El trabajo del historiador y articulista Antonio Pirala sobre Rosa Bonheur, continúa la serie de artículos que sobre mujeres artistas fueron publicados durante el siglo XIX en revistas destinadas al público femenino, con el fin de ilustrar a sus lectoras e incluso de crear modelos y ejemplos a seguir. La biografía de Rosa Bonheur se publicó por capítulos en la revista madrileña <El Correo de la Moda>; insertamos a continuación el primero de la serie que vio la luz en el número 363, del año X, el 24 de julio de 1860. Retratos e imágenes de obras de la pintora francesa lo ilustraran al igual que sucedera con los siguientes. Respetamos la ortografía original.
The historian and journalist publishes Rosa Bonheur biography, for chapters, in the magazine from Madrid < The Mail of the Fashion >. We insert the first chapter next that he/she saw the light the day July 24 1860 in the number 363, of the year X. Portraits and images of the French painter’s works illustrated it the same as it will happen to the following ones. We respect the original spelling.
Rosa Bonheur
I.
En 1831, no tenía el bosque de Bolonia, en París, los atractivos que hoy le ha dado el arte, pero lucia alli mas la naturaleza, y se encontraba mas poesía en aquella confusión de arbusto, que en la ordenada simetría con que hoy se ven hasta los árboles, sujetos con alambres para que crezcan todos derechos: ¡Así sujeta y domina el hombre á la naturaleza! Aquel triste y solitario bosque de Bolonia, lugar de citas y de duelos, tenia sin embargo una ferviente admiradora, una niña que apenas contaba diez años, y cuya infantil imaginación no conocia en el mundo mas magnífico que este paseo, al que acudia todos los dias que la lluvia no se lo impedia.
Si su traje no desmostrara su sexo, todos la hubieran tenido por un muchacho, pues así lo revelaban sus facciones, sus rudos y enérgicos movimientos, sus ademanes todos. Corria como una gacela y saltaba como una cabra por aquellas largas calles, mientras que su buena Catalina la creia en la escuela. Visitaba los sitios mas agrestes, y unas veces formaba grandes ramilletes de margaritas y de botones de oro, otras se escondia tendida en la yerba y pasaba horas enteras escuchando el canto de algunas avecillas, ú observando los magníficos efectos de un rayo de sol que atravesaba el ramaje, ó contemplando delirante las grandes nubes de nieve y topacio que entapizaban el diáfano azul del cielo. Muchas veces, las mas, se detenia á la orilla de un camino, y trazaba sobre la arena, con una ramita, todo lo que abarcaba su vista, y caballos y caballeros, y gente y animales, formando un cuadro con caprichosos horizontes, y adornándole con molinos y covachas.
La absorvian de tal manera estas composiciones, que no reparaba en la gente que la rodeaba, y á quienes gustaban las figuras que veian hacer. Uno de los espectadores la dijo un dia:
— Sabes, pequeña, que dibujas bien!
— Ciertamente, señor, respondió la niña con aire resuelto. Papá dibuja bien… y es él quien me enseña.
II.
Escusado es decir que la jóven artista del bosque de Bolonia es la señorita Rosa Bonheur, que ya en la infancia revelaba sus prodigiosas disposiciones.
Su padre Raimundo Bonheur, tenia talento artístico; pero único sosten de una familia pobre, tuvo que renunciar á los grandes estudios de pintura para ganar de comer. La inexorable necesidad le arranca brutalmente su sueño mas querido, la perspectiva de conquistar el triunfo en la escuela de París y despues en la de Roma. Se tiene que dedicar á dar lecciones de dibujo, y comienza su carrera por donde debia acabarla; por sacrificar el efecto al deber.
Se maravilla de los encantos de una de sus discípulas, y no tarda en unir su destino al de ella, impulsado solo por el amor, no por el interés, porque la pobreza de su esposa era tan grande como la del marido.
Pero rivalizaban ambos en el trabajo para sostener á sus padres vetudinarios, y á la jóven progenie que iba en aumento. Mas Dios socorre á las grandes familias, y dobla el valor de quienes son sus protectores y les sirven de apoyo. Raimundo se multiplica; su ardor en esta lucha con la miseria, era verdaderamente sobrenatural: apegado dia y noche a estos trabajos sin gloria, el desgraciado pintor trataba de olvidar el arte que podia dársela, contemplando á su mujer y a sus hijos.
Su esposa era excelente música, y daba lecciones de piano. Así, á fuerza de energía, de perseverancia y de trabajo, mejoraron su posicion los jóvenes esposos: lucen dias menos tristes para ellos, y cuando Raimundo comenzaba dos grandes cuadros destinados á la exposicion de París, muere su esposa y le deja con cuatro hijos. Desaparecen sus economías con la esperanza de conquistar un lugar en la falange artística, y acordándose de que era padre, dió un adios glorioso al porvenir, que no habia hecho mas que vislumbrar: obedece á su destino, no pude sufrir la permanencia en Burdeos, que le recuerda constantemente á la adorada esposa que habia perdido, y marcha á París.
III.
Rosa tenia entonces siete años, y fué confiada con dos de sus hermanos a los cuidados de una digna mujer, llamada la madre Catalina. Esta es la que enviaba á Rosa á la escuela, á la que hacia novillos, para irse al bosque de Bolonia donde la hemos visto.
Y no era porque Rosa fuese de mal carácter, ni indócil, sino porque tenia aversion á las lecciones; y ya en Burdeos, cuando se acercaba la hora de la leccion, corria á ocultarse al fondo del jardin. Un papagayo solia entonces llamar a Rosa, con una voz que imitaba tanto á la de su madre, que creyendo era ésta la que la llamaba, acudia obediente: se la tomaba la leccion entonces, y Rosa que veia el engaño, se vengaba del pájaro hablador castigándole.
En sus cuadernos de escritura no se veian escritas muchas páginas, pero casi siempre se encontraban multitud de figuras y dibujos tan curiosos como pintorescos. El gusto por el dibujo era invencible en ella.
En intima amistad su padre con nuestro célebre Moratin, desterrado á la sazon en Burdeos, pasaba todas las tardes con aquella familia, y le distraian mucho los originales croquis de Rosa. Como prueba de la espansion, tan agena de su carácter, a que se entregaba con su pequeña amiga, era muy comun ver al inolvidable autor del Viejo y la Niña, jugar con Rosa al escondite.
( Se continuará)
Hola!!!
Me topé con este blog por casualidad y me encantó lo que encontré publicado en él. Me gustaría que en futuro pudieran incluir la historia de Lola Mora, la primera escultora argentina. Su historia fue muy importante para las mujeres argentinas ya que, entre otras cosas, fue la primera en ponerse pantalones y reproducir imágenes de mujeres desnudas.
Gracias por este espacio que nos reivindica como género.
Saludos, Cintia
http://www.cintia-enprimerapersona.blogspot.com
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