ESCRITORAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XIX. V


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    En esta sección insertamos la biografía de una nueva escritora: Josefa Estevez de García del Canto; que también participó en la publicación de <Las mugeres Españolas, Americanas y Lusitanas pintadas por sí mismas> con  el artículo <La mujer filipina>; en el que reseñaba dos tipos distintos de mujer filipina: «Yda, la princesa Manova» y «Baba, la esclava» (reproducimos las imágenes que Eusebio Planas realizó para ilustrarlas); la biografía que se conserva en el archivo privado de la escritora Faustina Sáez de Melgar no está fechada ni firmada; no obstante  podemos fecharla c. 1881 ya que corresponde a los contactos mantenidos entre ambas escritoras para la publicación de esta obra. También hay que señalar que por su redacción no parece realizada por la propia Josefa Estevez, sino por alguien de su entorno, quizás su esposo. Reproducimos también la cabecera de una de las revistas en las que colaboraba: La Moda Elegante.
Josefa Estevez García del Canto
«Nació el 10 de septiembre de 1837, en la ciudad de Valladolid, antigua Corte de los reyes de Castilla. Fueron sus padres D. Francisco Estevez Caballero y Dª Bernarda Ramos y Domínguez.Apenas tendría unos 4 años Pepita; (que con este suave diminutivo la han llamado siempre su familia y amigos), cuando dichos señores trasladaron a Madrid su residencia, y colocaron á su hija en uno de los Colegios mas acreditados de la Corte, donde muy pronto dio muestras de su inteligencia precoz, aventajando en pocos meses a otras condiscípulas que llevaban en él uno o dos años, tanto que al año siguiente, cuando apenas contaba cinco de edad, leía con perfección, y á los ocho, escribía cartas á sus tíos que dejaban admirados á los que las leían por su buena letra, y sobre todo, por la facilidad y buen sentido con que espresaba sus ideas, y por la corrección relativa de su estilo. Su carácter amable, dulce y apacible, como ha seguido siendo después, la hacían ser amada de cuantos la rodeaban. Poco aficionada á los juegos infantiles, y muy inclinada á la meditación, su mayor placer era poseer un buen libro y leerlo con detenimiento, siendo este uno de los regalos que mas estimaba.

 Aunque todas la mugeres tienen fama de curiosas, Pepita solía decir con gracia que nada estimulaba más su curiosidad mas que un papel impreso ó manuscrito, pareciéndose en esto á nuestro inmortal Cervantes, cuando nos dice en una de las páginas de su famoso D. Quijote, que <era aficionado á leer aunque fuera los papeles rotos de las calles>.

El amor filial, la amistad, y los encantos de la naturaleza, conmoviendo su tiernísimo corazón, fuero como las primeras voces que llamado á las puertas de su alma entusiasta y ardiente, despertaron en ella el sentimiento y el amor á la poesía: porque para cantar tan puros afectos y tan grandes bellezas le parecía muy pequeño el lenguaje vulgar. Ella, á semejanza del tierno jilguerillo que entona melodiosos gorgos sin haberlos estudiado ni aprendido, á los siete años hacía versos dedicados á su amada madre, á una amiga querida, á un pájaro, á la Luna, á una flor; ó á cualquier objeto que heria su corazon ó su imaginación; versos defectuosos e incorrectos, es verdad, pero que reflejaban que en su mente infantil se albergaba ya el astro que como inextinguible llama arde y se agita en el alma del poeta.

Versificaba de memoria al mismo tiempo que paseaba con sus amigos ó que sentada al lado de su madre y sosteniendo la conversación con ella bordaba ó cosía, teniendo para esto una facilidad asombrosa. Una cosa parecida le sucedía en sus primeros años á la eminente poetisa Dª Carolina Coronado, según leemos en una biografía suya. En su infancia tenía gran propensión á la melancolía, y á veces al entrar en el templo y al escuchar los graves y solemnes cantos, ó al contemplar una acción noble y generosa, sus ojos se inundaban de lágrimas conmovida por una emoción tan profunda que no hallaba palabras para expresarla. Desde su mas tierna niñez, su fé religiosa ha sido profunda y ferviente, y todos sus escritos en verso ó en prosa lo demuestran de una manera notable.

En el colegio estudió el idioma francés, el dibujo y la música, habiendo llegado á ser más tarde una gran pianista. Estudió composición y llegó a escribir algunas piececitas musicales. Una melodía para canto y piano compuesta por ella, y con letra suya, se publicó en Madrid (en 1862) en <El bello Ideal>.

En 1850 se trasladaron sus padres á Salamanca y allí prosiguió su educación dirigida por los mejores maestros. No descuidando en manera alguna todas las labores propias de su sexo. Un año después conoció en dicha Ciudad a D. Antonio Garcia del Canto, que acababa de llegar de Filipinas precedido de la fama de novelista y de notable poeta. Hasta aquella época nadie había leído los ensayos de la infantil poetisa mas que su familia, y sin que esta, como sucede generalmente diera ninguna importancia al talento que estos ensayos demostraban.

Pepita decía que unos versos mal hechos podrían ser objeto de burla para los estraños si llegaban á leerlo, en tanto que para sus padres, solo eran motivo de alegría y de embeleso, porque no miraban la forma sino el fondo y la intención de sus escritos.

Un día, su madre, en ausencia suya, y en ocasión de estar el Sr. García del Canto de visita en su casa; le mostró las composiciones poéticas de su hija p ara que las juzgase. Admirado quedó el Sr. Garcia del Canto al leerlas; conociendo por ellas la notable disposición que para el cultivo de la poesía tenia la que las habia escrito. El la animó después á que siguiese cultivando este arte sublime, y sus primeros estudios en retórica y poética los hizo bajo su dirección. Sin este conjunto de circunstancias casi providenciales, es provable que el talento poético de la Señorita de Estevez hubiera permanecido oculto y desconocido, como por desgracia habrán quedado otros muchos que no hallaron jamas la ocasión propicia para tomar vuelo y darse á conocer. En España luchar con grandes inconvenientes (y con grandes y arraigadas preocupaciones) aun dentro de la misma familia, toda muger cuyo talento la hace salir de la esfera comun./ En el año 1852 vieron la luz por primera vez, y con general aplauso, algunas composiciones de la casi infantil poetisa, en el «Correo Salmantino» y en otros periódicos de la provincia, y en el año 1853 habiendose dedicado el Sr. García del Canto su preciosa leyenda <La isla del amor> que forma parte del libro que dicho señor publicó con el título <Horas de melancolía> y que tan aplaudido fue por la prensa, la Señorita de Estevez, correspondió á su obsequio con una bellísima é inspirada poesía que publicaron en Madrid dos Periódicos <El norte> y <La Civilización>. Un año mas tarde se unió en Matrimonio al Sr. García del Canto, el cual había quedado prendado desde el día en que la vio por primera vez de su belleza, de su talento, y de su genio angelical, teniendo la dicha de que su pasion fuese correspondida. Mi bello ideal era casarme con un poeta, escribió la Señorita García el Canto al dar la noticia de su casamiento á una de sus amigas, y lo hallé; imaginate si seré dichosa. ¡Dichosa! ¡ay! Por cada flor que hallamos en el sendero de la vida, cuantas y cuantas punzantes espinas destrozan nuestras plantas.! Mas la Señora de G. del Canto á sabido afrontar todas las penas, y los dolores mas amargos sostenida por su inquebrantable fé, y por el constante y tierno amos de su esposo.

 En 1862 se publicaba en Madrid un semanario titulado <El Bello Ideal>, redactado por señoras y cuyos productos se dedicaban a la beneficencia. En el vieron la luz varios trabajos de la Sra. Gª del Canto. Tanto en prosa como en verso. Allí también se publico por primera vez su biografía, á lo que ella en su natural modestia se prestó con disgusto, y solo accediendo á las reiteradas instancia del director del periódico que habiéndose comprometido en el prospecto á publicar los retratos y biografías de todas las colaboradoras del Bello Ideal (circunstancia que ella ignoraba) tenía un interés especial en que ninguna faltara.

 «Es muy pequeña mi personalidad literaria para que nadie se ocupe de ella», decía la Sra. Gª del Canto. A pesar de todo, la biografía fue hecha por la distinguida escritora Dª Eloisa Gattebled de Santa Coloma, y de ella nos hemos servico para recoger algunos de los datos consignados. En esa época publicó en el Romancero Español contemporáneo, que dedicado al Príncipe de Asturias formo D. José Gutiérrez de Alba, su preciso romance «El amor de los amores», que por el fondo, la forma y el estilo, bastaría por si solo para calificarla de notable poetisa.

En el año 1863 habiéndola invitado la Academia Bibliográfica Mariana de Lérida á un certamen poético en honor de la Virgen del Pilar, la Sra. G. del Canto, aunque convaleciente de una gravísima enfermedad no quiso dejar de rendir tributo de su ferviente amor á la Virgen, de la cual es muy devota, y escribió una Oda al tema propuesto que fue premiada.

Ya en esa época tenía escrito un interesante libro dedica a la infancia del cual se han publicado después varias páginas en diferentes periódicos de Madrid. Todo lo demás permanece inédito. Ella lo había escrito pensando en su hijo; hijo querido que muy pronto le arrebató la muerte. Sus páginas están llenas de los mas sublimes pensamientos religiosos y morales, y por su sencillez y amenidad es muy apropósito para instruir y deleitar á la niñez, ¡Lástima és que no se haya publicado ya por completo tan bello libro!

En Diciembre de 1864 salió con su marido para las Islas Filipinas, á donde este iva destinado de Gobernador político militar de una Provincia del Archipiélago. Invitada por su padre á que le escribiese el diaro de su viaje, supo hacerlo de una manera tan interesante qu este relato escrito por ella para su familia y sin ninguna pretensión fue publicado en el Adelante periódico que veía la luz en Salamanca en aquella época, y leído con gran interés.

No hay nada más poético ni mas delicioso dice unos de sus párrafos que contemplar el mar en una noche serena, cuando brilla en el firmamento, pura y hermosa la espledente luna reflejando en las rizadas ondas su cabellera de plata, ¡Cuan hermoso es contemplar en una de esas noches apacibles á toda la tripulación y pasajeros arrodillados sobre la cubierta del buque rezando el rosario con religioso recogimiento. Allí no hay altar no hay templo, no hay imagen; pero a que templo podría compararse aquel?. Por bobeda el cilo, por lampara la luna clara y refulgente. Sobre nuestras cabezas el firmamento cuya hermosura recuerda la gloria de Dios, a nuestros pies la inmensidad del Océano, cuya sublime grandeza nos revela su poder.»

Este viaje lo hizo por el Cabo de Buena Esperanza á bordo de la fragata española <Concepción>

El Diario de Manila publicó algunas composiciones suyas en prosa y verso durante su estancia en aquella Capital y siguió remitiéndolas también al Correo de la Moda de Madrid, cuyo Semanario es colaboradora hace muchos años.

En 1866 habiendo sido nombrado su marido Gobernador P.M. de Davao (Isla de Mindanao) salió para dicho punto donde permanecieron cerca de cuatro años. Allí escribió su poema <La Esposa>. Su obra predilecta, según ella misma nos lo asegura en la dedicatoria de dicho interesente libro.

Habiendo encargado su marido a un comerciante Chino que viajaba con frecuencia por los pueblos salvajes del distrito que les tragese un niño y una niña para educarlos y hacerlos cristianos, y habiendo el chino cumplido con el encargo, ella tomó á su cuidado su educación, ensañándoles por si misma, y sin ayuda de ningún otro maestro, á hablar, leer y escribir en castellano, explicándoles el Catecismo y haciéndoles comprender la bondad y grandeza de la religión cristiana.

Creo que con la enseñanza de estas pobres criaturas debo de ganar algo á los ojos de Dios. Escribía ingenuamente á su padre por aquella época. Aquí no tenemos teatros, ni bailes, ni reuniones ostentosas, pero  tenemos una casa que es casi un palacio (la Casa real, como aquí llaman a la casa del Gobernador) rodeada de magníficos jardines donde las rosas se renuevan sin cesar; por que en este hermoso p aís la primavera es eterna. El mar que divisamos á corta distancia desde nuestros balcones, nos envia sus frescas brisas saturadas en el riquísimo aroma del Ylang.leng. y del laurel de la Canela, árboles preciosos que tanto abundan en los montes próximos a Davao. El pajaro mosca oculto en la gumamelas y en los rosales, nos recrea con sus melodiosos y delicados trinos, en fin, padre mío, esto sería un verdadero paraíso para nosotros si les tuvieramos a V.V. a nuestro lado.

«Nos levantamos temprano a las siete voy a misa acompañada de los dos pequeños (se refiere a los niños recien bautizados), los cuales hacen grandes progresos en el catecismo, y pronto podrán hacer su primera comunion. El dia se me pasa en un soplo, siempre ocupada en mis labores o en conversar con Antonio (su marido) o instruyendo á mis dos discípulos, que en su ignorancia salvaje me hacen á veces preguntas que me ponen en un verdadero aprieto para poder responderles de un modo que sea comprensible á su limitada inteligencia.»

«Las veladas las dedicamos á la música y á la poesía en la que me parece hago algunos adelantos y ¿Cómo no? Si tengo siempre el maestro á mi lado…»

Plutarco dice en una de sus obras aconsejando á un marido. Todo cuanto creas que puede serle provecho comunicaselo y dividelo con ella, haciendole familiares los mejores libros y los discursos mejores que pudieres encontrar… Nada sería mas honroso que oir a una muger decir á su marido; Amigo mío, tu eres mi maestro, tu mi preceptor en la filosofía en y en las ciencias.»

«Con cuanta exactitud puedo aplicarme yo estas palabras; En Literatura, Antonio es y ha sido mi unico maestro. Todo cuanto escrito lo consulto con él. El me corrige y me aconseja. ¿Dónde podría yo hallar un censor mas inteligente, mas imparcial y mas interesado á la vez en el mejor éxito de mis obras?

«De seguro se rie V., mi buen papá, al oirme hablar de este modo de las obras tan pequeñas y que acaso no llegaran á publicarse. Ya sabe V. que no soy una muger dedicada por completo  á las bellas letras, por mas que las tenga grande amor, sino al cuidado de mi marido y de mi casa. El deber es antes que todo, V. me lo ha dicho muchas veces.»

«Cuando á la caida de la tarde bajo á dar una vuelta por estos estensos jardines que mi marido ha construido y ha sabido embellecer tanto. ¡Qué hermosos pensamientos acuden a mi mente en medio de esta agradable soldad!.. Como no he perdido la costumbre de hacer versos de memoria, nunca vuelvo a mi habitación sin llevar hechos algunas estrofas para mi libro». (Se refiere sin duda a su poema «La esposa»).

Hemos copiado los párrafos que anteceden, porque ellos pintan mejor que nosotros pudieramos hacerlo, á la mujer y á la poetisa. Algunos de sus escritos en prosa pertenecen á esa época entre ellos «Ida, historia de una salvaje de la Isla de Mindanao.» Y otras del mismo género.

Durante el invierno de 1871 al 72 los Señores García del Canto, ya de regreso en España, dieron algunas reuniones literarias y musicales en su casa, á donde acudían varios y renombrados escritores y poetas. Allí leyó él algunas de sus obritas inéditas y venciendo la timidez y modestia de su esposa, la que jamas había querido leer en público, ni aun en una reunión pequeña, hizo que leyese algunos cantos de su poema, que fueron oidos y aplaudidos con entusiasmo.

De regreso nuevamente á Manila poco tiempo después (1873), á donde su marido fue de Secretario General, y donde solo permanecieron seis meses por haber hecho dicho Señor dimisión de su destino, escribió bajo el seudónimo de «Ventura» varias composiciones en el Diario de Manila, entre las que son muy notables El día del señor, que han reproducido varios periódicos de la península. San José y el niño, romance popular y una Serenata dedicada al Príncipe Alejo de Rusia, que residió algunos días en aquella Capital. Serenata que el príncipe no llegó a conocer porque por un capricho de la autora, ó por otras causas que no conocemos no se publicó en el periódico, hasta el día en que el Príncipe salió de Manila.

Estas composiciones y algunos escogidos fragmentos del poema <La Esposa> que llamaron vivamente la atención del publico ilustrado, aunque remitidos de tiempo en tiempo y bajo el mas riguroso incognito aparecían siempre precedidos de elogios en los cuales se espresaba un deseo vehement de descorrer el velo que ocultaba el verdadero nombre del autor anónimo, y pronto llegó á sospecharse quien podría ser este. En el Porvenir Filipino, periódico que se publicaba á la sazón en Manila, y en uno de sus versitos apareció el siguiente párrafo.

«Hace algunos meses que entre la hojarasca de una publicación de esta Capital se destaca de vez en cuando, alguna poesía tierna como el suspiro de una madre, melancolica como el sol que se oculta, triste como una balada del Rhin, alguna poesía en fin dulce, original, interesante, inspirada, digna del plectro de Corina, ó de la lira de SAfo, y desde que hemos tenido la dicha de escuchar esos melodiosos acentos, esa cadencia armoniosa que adormece el corazon y embelesa el alma, no hemos podido menos que rendir un justo tributo de admiración á quien habla con tanta delicadeza á nuestros sentimientos.»

«Deseariamos en toda la efusión de nuestro entusiarmo conocer á quien maneja la pluma con tanta elegancia y discreción, pero vale mas tal vez que entre el velo del pseudónimo se oculte a nuestros ojos, ¡Quien sabe! ¿no podría ser el misterioso vate una muges joven y hermosa que uniese á los atractivos de la belleza y la virtud, las privilegidas dotes de Mme. Staël ó de la Jorge Sand?.

A su regreso a España escribio la historia de un precioso lorito que había traido consigo, lo que la sirvió de pretexto para hacer en elegante y ameno estilo, una breve y entretenida relación de su viaje por el Istmo de Suez el cual había cruzado tres veces en el corto espacio de dos años.

Desde Salamanca, donde algunos meses después fueron a establecerse los dos esposos, inseparables siempre, porque para la Sra. de G. del Canto no hay dicha posible; según ella misma asegura sino al lado de su marido desde la Ciudad amada donde la poetisa paso sus primeros años, y en donde según ella misma nos dice en una de sus poesías:                                       

                                                               … Y allá, á la orilla del Tormes

                                                               en la misma tumba unidos

                                                               mis amados padres yacen

                                                               y cerca de ellos mi hijo.

                                                               ¡Cuantas dichas encerradas

                                                               en tan pequeño recinto!…

                                                               Mas… nó, nó; en aquellas tumbas

                                                               Solo existe polvo frio

                                                               Mis amores estan ya

                                                               Donde San José y el Niño.

                                                                                                              San José y el Niño. Romance popular

Desde su ciudad amada siguió remitiendo de vez en cuando composiciones suyas á periódicos de Madrid y de Provincias.

En 1878 vio la luz en Madrid su Poema <La esposa> y tanto los periódicos de la Capital como los de Provincias le dedicaron articulos encomiasticos y frases de alabanza; y el S.S. Obispo de Salamanca, D. Narciso Izquierdo eminente orador y literato recomendo la obra, espontáneamente, en el Boletín Eclesiástico de la Diócesis, con frases que la ensalzan como se merece.

Es notable el artículo que acerca de este libro se publico en la Época el cual dice entre otras cosas: «Es otra Perfecta casada la que ha brotado de la pluma de la inspirada poetisa, que corresponde al libro insigne del que cantó en suavisima endecha las dulzuras de la vida del campo en el siglo diez y seis á la orilla del Tormes. «El poema de la distinguida escrita es el retrato de la mujer fuerte de la Biblia.» La época de 7 de enero de 1878.

El Ateneo revista de Málaga decía ocupandose de esta obra: «El libro que nos ocupa es pues altamente moral y muy recomendable por lo tanto. El canto titulado delirio, es uno de los mas bellos, y quizas el mas poético, pues en él nos pinta la autora con gran ternura el profundo sentimiento de una madre y con energicos colores la lucha apocaliptica del bien y del mal.»

«Digno es tambien de mención el misterioso sueño de la esposa en que cree hallarse ante la puerta del Paraíso, por donde solo penetran las madres buenas para ser coronadas con las propias virtudes de sus hijos, convertidas por el Señor en maravillosas flores del Eden.» El Ateneo 20 de enero e 1878.

En el mismo año visitó con su marido la famosa Exposición de París, deteniéndose después en varios puntos de Francia, y visitando el milagroso santuario de Lourdes. Las impresiones de este viaje las publicó en un bello artículo tan original como lo son generalmente todos sus escritos con el título <La vuelta al hogar>, y vio la luz en «El Correo de la Moda» de Madrid y en otros periódicos de provincia.

En el Certamen literario que se celebró en Valladolid en el mes de septiembre de 1879 en honor del inmortal Cervantes, alcanzó el Primer premio la Señora de G. del Canto, ofrecido por el Ilustrísimo Sr. Arzobispo Fray Fernando Blanco, al autor d ela mejor composición en verso. A Cervantes considerado como literato católico.Esta composición escrita en octavas reales, tiene conceptos bellisimos, y pensamientos tan elevados y profundos, que mas que de un ingenio femenino parecen hijos del astro varonil de un poeta de primer orden. Véanse las siguientes estrofas…

                               ¡Ah! Triste patrimonio de poeta!

                               Llevar siempre en lamente enardecida

                               Un idea, y descender sujeta

                               Al rudo prosasmo de la vida!

                               Alma siempre anhelante, siempre inquieta,

                               Rara vez por el vulgo comprendida,

                               Logrando de la gloria por despojos

                               De la envidia rastrera los abrojos

                               Mas, venturoso, afortunado el vate

                               Que la misión augusta respetando

                               Que recibió de Dios, nada la abate,

                               Y con el vicio y la maldad luchando,

                               Cual fuerte atleta sin cesar combate

                               Y honor, patria, virtud, vive ensalzando.

                               Muere: mas de su alma eco bendito,

                               Eterno queda el pensamiento escrito

Y más adelante….

                               Las flores viven con aroma eterno

                               De tan precioso manantial nacidas;             

                               Su frágil tallo, delicado y tierno

                               Protege Dios: podran ser combatidas

                               Por el ángel del mal que en el averno

                               Mira envidioso al bien, mas no vencidas.

                               El error ve un día, y desaparece:

                               La verdad es eterna y no perece.

                               Estrella esplendorosa, un breve instante

                               Podrá ser eclipsada tu hermosura

                               Para brillar de nuevo más radiante

                               Rasgando el error la niebla impura.

                               El camino con paso vacilante.

                               Tú con planta firrmisima y segura.

                               Tú en Dios bebes tu fuerza soberana;

                               Él se alimenta en la soberbia humana.                             

Algunos meses después, ó sea en el mes de Julio de 1880, fue nuevamente premiada en otro certamen literario que se verifico en Santiago de Galicia en honor del Santo Apóstol, por un precioso himno dedicado al glorioso Patrón de España.

En la sesión literaria con que la Universidad de Salamanca, celebró el día 25 de Mayo del presenta año el 2º centenario de Calderón de la Barca, leyó un bellísimo Romance, causando gran entusiasmo en el publico al subir á la tribuna, en donde, desde la celébre Lª Luisa de Medrano, y la más celebre aun Dª Beatriz Galindo, en el siglo diez y seis no había posado su planta ninguna mujer. «El Eco de Salamanca»  la Revista agrícola, periódicos que ven la luz en aquella Ciudad al hacer la descripción de las fiestas, dedicaron elocuentes frases de elogio á la poetisa.

Grande honor ha sido para mí (escribía ésta algunos días después á una amiga suya) haber subido á la tribuna de esta famosisima Universidad y haber hecho oir mi humilde voz, allí donde en otro tiempo resonaron los acentos de tan ilustres varones en ciencia y talento y de mugeres tan notables como Dª Beatriz Galindo maestra de latín de Isabel La Católica.

«… ¡Que atrevimiento el mío¡… Tú que no ignoras mi excesiva timidez, tu que sabes cuánto he sufrido y los esfuerzos que he hecho para vencerla, cuando he tenido que tocar el piano en una reunión, por mas que supiera como el Padre nuestro la pieza musical que iva á adecuar, te asombrarás del valor que he demostrado en esta ocasión! ¡Dios me ayudo!»

«En este dia todo han sido satisfacciones para mi; pues mi marido leyó también un precioso soneto (premiado por la Academia Hispano-Portuguesa de Tolosa de Francia) que fue muy aplaudido»

«Lo que siento, es, que el Romance que leí (y que si he de creer lo que he oído ha gustado mucho) me parece una obra muy pequeña para la excelsitud del sitio en que fue escuchada. Esta Universidad en medio  de su decadencia actual, conserva un sello de grandeza y de gloria que no podran destruirlo ni el tiempo, ni las injusticias de los hombres.

Al penetrar en su recinto, un sentimiento de veneración y respeto conmueve el alma, como si la sombrea de tantos y tan ilustres varones en santidad y en saber, surgiendo de sus cenizas volviera á animar, como en otro tiempo, tan augustos lugares con su venerable presencia.

Las composiciones en prosa y en verso de la Sra. De Garcia del Canto, esparcidas en diferentes periódicos durante algunos años, pueden formar varios volúmenes si se coleccionasen.

Para finalizar nuestro trabajo, ó sea los apuntes que vamos escribiendo acerca de esta poetisa, copiaremos los tres últimos párrafos con que termina la biografía que escribió la Sta. Gattebled de Santa Coloma, á que nos hemos referido antes. «Diremos á esta señora lo mismo que a sus obras, que hemos dicho de las en verso..Colecciónelas pronto y de las á la estampa y ganará mucho con ello nuestra literatura. Siga reconociendo esa senda de virtud y las flores, siga trabajando con fé y con ardor, y llegará á ser una de nuestras glorias literarias.

Restanos hacer el retrato de la Señora de G. del Canto. De una estatura media mas bien alta que mediana, talle esbelto, aire noble y elegante, con ojos negros, grandes y rasgados, de una expresión tierna y melancólica, pelo de azabache y una fisionomía en la cual la dulzura y un ingenio lleno de encantos se revela á la vez; esta señora es lo que puede llamarse una muger hermosa.

Esposa cariñosa, amiga sincera y constante, musa modesta, su amor á las bellas letras y á la música, no la apartan jamas de los deberes de su sexo, ni de los cuidados domésticos. Sus virtudes igualan cuando menos á su talento, y es el encanto de su esposo, al que ha encontrado el secreto de hacer completamente feliz.

 

 

4 comentarios en “ESCRITORAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XIX. V

  1. Virginia, te felicito por este nuevo número de la revista. Es un buen trabajo. Yo no sabía nada de esta escritora. La verdad es que en su época -estas mujeres- fueron verdaderas heroínas, conocíendo la posición de la mujer entonces. Es interesante ver cómo se desarrolló su vida y cómo llegaron al sitio donde están.

  2. Me ha gustado mucho la semblanza que has hecho de esta escritora.
    Cuando entro en esta página, Virginia, siempre pienso lo mismo: cuánto trabajo, cuánto le gusta el arte, cómo lo ennoblece.

  3. Pues yo quería decirte que me ha interesado mucho esta semblanza. Me gusta leer sobre estas escritoras que fueron importantes aunque luego el sistema de valores machista haya querido minusvalorarlas. Mujeres que lucharon y que abrieron camino.
    Y estoy de acuerdo con Maria Ángeles en que gracias a tus escritos ennobleces el arte; porque ennoblecerlo es tratarlo con cariño, darlo a conocer y difundirlo a todos, no dejándolo en manos de tanta gente que habla sin saber, y que pasa por ser «crítico» opinando alegremente.

seguicollar