páginas á los amigos que ha dejado en América, muy especialmente en México, en aquella tierra donde fueron tan celebradas sus relevantes dotes de escritora y donde fué tan agasajada, obteniendo respetuosos homenajes de la admiración que inspiran su talento, su belleza y sus virtudes.”

«Impulso dado por las mujeres al Renacimiento Literario». Por Concepción Gimeno de Flaquer

 

Los siglos XV y XVI son la era histórica más simpática: los inventos de estos siglos cambiaron la faz del mundo dejando huellas imperecederas. En esta brillante época se admira el gran desarrollo de la inteligencia humana, el genio del hombre dando feliz cima á empresas tan arduas como gigantescas. Todos los rayos de luz más fúlgida convergen hacia esa época de útiles exploraciones, en la cual los misioneros de la ciencia demuestran sus ingeniosos adelantos, en la que el atrevido Colón recorre los mares para arrancarles un nuevo mundo, mientas Copérnico escala los cielos para descubrirles nuevas constelaciones.

El carácter de estos siglos de oro es el de los descubrimientos, siendo el más importante el de la imprenta, que transmite la idea con rapidez eléctrica y eterniza la palabra escrita: la imprenta, extirpadora del error, propagadora dé la luz, bandera del progreso y aurora de la civilización. Abraza tan glorioso período el Renacimiento, que es para el artista el libre vuelo de la fantasía, que es para los amantes de lo bello el suceso más importante en los fastos del arte, que es la moderna piqueta demoliendo antiguos gustos y antiguas ideas. En la época del Renacimiento es cuando más se desenvolvió el sentimiento estético, siendo tan ardiente la pasión de lo bello, que en Italia se celebraba con repique de campanas y grandes iluminaciones la aparición de una obra de Rafael, Brunelleschi, Miguel Ángel, Andrés del Sarto ó Leonardo de Vinci, fijándose multitud de sonetos al pie de las obras pictóricas ó arquitectónicas de los grandes maestros.

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Estos siglos de la erudición, más famosos todavía por haberlos enaltecido los gloriosos nombres de Cervantes, Shakespeare, Tasso, Lope de Vega y Camoens, vate portugués que cual Ovidio fué desterrado por amante y por poeta, serán siempre memorables por la protección que se dispensó á las artes y á las letras desde las regiones más elevadas, dándoles gran impulso los Médicis en Florencia, Julio II y León X en Roma, Francisco I en Francia y Carlos V en España. No podía permanecer indiferente á esta revolución intelectual la mujer; la mujer, innovadora siempre, apasionada de lo bello y entusiasta por lo grande; la mujer, que cuando no crea se hace eco de toda titánica creación. Ella comprendió el Renacimiento y lo alentó con todas sus fuerzas, mutilando las absurdas ideas de la Edad Media, que hacían vanagloriarse á la castellana de su ignorancia, considerándola signo de nobleza. Isabel la Católica, que tanto favoreció á España, dio grande importancia á la educación literaria de las mujeres; bajo su protección se imprimieron numerosos libros, de los cuales hacía donativos para propagar la cultura intelectual.

MariaMolinaInfanteDJuan_BorrasTestimonio de su amor á la instrucción es la ley que dictó para que los libros no pagasen ningún derecho. Esta simpática reina fue discípula de Beatriz de Galindo, llamada La Latina, que tanto brilló por sus conocimientos profundos de los clásicos antiguos, y ambas damas se rodearon de una pléyade de mujeres ilustradas, cuyos nombres no citamos por ser tan conocidos. Margarita de Valois, reina de Navarra, es una de las mujeres que más trabajó en favor del Renacimiento; cultivó las letras, y fué por su belleza y sabiduría la más renombrada de las tres célebres Margaritas del siglo XVI. Su amor á la ciencia la impulsaba á los estudios serios, aficionándose notablemente al hebreo, al griego y al latín. En España asombró por su elocuencia cuando fué á pedir gracia por su adorado hermano, y las cartas que dirigió á éste durante su cautiverio, son un modelo de ternura fraternal y se hallan en estilo literario á la altura de las de madame de Sevigné

MargueriteValois

La divisa que había adoptado Margarita de Valois, colocada debajo de un girasol, revela su elevación de ideas: ‘Non inferiora secutus.* (No seguir objetos vulgares). «La mujer es la fortuna,» dicen los pueblos de Oriente, y este axioma se ve realizado en Margarita, pues era el ángel bueno de su hermano. Las mujeres de todas épocas han amado la poesía: María Antonieta, después de ver una tragedia de Chanfort, le llamó para felicitarle, y le señaló una pensión: la hija de Francisco I se acompañaba siempre de poetas, y María de Médicis, cada vez que encontraba al poeta Marino en la calle, hacía detener su carruaje para hablarle: María Teresa de Austria, asombro del siglo XVIII, premiaba á los que se distinguían en el estudio; Ninon de Lenclos adivinó el talento de Voltaire, y cuando éste salió del colegio lo acogió en su casa y le dio 8.000 reales para que comprase libros: otras distinguidas damas han seguido tan bello ejemplo.

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María de Médicis

 

La mujer deja sentir siempre su influencia; por eso Lutero no desdeñó ocuparse de su educación, y Rabelais decia en el siglo XVI que la mujer era el esfinge de la época, pues ella poseía el secreto del bien y del mal. Por el amor de una mujer se han practicado los mayores heroísmos; el amor de una mujer ha inspirado obras grandiosas.

No se sabe si el descubrimiento de la imprenta es un milagro del amor ó una conquista del genio. Refiere la tradición, que un pobre sacristán de la catedral de Haarlem (Holanda), llamado Lorenzo Koster, muy enamorado de su prometida, cuando se hallaba ausente de ella se marchaba á pasear por el campo para distraer su tristeza, y se entretenía en esculpir sobre trozos de sauce arrancados del árbol y húmedos por la savia primaveral, frases tiernas dirigidas á su amada. Dedicado á este trabajo con la asiduidad de un amante llegó á perfeccionarlo, hasta que un día talló toda una carta con gran esmero, y envolvió el trozo de madera que la contenía en un pergamino. Al desdoblarlo al día siguiente quedó admirado observando grabados en él los caracteres que su mano trazó; las letra si en relieve habían reproducido su imagen á causa de la savia. Para él fué esto una revelación; talló, nuevas letras, reemplazó la savia por la tinta, y obtuvo de este modo una plancha grosera, impotente para imprimir más de una página, Lorenzo Koster la presentó á Juan Guttemberg, y éste, que meditaba desde largo tiempo sobre los, medios de propagar los libros sagrados, vio en aquella prueba un rayo de luz divina. Una mujer, según la tradición, ha sido la causa del descubrimiento de la imprenta, que es el más grandioso de los descubrimientos.

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María Estuardo, reina de Escocia, escuchando su sentencia de muerte

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Ana de Bretaña

La mujer que se eleva por la instrucción, deja de ser frivola, y entonces adquiere iniciativa poderosa para todo lo grande. Ejemplo de este tipo de mujer, lo son Luisa de Saboya, Ana de Bretaña, Isabel de Médicis, la marquesa de Mantua, la duquesa de Este, la duquesa de Ovetz, María Estuardo é Isabel de Inglaterra, que convertidas en Mecenas estimularon el talento de los literatos de los siglos xv y xvi, concediéndoles una honrosa protección. Una mujer, la interesante doctora de Avila, admiró á los más sabios teólogos de su época; por eso las mujeres, para mayor gloria del sexo, debemos apellidar al siglo xvi, siglo de Santa Teresa.

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Santa Teresa de Ávila

 

La cultura intelectual de la mujer siempre será útil á todas las sociedades; el hombre elabora la idea, la mujer la engendra en forma humana. La mujer está dotada de talento natural: la mujer no es inferior ni superior al hombre, la mujer es diferente. Si el hombre progresa y la mujer permanece en la más obscura retrogadación, ¿cómo queréis que haya paz en el hogar? De dos seres que deben ser armónicos, haréis dos antagonistas. La mujer debe estar ligada al compañero de su vida por mil lazos, si es posible, y no son los menos fuertes los de la inteligencia. ¡Qué no se forjen ilusiones los hombres! No se posee verdaderamente á una mujer mientras no se posee su espíritu. Mientras no se realice la intimidad moral y mientras no se confundan los pensamientos, no existirá el matrimonio de las almas. La mujer debe participar de los proyectos y de las ambiciones de su marido, para crearse de este modo una actividad que nazca de la suya: la mujer debe participar hasta de sus pesares, porque, como ha dicho un poeta, «sufrir juntos es amarse».

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Clamencia Isaura

El objetivo de la vida conyugal debe ser confundir las existencias, evitando toda influencia exterior. ¿Y cómo queréis que la mujer marche de acuerdo con su consorte? ¿cómo queréis que le comprenda, si no la educáis en las ideas de la época? La necesidad de levantar el espíritu de la mujer despertando su amor á la instrucción, la comprendió Clemencia Isaura: ella fundó en Tolosa los juegos florales á mediados del siglo xv; también la comprendieron algunas mujeres de Lyón, capital del Mediodía de Francia, que tanto se parece á Italia por su clima y  su cultura artística. Esa ciudad, tan importante hoy ante la industria y el comercio, brillaba en el siglo xvi con el resplandor de la inteligencia, que es el más refulgente de todos los resplandores. Allí se agrupaban mujeres distinguidas para cultivar las artes y las letras, siendo muy célebres entre ellas Clemencia Bourges, cuyo nombre llegó hasta la corte de Catalina de Médicis; Luisa Chirey, que tocaba varios instrumentos con perfección; Juana Gaillarde, Gabriela de Caignar, las dos hermanas Claudina y Sibila Scéve. María de Romieu y otras muchas.

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Catalina de Médicis

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Victoria Colonna

También aspiraron al premio del saber las mujeres del Norte y Centro de Francia, descollandoentre las mujeres del pueblo, Susana Hibert, Modesta Dupuis, Juana de la Fontaine, María Dentiers, Ana y Catalina Parthenay, y entre las damas de la aristocracia, Enriqueta de Cleves, Catalina de Roches, Magdalena Heveu, Antonieta de Loynes, Ana de Lantier y otras muchas, como brillaban en Italia, Victoria Colonna, Olimpia Marata, Angela Sirena, Porcia Malvezzi, Casandra Fedele y Gispara Stampa.

Cuando á fines del siglo xvi se hallaban tan corrompidas las costumbres en Francia, una mujer, la marquesa de Rambouillet, se alejaba de la corte y se encerraba en su hotel, rodeada de las personas honradas y doctas, trabajando por el refinamiento de la civilización. El hotel Rambouillet tuvo gran influencia en su época: los contertulios de la marquesa eran personas morales y eruditas que se imponían la misión de dirigir el gusto literario, depurar la lengua, corregir las costumbres é introducir el buen tono en las maneras y en la conversación.

Moliere Leyendo El Tartufo en Casa de Ninon Lenclos

Moliere Leyendo El Tartufo en Casa de Ninon Lenclos

Estas reuniones, que tuvieron la gloria de inspirar á Richelieu la idea de crear la Academia francesa, eran presididas por la marquesa Rambouillet y su amiga Julia de Angennes, y en ellas se daba lectura á los tprincipios del siglo xvii fueron frecuentadas por La Rochefoucauld, Moliere, Corneille y Bossuet.

Más tarde algunas sucesoras de la marquesa desnaturalizaron sus ideas, cayendo en una exageración que inspiró á Moliere el asunto de Las Preciosas Ridiculas. Los malos imitadores destruyen las mejores creaciones, ponen en ridículo á sus maestros y hacen antipáticas las más sanas doctrinas.

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Cornelia, madre de los Graco

Ya hemos visto que en la época del florecimiento literario, la mujer trabajó para su engrandecimiento: la mujer, que en todas épocas ha brillado por sus virtudes, pues hija ha sido Antígona, esposa Eponina y madre Cornelia, también ha demostrado que posee aptitud para las obras intelectuales. El artista es un hombre mujer, ha dicho Michelet.

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Antigona y Edipo en Colonna

La mujer debe cultivar su inteligencia, para darle á su hija la primera educación: si la mujer educa á su hija, la ciencia llegará al cerebro de la niña por el camino del sentimiento, pues si para dirigirse al corazón del hombre hay que invocar la razón, en cambio no se llega á nuestro criterio sino por el sentimiento.

Todo hombre sensato dotado de levantadas ideas, desea á la mujer ilustrada; solo los necios y los libertinos la prefieren ignorante; éstos para encontrarla inerme y vencerla más fácilmente, aquéllos por no verse en ridículo ante ella. Y no se crea que la mujer se hace pedante al cultivar su inteligencia: una mujer de verdadero talento sabe hacerlo simpático por medio de la modestia y la abnegación. La mujer de talento está obligada á ocultarlo ante los tontos, como el potentado sus galas ante el indigente, como el dichoso su ventura ante el infortunado. La superioridad del espíritu impone muchos sacrificios, uno de ellos es saber descender del pedestal para nivelarse con las medianías. El que no abdica frecuentemente de su superioridad, se ve aislado.

La humildad es una virtud muy recomendable; es una virtud que siempre debe acompañar á la mujer que se distingue por el talento ó la hermosura.

 

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