Circe, la diosa ninfa titánica. Por Virginia Seguí


         La estirpe de Circe (Halcón) es significativa pues su ascendencia entronca directamente con Urano el padre de los dioses ya que sus cuatro abuelos eran Titanes; su padre Helios era hijo de Hiperión y Tía, y su madre Perseis de Océano y Tetis; esto le da su carácter titánida siendo, a la vez, oceánica por su abuelo materno. Sus hermanos también fueron importantes; Eetes era el rey de la Cólquida y Pasífae reinó en Creta  junto a Minos; ella misma fue reina de los sármatas y, a la vez, ninfa, maga y hechicera; mujer de gran belleza e inteligencia que poseía grandes habilidades entre las que se incluía el conocimiento de las plantas y de la farmacopea, pues eligiéndolas cuidadosamente y mezclándolas adecuadamente preparaba filtros, bebedizos y brebajes para realizar sus hechizos, encantamientos y transformaciones lo que le hizo famosa desde tiempos remotos.

Las Metamorfosis de Ovidio contienen la descripción que Macareo, uno de los marinos compañeros de Odiseo, hace de su  llegada a la morada palacio de Circe, situada en la isla de Eea, y de lo que vio al entrar en ella: <Ella estaba sentada en una habitación, sobre un solemne trono; viste una túnica brillante y se envuelve en un manto dorado. Hay junto a ella ninfas y nereidas, que no hilan copos de lana con el movimiento de sus dedos ni estiran sus hilos: clasifican hierbas y ordenan en cestillos flores esparcidas en desorden y tallos d diferentes colores. Ella misma examina la labora que éstas realizan, ella sabe qué utilidad tiene cada hoja y cuál es la armonía de las mezclas y controla atentamente las dosificaciones […]>

Desde muy joven empleó sus poderes contra los hombres y se cuenta que su padre Helios tuvo que rescatarla y llevarla, en su flamante carro solar, a la Isla de Eea salvándola de una muerte segura ya que, en su propia ceremonia nupcial, dio un bebedizo emponzoñado a su reciente y flamante marido el rey de los sármatas lo que desató la cólera  y la ira del pueblo contra ella llegando a peligrar su vida. Desde entonces habitaba en la Isla de Eea, la leyenda de los argonautas sitúa geográficamente la isla en la entrada del golfo Adriático y hoy día se la identifica con Lussin cerca de Pola; aunque esto no está muy claro y Graves en su obra Los mitos griegos plantea una serie de discrepancias geográficas que presenta la Odisea al hablar de los vientos que dirigen a Odiseo hacia la isla de la maga Circe que le llevan a dudar de que el autor real de esta obra sea Homero dado el desconocimiento geográfico que observa planteando, incluso, la hipótesis de que el verdadero autor de la obra fuera una mujer compañera del poeta y rapsoda griego.

Hefesto había construido el palacio de la diosa, en agradecimiento a su padre, Helios, que le había salvado de los Gigantes cuando éstos asaltaron el Olimpo; allí se hallaba la morada de la ninfa, en la isla de Eea, en un espacio abierto en un claro del bosque y  rodeado de un jardín, uno de los primeros locus amoenus del que se habla en la Antigüedad griega; en él habitaban animales montaraces, lobos y leones, posiblemente hombres transformados en tales por los hechizos y brebajes maléficos de la diosa. Y es precisamente su proximidad a la naturaleza lo que le confiere su carácter de ninfa; Apolonio de Rodas apoya esto al indicar que Circe poseía otro jardín en la Cólquide, una especie de cementerio ribereño, poblado de álamos y sauces consagrados a Hécate en cuyas copas se exponían los cadáveres de los hombres, envueltos en cueros de buey sin curtir para ser devorados por las aves, ya que los colcos únicamente enterraban a sus mujeres.

La misma isla Eea era una especie de isla de la muerte, su nombre lamento así nos lo indica, en ella la diosa de la muerte, canta mientras teje y los animales, que no son otra cosa que hombres transformados, sugieren cierta relación con la creencia griega de la metempsicosis; el cerdo está consagrado particularmente a la diosa Muerte que los alimenta con cornejo de Crono, el alimento rojo de la muerte, por lo que quizá fueran simples espectros. Una isla dominada y circundada por los vientos alisos fuertemente vinculados a los sauces en las creencias ancestrales a partir de las cuales se forjaron muchas de las mitologías dominantes en los primeros pueblos históricos.

Se dice también, que esta diosa ninfa, tenía también poder sobre los elementos y podía hacer descender la luna sobre la tierra, variar el curso de los ríos, andar sobre las aguas, igual que sobre la tierra y, a juzgar por lo que de ella se cuenta, todos estos dones los utilizaba generalmente para hacer el mal y vengarse de los hombres y/o dioses que no accedían a sus requerimientos amorosos. Su historia es en realidad la narración de estos hechos y de los acontecimientos que los provocaron.

Una de estas historia habla de lo que le sucedió a un pescador de Beocia, Glauco, cuando un buen día al extender sus redes en el suelo para repararlas vio con asombro que los peces que contenían al contacto con la hierba revivían y se lanzaban nuevamente al mar; picado por la curiosidad comió él mismo las hierbas sintiendo, al instante, unos deseos imperiosos de lanzarse al mar donde sufrió una transformación pues sus pies se enroscaron convirtiéndose una cola de pez al mismo tiempo que su cabello y su barba crecían y adquirían una tonalidad verdosa; convirtiéndose en una criatura marina. Este dios marino pues en eso quedó transformado se dirigió a la isla de Circe para pedirle a la diosa que le ayudada, ya que al pasar por las costas de Italia se había enamorado de la joven Escila a la que había visto bañándose en el mar, pero a pesar de sus requerimientos y súplicas no había accedido a ser su amante; le explica esto a la diosa y le pide no utilice sus brebajes y pócimas no para que para que Escila se enamore de el, sino para sepa y conozca el dolor de amar y no ser correspondido. Pero Circe de enamoramiento fácil, ya que posiblemente sufre, en esta ocasión, una represalia de Afrodita contra su padre, Helios, por su delación a Hefesto de sus amores con Ares; lo que hace es intentar que Glauco se quede con ella, pero nuevamente sufre una negativa, ya que Glauco responde a sus requerimientos con estas palabras: <Crecerán ramas en el mar y algas en las montañas antes de que yo, estando viva Escila, cambien el objeto de mi amor.> y, cómo no puede vengarse en él, ya que es un dios y además lo ama, lanza su ira sobre Escila, objeto del amor de Glauco y dirigiéndose a la playa donde ella suele bañarse; emponzoñando la zona con sus brebajes provocando que la joven, al bañarse en sus aguas se transforme en un gigantesco monstruo marino, pues de sus extremidades inferiores surgirán una cola de pez y cuatro feroces cancerberos que quedan para siempre adosados a ella. Escila permaneció así hasta que se transformó en roca marina y desde entonces permanece allí, en el estrecho de Mesina, convirtiéndose en uno de los mayores  peligros de los navegantes.

Otra de las historias sobre Circe la relata Macareo y podemos leerla en las Metamorfosis de Ovidio, cuenta que una vez que él y sus compañeros volvieron a ser humanos estuvieron un año en la Isla de la maga antes de embarcar nuevamente hacia Ítaca; y mientras Odiseo y Circe se entretenía en escarceos amorosos; ellos se relacionaban con las ninfas y nereidas sirvientes de la diosa, una de ellas le relató la historia de una estatua de mármol blanco que llevaba sobre la cabeza un pájaro carpintero y se encontraba situada en una pequeña capilla sagrada; ante sus preguntas la sierva de Circe le contó la historia para que aprendiera el poder de su ama. Al parecer la estatua era el fiel retrato de Pico, hijo de Saturno y rey de Ausonia y le representaba en todo su esplendor ya que poseía toda la belleza de su juventud, pues aún no había llegado a ver cuatro veces los juegos que cada cinco años se celebran en la Élide. Deseado por las dríades del Lacio, las náyades del lago Álbula y de los ríos Numicio, Anio o Fárfara e incluso de las que viven en el boscoso reino de Diana Escitia; él las había despreciado a todas y su amor sólo lo destinaba la ninfa Canente de extraordinaria belleza y cantarina voz llamada también por ello Calas y su corazón sólo latía por ella; pero cierto día en que Circe se había adentrado en los campos laurentinos en su búsqueda hierbas y plantas vio al joven mientras participaba en una cacería y quedó prendada de él; convertida en jabalí atrajo su atención consiguiendo que la persiguiese, y una vez que Pico se quedó sólo, en un claro del bosque, la diosa se transformó confesándole su amor y su pasión por él, requiriendo su amor; al obtener una negativa de Pico quien, además, sin ningún respeto por ella le inquirió de manera insolente diciendo: <Quienquiera que seas, yo no soy tuyo. Hay otra que me tiene cautivo, y ruego a los dioses que así siga siendo por mucho tiempo. Mientras los hados me conserven a Canente, hija de Jano, no violaré con un amor extraño el pacto conyugal que me une ella>; Circe continuó insistiendo intentando conmoverle, una y otra vez, pero todo fue inútil y, una vez que se convenció de la negativa del joven era firme, arremete contra él: <¡No saldrás impune de esto y no volverás a ver a Cenente! ¡Aprenderás con hechos de que es capaz una que está ofendida, que está enamorada y que es mujer, y Circe es una mujer, está enamorada y está ofendida!> dicho esto le toca con su vara al tiempo que pronuncia tres conjuros, él huye pero al hacerlo se sorprende al comprobar su velocidad, de pronto ve plumas en su cuerpo y de repente se da cuenta que sobrevuela los bosques del Lacio convertido en pájaro carpintero; a continuación y ante la llegada de los compañeros de Pico que no cesan en su búsqueda y la acosan con acusaciones e incluso se disponen a atacarla, Circe esparce ponzoñosos y maléficos jugos venenosos e invocando a Hécate, pronuncia sus conjuros; y el bosque comienza a transformarse impregnándose de sangre, gimiendo las piedras, crujiendo los árboles mientras ella con vara mágica va convirtiendo a los componentes del séquito de Pico en fieras de distintas especies. El dolor de Canente no tuvo límites, rastreó el bosque buscando a su amado hasta caer rendida de cansancio y de dolor, tras seis días y seis noches de recorrer montes y valles la ninfa llegó al Tíber y allí agotada de por el cansancio y el dolor y sumida en un mar de lágrimas; al igual que un cisne moribundo entona su canto fúnebre llegando a disolverse y desvanecerse consumida por la tristeza.

Otra historia por la que Circe adquirió fama, quizás la más famosa de todas es la que le une a Odiseo; el relato de su encuentro en el viaje de regreso del héroe de Ítaca a su tierra; junto con sus compañeros llegará a la isla de Eea y encontraran a la hermosa ninfa de largas trenzas, como la describen, en el interior de su palacio, tejiendo en su gran telar mientras con su voz entona bellas canciones; los compañeros de Odiseo, aunque algo asustados por la presencia de fieras en el jardín pero confiados por la actitud de la diosa entran en el palacio y aceptan sus agasajos de bienvenida y hospitalidad; bebiéndose incautamente los filtros que Circe ha preparado para ellos para a continuación ir tocándoles con su vara convirtiéndoles en diversos tipos animales, sobre todos cerdos conduciéndoles después a sus pocilgas; esto sucede ante la vista de uno de ellos que, más asustado que los otros, no ha entrado en el palacio y que corre al barco a contar a su jefe lo que ha sucedido. Odiseo se dirige al palacio de la diosa para salvarles, siendo ayudado por Hermes quien le da un bebedizo que contenía una planta denominada moly, que ni los gramáticos han podido definir exactamente, según Tzetzes los expertos creían que se trata de la ruda silvestre, aunque la descripción que de ella se hace en la Odisea apunta más hacia el ciclamino silvestre, planta difícil de encontrar, de pétalos blancos y oscuros bulbos que desprende un olor dulzón; otros escritores posteriores la han identificado con una especie de ajo de flor amarilla cuyo crecimiento se relaciona con las fases lunares, de ahí que sirviera como antídoto contra la magia lunar de Hécabe y contrarrestara los efectos de los brebajes de Circe; aconsejándole a la vez que cuando la maga intentara tocarle con su vara desenvainara su espada de forma explícita para que supiera que estaba dispuesto a enfrentarse a ella; y esto es lo que realmente pasó; de forma que Circe desistió de acabar con él, cambiando sus sentimientos y enamorándose del héroe de Troya, consiguió retenerle junto a ella durene un año y de su relación con Odiseo nacieron dos hijos: Latino y Casifonte. Finalmente y tras un viaje al Hades, Circe ayudó a Odiseo a regresar a Ítaca, aprovisionando el barco con suficiente comida y bebida para el viaje, y avisándole de los peligros que le acecharían en él e indicándole sistemas para evitarlos; además de encerrar a los malos vientos en un saco que cerró herméticamente indicando a Odisea que lo mantuviera cerrado hasta que llegara a puerto y enviando vientos benéficos que facilitaran el regreso del héroe a su tierra.

11 comentarios en “Circe, la diosa ninfa titánica. Por Virginia Seguí

  1. Uhmmm… qué hermoso este blog!

    Estoy feliz de encontrar por esta vía a otros amantes de la mitología griega.

    Mi blog va de todo, pero a mi estilo, también he dado algunos apuntes de los mitos griegos, especialmente de los guerreros.

    Te colocaré en los favoritos de mi blog!

    Un caluroso saludo,
    R.

  2. s interesante todo sto siempre me a facinado los seres mitologicos … hace poco tuve una xperiencia con una ninfa n un rio solitario n la serrania ayacuchana … motivo x e cual stoy buscando informacion sobre esos seres….ya k m a dejado cautivado

seguicollar