GLORIA MELGAR (1859-1938). IX. Por Virginia Seguí

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La mujer en las Artes Decorativas         

Aún hoy día conviene señalar que la historia que conocemos, suele ser una historia sin mujeres, tradicionalmente las actividades femeninas, no se destacan, por irrelevantes o por no ser obra masculina, en una historia basada en grandes hechos, las mujeres, prácticamente no tenían cabida, ha habido que entrar en el detalle, en esa historia anónima para rebuscar en ella sus silenciosas y calladas tareas. Sus actividades sólo cobran importancia cuando los hombres deben asumirlas. Como ilustración a lo dicho sirva un ejemplo actual: sus habituales y cotidianas tareas en el hogar, son más reconocidas y ponderadas cuando las realiza un hombre, suele ensalzársele por ello; el subconsciente colectivo tiene asimilado que la mujer debe realizarlas de manera natural, por lo tanto, porqué alabar un hecho natural.

Es natural que en una sociedad primitiva, las diferencias de sexo condicionaran sus actividades, sin embargo, hoy día, las diferencias no se deben al sexo sino al género y son, por tanto, convencionales. La sociedad ha ido conformándose con el trabajo de los hombres y de las mujeres, aun cuando los de ésta estuvieran mediatizados por su ineludible tarea de madre. Pero sus otros trabajos han quedado, normalmente, en el anonimato. No obstante, actualmente, los avances en la valoración de este tema son constantes; e incluso refiriéndose a las épocas más remotas, donde las dificultades de investigación son aún mayores, la antropología está obteniendo nuevos datos sobre las actividades de las mujeres Vinculado con nuestro trabajo, en cuanto a los dotes naturales femeninas para la realización de trabajos relacionados con la decoración de las piezas cerámicas, cabe destacar un trabajo, circunscrito al ámbito de los cazadores recolectores, en el que se manifiesta que cuando éstos comienzan la fabricación de vasijas los restos encontrados ponen de manifiesto una clara división entre los realizados por miembros de uno u otro sexo. Las piezas realizadas por mujeres, generalmente, creadas en el ámbito domestico para solucionar cuestiones de primera necesidad: contenedores de líquidos, piezas, en general, del ajuar doméstico;  presentan una mayor y más variada decoración, que las realizadas por los hombres, quienes también fabricaban objetos cerámicos pero destinados al intercambio o comercio incipiente. Al parecer, las mujeres fabricaban estos objetos en lugares próximos de sus viviendas, evitando un alejamiento que les impidiera el cuidado y alimentación de sus hijos.

Otra actividad vinculada a la mujer desde los primeros tiempos sería la textil, volvemos aquí a relacionar actividad y necesidades domésticas. La mujer habitualmente ha confeccionado los vestidos y el ajuar casero. En los comienzos de la industria textil, fueron también mujeres quienes asumieron parte del trabajo, nuevamente estamos ante un sistema que permitía combinar labores caseras con actividades productivas. Mientras la revolución industrial no obligó a la mujer a ir a la fábrica, ella combinaba en el hogar ambas actividades.

Estas cuestiones son comunes, en mayor o menor grado, a las mujeres de todos los países y culturas. Ya que a pesar de todas las diferencias culturales su condición de mujeres iguala muchos otros aspectos, de manera que se convierte en un signo de unidad que supero las otras diferencias.

En España esta artesanía tradicional contaba con obradores en casi todas las localidades del país. El hilado era realizado en su mayor parte, por mujeres y niñas en régimen de putting-out.

La actividad cerámica, cómo ya hemos dicho se vincula a la mujer desde los primeros tiempos, en España las patronas de los alfareros son dos mujeres que murieron como mártires durante el Imperio Romano: Las Santas Justa y Rufina. Según la leyenda estas mujeres se ganaban la vida fabricando recipientes de barro, tan bellos que los sacerdotes romanos los solicitaron para las ofrendas al ídolo Salambo. Ellas se negaron a entregarlos para tal fin y fueron  martirizadas. Otra leyenda da otra versión y cuenta que después de quedar huérfanas fueron recogidas por un matrimonio de alfareros, y que les ayudaron a vender sus vasijas. Murillo las inmortalizó pintándolas con sus vasijas de barro, junto a la Giralda. Hay que pensar que para que exista la leyenda debe existir un fondo de verdad en que basarla, de esta manera podríamos remontar la relación de la mujer con la cerámica al menos hasta el siglo IV a.C.

Pese a las dificultades y trabas que el sistema gremial planteaba en el aprendizaje artístico de la mujer; cuando existía una industria familiar dedicada a la cerámica o la alfarería la mujer aprendía el oficio y realizaba varias tareas relacionadas con la producción de la pieza, entre ellas: amasaba el barro y confeccionaba las pellas a mano, transportaba las piezas al horno y las sacaba de él después de cocidas, decoraba, bordaba o ramejaba las piezas. Respecto sus actividades al torno, parece ser que no trabajaba el torno lento, pero si el torno rápido. A principios de siglo en las fábricas de cerámica el trabajo de la mujer estaba peor pagado que el del hombre, esta circunstancia está generalizada en todo tipo de trabajo femenino,  si el jornal de un hombre era de 3 ó 4 pesetas, el de la mujer era de 1 y poco antes de la guerra el alfarero ganaba 6 pesetas, la mujer como peona 9 reales o 2,25 ptas. Así pues lo que si estaba asegurado con ella era la mano de obra barata.

El trabajo de la decoradora era más autónomo, había algunas que iban por varias fábricas según la demanda, ya que  sólo bordaban unas piezas determinadas, ciertas clases de botijos, botellas, jarras, en general, las piezas más lujosas, para recuerdos y regalos especiales. En otras fábricas de loza fina había equipos fijos de mujeres que trabajaban como pintoras decoradoras.

Lo que hemos expuesto, circunscrito al ámbito español, relativo al ámbito domestico puede generalizarse, ya que la situación en común en países de nuestro entorno cultural, sucedía algo similar en Inglaterra y así lo pone de manifiesto el párrafo siguiente:

«Although pottery, as an aspect of woman’s role as domestic provider before the break-up of the family economy, was traditional women’s  craf in premedieval society, lack of evidence and the anonymity of craftspeople then, make in difficult to establist the esten of their involvement in it.»

Centrándonos en el siglo XIX, momento histórico que nos ocupa, hay que destacar que, especialmente, desde mediados de siglo, paralelamente con el comienzo de las Exposiciones Universales, los diferentes países van haciéndose conscientes de la situación real de sus industrias e inician, en general, un proceso modernizador que pasa por una modificación tanto del sistema educativo como por una nueva concepción de las relaciones entre el arte y la industria. Inglaterra destaca en este aspecto de entre todos los países, la Exposición Universal de 1851 ha empujado un movimiento renovador de las artes decorativas y del diseño liderado por varios de los teóricos y especialistas más importantes del momento;

El Arts and Crafts Movement, representa en Gran Bretaña y en Estados Unidos todo un movimiento enraizado en la tradición neogótica de recuperación del ideal medieval preindustrial y de la fusión del diseñador y el artífice. El socialista Williams Morris fue uno de sus teóricos más destacados, su utopía presentaba una sociedad rural ideal que daba paso a la industrialización y la urbanización; soñaba con establecer pequeños talleres capaces de resucitar tradiciones.

Sus ideas modificaban el papel de la mujer en la sociedad, anunciaba que la división del trabajo por sexos acabaría, y que todos los trabajos, incluidos los domésticos, estarían repartidos equitativamente.

Sin embargo, está demostrado que en su práctica real productiva, el trabajo estaba dividido siguiendo tradiciones ancestrales: las mujeres dirigían los talleres de bordado y los hombres llevaban los negocios. Esto no debe enturbiar la gran labor que desde sus fábricas se hizo en favor del trabajo femenino y su revalorización. Hicieron resurgir el arte del bordado de estambre, en una labor arqueológica de reconstrucción de las piezas antiguas existentes, que prácticamente deshacían y volvían a rehacer en un intento de comprender sus mecanismos de creación.

Colocó a su hija Georgiana Burne-Jones como directora de su fábrica de  bordados, quien pronto comenzó a colaborar en los bordados y grabados en madera. Kate y Lucy Faulkner, pintaron azulejos, ejecutaron bordados y diseñaron modelos para papel de empaquetar.

En el ámbito anglosajón, la participación de la mujer en las artes decorativas esta vinculada a la institucionalización de las enseñanzas artísticas femeninas, dos firmas inglesas Milton y Doulton promovieron un movimiento de revalorización de la industria cerámica, y comercializaron multitud de objetos destinados a las casas de las familias burguesas. Puede decirse que hacia la mitad del siglo XIX, en Inglaterra, la mujer consolida su tradicional papel como decoradora en los talleres e industrias de porcelana, aunque el papel de artista creador o diseñador, en general, todavía queda reservado para el hombre:

«By the mid-nineteenth century, a new tradition of woman’s  role in the ceramics trade had become firmly established. In the new mechanised pottery factories in the Stoke-on-Trent area of the English Midlands, women were hired and trained as decorators of china. The art of china painting was considered a more suitable employment for women than for men, though the elevated class of designers were usually male».

Hemos hablado al comienzo de este capítulo de la gran variedad de posibilidades de actividades que se abren cuando hablamos de artes decorativas, sin embargo, en cuanto la participación de la mujer cabe decir que ésta se reduce, básicamente, al campo de las actividades textiles y las cerámicas, o al menos ha sido en ellas donde mayores testimonios de participación se han constatado.

Debemos, por tanto, vincular necesidad de industrialización con necesidad de enseñanza artística para a partir de la combinación de este binomio ver incorporarse a la mujer al mundo de las artes decorativas. En el capítulo siguiente trataremos más ampliamente los aspectos educativos.

BIBLIOGRAFÍA

AA.VV. Historia de las mujeres en España. Ed. Síntesis. Madrid. 1997

Callen, Anthea. Angel in the Studio: women in the Arts and Crafts movement 1870-1914. Astragal Books. Londres. 1979

Chadwick, Whitney. Mujer, arte y sociedad. Ed. Destino. Madrid. 1992

Schütz, Ilse. La mujer en la alfarería española. IV Simposio de Investigación cerámica y alfarería. Colegio Oficial de Arquitectos de Alicante. Museo de Cerámica. Alicante. 1993

ESCRITORAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XIX. V

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    En esta sección insertamos la biografía de una nueva escritora: Josefa Estevez de García del Canto; que también participó en la publicación de <Las mugeres Españolas, Americanas y Lusitanas pintadas por sí mismas> con  el artículo <La mujer filipina>; en el que reseñaba dos tipos distintos de mujer filipina: «Yda, la princesa Manova» y «Baba, la esclava» (reproducimos las imágenes que Eusebio Planas realizó para ilustrarlas); la biografía que se conserva en el archivo privado de la escritora Faustina Sáez de Melgar no está fechada ni firmada; no obstante  podemos fecharla c. 1881 ya que corresponde a los contactos mantenidos entre ambas escritoras para la publicación de esta obra. También hay que señalar que por su redacción no parece realizada por la propia Josefa Estevez, sino por alguien de su entorno, quizás su esposo. Reproducimos también la cabecera de una de las revistas en las que colaboraba: La Moda Elegante.
Josefa Estevez García del Canto
«Nació el 10 de septiembre de 1837, en la ciudad de Valladolid, antigua Corte de los reyes de Castilla. Fueron sus padres D. Francisco Estevez Caballero y Dª Bernarda Ramos y Domínguez.Apenas tendría unos 4 años Pepita; (que con este suave diminutivo la han llamado siempre su familia y amigos), cuando dichos señores trasladaron a Madrid su residencia, y colocaron á su hija en uno de los Colegios mas acreditados de la Corte, donde muy pronto dio muestras de su inteligencia precoz, aventajando en pocos meses a otras condiscípulas que llevaban en él uno o dos años, tanto que al año siguiente, cuando apenas contaba cinco de edad, leía con perfección, y á los ocho, escribía cartas á sus tíos que dejaban admirados á los que las leían por su buena letra, y sobre todo, por la facilidad y buen sentido con que espresaba sus ideas, y por la corrección relativa de su estilo. Su carácter amable, dulce y apacible, como ha seguido siendo después, la hacían ser amada de cuantos la rodeaban. Poco aficionada á los juegos infantiles, y muy inclinada á la meditación, su mayor placer era poseer un buen libro y leerlo con detenimiento, siendo este uno de los regalos que mas estimaba.

 Aunque todas la mugeres tienen fama de curiosas, Pepita solía decir con gracia que nada estimulaba más su curiosidad mas que un papel impreso ó manuscrito, pareciéndose en esto á nuestro inmortal Cervantes, cuando nos dice en una de las páginas de su famoso D. Quijote, que <era aficionado á leer aunque fuera los papeles rotos de las calles>.

El amor filial, la amistad, y los encantos de la naturaleza, conmoviendo su tiernísimo corazón, fuero como las primeras voces que llamado á las puertas de su alma entusiasta y ardiente, despertaron en ella el sentimiento y el amor á la poesía: porque para cantar tan puros afectos y tan grandes bellezas le parecía muy pequeño el lenguaje vulgar. Ella, á semejanza del tierno jilguerillo que entona melodiosos gorgos sin haberlos estudiado ni aprendido, á los siete años hacía versos dedicados á su amada madre, á una amiga querida, á un pájaro, á la Luna, á una flor; ó á cualquier objeto que heria su corazon ó su imaginación; versos defectuosos e incorrectos, es verdad, pero que reflejaban que en su mente infantil se albergaba ya el astro que como inextinguible llama arde y se agita en el alma del poeta.

Versificaba de memoria al mismo tiempo que paseaba con sus amigos ó que sentada al lado de su madre y sosteniendo la conversación con ella bordaba ó cosía, teniendo para esto una facilidad asombrosa. Una cosa parecida le sucedía en sus primeros años á la eminente poetisa Dª Carolina Coronado, según leemos en una biografía suya. En su infancia tenía gran propensión á la melancolía, y á veces al entrar en el templo y al escuchar los graves y solemnes cantos, ó al contemplar una acción noble y generosa, sus ojos se inundaban de lágrimas conmovida por una emoción tan profunda que no hallaba palabras para expresarla. Desde su mas tierna niñez, su fé religiosa ha sido profunda y ferviente, y todos sus escritos en verso ó en prosa lo demuestran de una manera notable.

En el colegio estudió el idioma francés, el dibujo y la música, habiendo llegado á ser más tarde una gran pianista. Estudió composición y llegó a escribir algunas piececitas musicales. Una melodía para canto y piano compuesta por ella, y con letra suya, se publicó en Madrid (en 1862) en <El bello Ideal>.

En 1850 se trasladaron sus padres á Salamanca y allí prosiguió su educación dirigida por los mejores maestros. No descuidando en manera alguna todas las labores propias de su sexo. Un año después conoció en dicha Ciudad a D. Antonio Garcia del Canto, que acababa de llegar de Filipinas precedido de la fama de novelista y de notable poeta. Hasta aquella época nadie había leído los ensayos de la infantil poetisa mas que su familia, y sin que esta, como sucede generalmente diera ninguna importancia al talento que estos ensayos demostraban.

Pepita decía que unos versos mal hechos podrían ser objeto de burla para los estraños si llegaban á leerlo, en tanto que para sus padres, solo eran motivo de alegría y de embeleso, porque no miraban la forma sino el fondo y la intención de sus escritos.

Un día, su madre, en ausencia suya, y en ocasión de estar el Sr. García del Canto de visita en su casa; le mostró las composiciones poéticas de su hija p ara que las juzgase. Admirado quedó el Sr. Garcia del Canto al leerlas; conociendo por ellas la notable disposición que para el cultivo de la poesía tenia la que las habia escrito. El la animó después á que siguiese cultivando este arte sublime, y sus primeros estudios en retórica y poética los hizo bajo su dirección. Sin este conjunto de circunstancias casi providenciales, es provable que el talento poético de la Señorita de Estevez hubiera permanecido oculto y desconocido, como por desgracia habrán quedado otros muchos que no hallaron jamas la ocasión propicia para tomar vuelo y darse á conocer. En España luchar con grandes inconvenientes (y con grandes y arraigadas preocupaciones) aun dentro de la misma familia, toda muger cuyo talento la hace salir de la esfera comun./ En el año 1852 vieron la luz por primera vez, y con general aplauso, algunas composiciones de la casi infantil poetisa, en el «Correo Salmantino» y en otros periódicos de la provincia, y en el año 1853 habiendose dedicado el Sr. García del Canto su preciosa leyenda <La isla del amor> que forma parte del libro que dicho señor publicó con el título <Horas de melancolía> y que tan aplaudido fue por la prensa, la Señorita de Estevez, correspondió á su obsequio con una bellísima é inspirada poesía que publicaron en Madrid dos Periódicos <El norte> y <La Civilización>. Un año mas tarde se unió en Matrimonio al Sr. García del Canto, el cual había quedado prendado desde el día en que la vio por primera vez de su belleza, de su talento, y de su genio angelical, teniendo la dicha de que su pasion fuese correspondida. Mi bello ideal era casarme con un poeta, escribió la Señorita García el Canto al dar la noticia de su casamiento á una de sus amigas, y lo hallé; imaginate si seré dichosa. ¡Dichosa! ¡ay! Por cada flor que hallamos en el sendero de la vida, cuantas y cuantas punzantes espinas destrozan nuestras plantas.! Mas la Señora de G. del Canto á sabido afrontar todas las penas, y los dolores mas amargos sostenida por su inquebrantable fé, y por el constante y tierno amos de su esposo.

 En 1862 se publicaba en Madrid un semanario titulado <El Bello Ideal>, redactado por señoras y cuyos productos se dedicaban a la beneficencia. En el vieron la luz varios trabajos de la Sra. Gª del Canto. Tanto en prosa como en verso. Allí también se publico por primera vez su biografía, á lo que ella en su natural modestia se prestó con disgusto, y solo accediendo á las reiteradas instancia del director del periódico que habiéndose comprometido en el prospecto á publicar los retratos y biografías de todas las colaboradoras del Bello Ideal (circunstancia que ella ignoraba) tenía un interés especial en que ninguna faltara.

 «Es muy pequeña mi personalidad literaria para que nadie se ocupe de ella», decía la Sra. Gª del Canto. A pesar de todo, la biografía fue hecha por la distinguida escritora Dª Eloisa Gattebled de Santa Coloma, y de ella nos hemos servico para recoger algunos de los datos consignados. En esa época publicó en el Romancero Español contemporáneo, que dedicado al Príncipe de Asturias formo D. José Gutiérrez de Alba, su preciso romance «El amor de los amores», que por el fondo, la forma y el estilo, bastaría por si solo para calificarla de notable poetisa.

En el año 1863 habiéndola invitado la Academia Bibliográfica Mariana de Lérida á un certamen poético en honor de la Virgen del Pilar, la Sra. G. del Canto, aunque convaleciente de una gravísima enfermedad no quiso dejar de rendir tributo de su ferviente amor á la Virgen, de la cual es muy devota, y escribió una Oda al tema propuesto que fue premiada.

Ya en esa época tenía escrito un interesante libro dedica a la infancia del cual se han publicado después varias páginas en diferentes periódicos de Madrid. Todo lo demás permanece inédito. Ella lo había escrito pensando en su hijo; hijo querido que muy pronto le arrebató la muerte. Sus páginas están llenas de los mas sublimes pensamientos religiosos y morales, y por su sencillez y amenidad es muy apropósito para instruir y deleitar á la niñez, ¡Lástima és que no se haya publicado ya por completo tan bello libro!

En Diciembre de 1864 salió con su marido para las Islas Filipinas, á donde este iva destinado de Gobernador político militar de una Provincia del Archipiélago. Invitada por su padre á que le escribiese el diaro de su viaje, supo hacerlo de una manera tan interesante qu este relato escrito por ella para su familia y sin ninguna pretensión fue publicado en el Adelante periódico que veía la luz en Salamanca en aquella época, y leído con gran interés.

No hay nada más poético ni mas delicioso dice unos de sus párrafos que contemplar el mar en una noche serena, cuando brilla en el firmamento, pura y hermosa la espledente luna reflejando en las rizadas ondas su cabellera de plata, ¡Cuan hermoso es contemplar en una de esas noches apacibles á toda la tripulación y pasajeros arrodillados sobre la cubierta del buque rezando el rosario con religioso recogimiento. Allí no hay altar no hay templo, no hay imagen; pero a que templo podría compararse aquel?. Por bobeda el cilo, por lampara la luna clara y refulgente. Sobre nuestras cabezas el firmamento cuya hermosura recuerda la gloria de Dios, a nuestros pies la inmensidad del Océano, cuya sublime grandeza nos revela su poder.»

Este viaje lo hizo por el Cabo de Buena Esperanza á bordo de la fragata española <Concepción>

El Diario de Manila publicó algunas composiciones suyas en prosa y verso durante su estancia en aquella Capital y siguió remitiéndolas también al Correo de la Moda de Madrid, cuyo Semanario es colaboradora hace muchos años.

En 1866 habiendo sido nombrado su marido Gobernador P.M. de Davao (Isla de Mindanao) salió para dicho punto donde permanecieron cerca de cuatro años. Allí escribió su poema <La Esposa>. Su obra predilecta, según ella misma nos lo asegura en la dedicatoria de dicho interesente libro.

Habiendo encargado su marido a un comerciante Chino que viajaba con frecuencia por los pueblos salvajes del distrito que les tragese un niño y una niña para educarlos y hacerlos cristianos, y habiendo el chino cumplido con el encargo, ella tomó á su cuidado su educación, ensañándoles por si misma, y sin ayuda de ningún otro maestro, á hablar, leer y escribir en castellano, explicándoles el Catecismo y haciéndoles comprender la bondad y grandeza de la religión cristiana.

Creo que con la enseñanza de estas pobres criaturas debo de ganar algo á los ojos de Dios. Escribía ingenuamente á su padre por aquella época. Aquí no tenemos teatros, ni bailes, ni reuniones ostentosas, pero  tenemos una casa que es casi un palacio (la Casa real, como aquí llaman a la casa del Gobernador) rodeada de magníficos jardines donde las rosas se renuevan sin cesar; por que en este hermoso p aís la primavera es eterna. El mar que divisamos á corta distancia desde nuestros balcones, nos envia sus frescas brisas saturadas en el riquísimo aroma del Ylang.leng. y del laurel de la Canela, árboles preciosos que tanto abundan en los montes próximos a Davao. El pajaro mosca oculto en la gumamelas y en los rosales, nos recrea con sus melodiosos y delicados trinos, en fin, padre mío, esto sería un verdadero paraíso para nosotros si les tuvieramos a V.V. a nuestro lado.

«Nos levantamos temprano a las siete voy a misa acompañada de los dos pequeños (se refiere a los niños recien bautizados), los cuales hacen grandes progresos en el catecismo, y pronto podrán hacer su primera comunion. El dia se me pasa en un soplo, siempre ocupada en mis labores o en conversar con Antonio (su marido) o instruyendo á mis dos discípulos, que en su ignorancia salvaje me hacen á veces preguntas que me ponen en un verdadero aprieto para poder responderles de un modo que sea comprensible á su limitada inteligencia.»

«Las veladas las dedicamos á la música y á la poesía en la que me parece hago algunos adelantos y ¿Cómo no? Si tengo siempre el maestro á mi lado…»

Plutarco dice en una de sus obras aconsejando á un marido. Todo cuanto creas que puede serle provecho comunicaselo y dividelo con ella, haciendole familiares los mejores libros y los discursos mejores que pudieres encontrar… Nada sería mas honroso que oir a una muger decir á su marido; Amigo mío, tu eres mi maestro, tu mi preceptor en la filosofía en y en las ciencias.»

«Con cuanta exactitud puedo aplicarme yo estas palabras; En Literatura, Antonio es y ha sido mi unico maestro. Todo cuanto escrito lo consulto con él. El me corrige y me aconseja. ¿Dónde podría yo hallar un censor mas inteligente, mas imparcial y mas interesado á la vez en el mejor éxito de mis obras?

«De seguro se rie V., mi buen papá, al oirme hablar de este modo de las obras tan pequeñas y que acaso no llegaran á publicarse. Ya sabe V. que no soy una muger dedicada por completo  á las bellas letras, por mas que las tenga grande amor, sino al cuidado de mi marido y de mi casa. El deber es antes que todo, V. me lo ha dicho muchas veces.»

«Cuando á la caida de la tarde bajo á dar una vuelta por estos estensos jardines que mi marido ha construido y ha sabido embellecer tanto. ¡Qué hermosos pensamientos acuden a mi mente en medio de esta agradable soldad!.. Como no he perdido la costumbre de hacer versos de memoria, nunca vuelvo a mi habitación sin llevar hechos algunas estrofas para mi libro». (Se refiere sin duda a su poema «La esposa»).

Hemos copiado los párrafos que anteceden, porque ellos pintan mejor que nosotros pudieramos hacerlo, á la mujer y á la poetisa. Algunos de sus escritos en prosa pertenecen á esa época entre ellos «Ida, historia de una salvaje de la Isla de Mindanao.» Y otras del mismo género.

Durante el invierno de 1871 al 72 los Señores García del Canto, ya de regreso en España, dieron algunas reuniones literarias y musicales en su casa, á donde acudían varios y renombrados escritores y poetas. Allí leyó él algunas de sus obritas inéditas y venciendo la timidez y modestia de su esposa, la que jamas había querido leer en público, ni aun en una reunión pequeña, hizo que leyese algunos cantos de su poema, que fueron oidos y aplaudidos con entusiasmo.

De regreso nuevamente á Manila poco tiempo después (1873), á donde su marido fue de Secretario General, y donde solo permanecieron seis meses por haber hecho dicho Señor dimisión de su destino, escribió bajo el seudónimo de «Ventura» varias composiciones en el Diario de Manila, entre las que son muy notables El día del señor, que han reproducido varios periódicos de la península. San José y el niño, romance popular y una Serenata dedicada al Príncipe Alejo de Rusia, que residió algunos días en aquella Capital. Serenata que el príncipe no llegó a conocer porque por un capricho de la autora, ó por otras causas que no conocemos no se publicó en el periódico, hasta el día en que el Príncipe salió de Manila.

Estas composiciones y algunos escogidos fragmentos del poema <La Esposa> que llamaron vivamente la atención del publico ilustrado, aunque remitidos de tiempo en tiempo y bajo el mas riguroso incognito aparecían siempre precedidos de elogios en los cuales se espresaba un deseo vehement de descorrer el velo que ocultaba el verdadero nombre del autor anónimo, y pronto llegó á sospecharse quien podría ser este. En el Porvenir Filipino, periódico que se publicaba á la sazón en Manila, y en uno de sus versitos apareció el siguiente párrafo.

«Hace algunos meses que entre la hojarasca de una publicación de esta Capital se destaca de vez en cuando, alguna poesía tierna como el suspiro de una madre, melancolica como el sol que se oculta, triste como una balada del Rhin, alguna poesía en fin dulce, original, interesante, inspirada, digna del plectro de Corina, ó de la lira de SAfo, y desde que hemos tenido la dicha de escuchar esos melodiosos acentos, esa cadencia armoniosa que adormece el corazon y embelesa el alma, no hemos podido menos que rendir un justo tributo de admiración á quien habla con tanta delicadeza á nuestros sentimientos.»

«Deseariamos en toda la efusión de nuestro entusiarmo conocer á quien maneja la pluma con tanta elegancia y discreción, pero vale mas tal vez que entre el velo del pseudónimo se oculte a nuestros ojos, ¡Quien sabe! ¿no podría ser el misterioso vate una muges joven y hermosa que uniese á los atractivos de la belleza y la virtud, las privilegidas dotes de Mme. Staël ó de la Jorge Sand?.

A su regreso a España escribio la historia de un precioso lorito que había traido consigo, lo que la sirvió de pretexto para hacer en elegante y ameno estilo, una breve y entretenida relación de su viaje por el Istmo de Suez el cual había cruzado tres veces en el corto espacio de dos años.

Desde Salamanca, donde algunos meses después fueron a establecerse los dos esposos, inseparables siempre, porque para la Sra. de G. del Canto no hay dicha posible; según ella misma asegura sino al lado de su marido desde la Ciudad amada donde la poetisa paso sus primeros años, y en donde según ella misma nos dice en una de sus poesías:                                       

                                                               … Y allá, á la orilla del Tormes

                                                               en la misma tumba unidos

                                                               mis amados padres yacen

                                                               y cerca de ellos mi hijo.

                                                               ¡Cuantas dichas encerradas

                                                               en tan pequeño recinto!…

                                                               Mas… nó, nó; en aquellas tumbas

                                                               Solo existe polvo frio

                                                               Mis amores estan ya

                                                               Donde San José y el Niño.

                                                                                                              San José y el Niño. Romance popular

Desde su ciudad amada siguió remitiendo de vez en cuando composiciones suyas á periódicos de Madrid y de Provincias.

En 1878 vio la luz en Madrid su Poema <La esposa> y tanto los periódicos de la Capital como los de Provincias le dedicaron articulos encomiasticos y frases de alabanza; y el S.S. Obispo de Salamanca, D. Narciso Izquierdo eminente orador y literato recomendo la obra, espontáneamente, en el Boletín Eclesiástico de la Diócesis, con frases que la ensalzan como se merece.

Es notable el artículo que acerca de este libro se publico en la Época el cual dice entre otras cosas: «Es otra Perfecta casada la que ha brotado de la pluma de la inspirada poetisa, que corresponde al libro insigne del que cantó en suavisima endecha las dulzuras de la vida del campo en el siglo diez y seis á la orilla del Tormes. «El poema de la distinguida escrita es el retrato de la mujer fuerte de la Biblia.» La época de 7 de enero de 1878.

El Ateneo revista de Málaga decía ocupandose de esta obra: «El libro que nos ocupa es pues altamente moral y muy recomendable por lo tanto. El canto titulado delirio, es uno de los mas bellos, y quizas el mas poético, pues en él nos pinta la autora con gran ternura el profundo sentimiento de una madre y con energicos colores la lucha apocaliptica del bien y del mal.»

«Digno es tambien de mención el misterioso sueño de la esposa en que cree hallarse ante la puerta del Paraíso, por donde solo penetran las madres buenas para ser coronadas con las propias virtudes de sus hijos, convertidas por el Señor en maravillosas flores del Eden.» El Ateneo 20 de enero e 1878.

En el mismo año visitó con su marido la famosa Exposición de París, deteniéndose después en varios puntos de Francia, y visitando el milagroso santuario de Lourdes. Las impresiones de este viaje las publicó en un bello artículo tan original como lo son generalmente todos sus escritos con el título <La vuelta al hogar>, y vio la luz en «El Correo de la Moda» de Madrid y en otros periódicos de provincia.

En el Certamen literario que se celebró en Valladolid en el mes de septiembre de 1879 en honor del inmortal Cervantes, alcanzó el Primer premio la Señora de G. del Canto, ofrecido por el Ilustrísimo Sr. Arzobispo Fray Fernando Blanco, al autor d ela mejor composición en verso. A Cervantes considerado como literato católico.Esta composición escrita en octavas reales, tiene conceptos bellisimos, y pensamientos tan elevados y profundos, que mas que de un ingenio femenino parecen hijos del astro varonil de un poeta de primer orden. Véanse las siguientes estrofas…

                               ¡Ah! Triste patrimonio de poeta!

                               Llevar siempre en lamente enardecida

                               Un idea, y descender sujeta

                               Al rudo prosasmo de la vida!

                               Alma siempre anhelante, siempre inquieta,

                               Rara vez por el vulgo comprendida,

                               Logrando de la gloria por despojos

                               De la envidia rastrera los abrojos

                               Mas, venturoso, afortunado el vate

                               Que la misión augusta respetando

                               Que recibió de Dios, nada la abate,

                               Y con el vicio y la maldad luchando,

                               Cual fuerte atleta sin cesar combate

                               Y honor, patria, virtud, vive ensalzando.

                               Muere: mas de su alma eco bendito,

                               Eterno queda el pensamiento escrito

Y más adelante….

                               Las flores viven con aroma eterno

                               De tan precioso manantial nacidas;             

                               Su frágil tallo, delicado y tierno

                               Protege Dios: podran ser combatidas

                               Por el ángel del mal que en el averno

                               Mira envidioso al bien, mas no vencidas.

                               El error ve un día, y desaparece:

                               La verdad es eterna y no perece.

                               Estrella esplendorosa, un breve instante

                               Podrá ser eclipsada tu hermosura

                               Para brillar de nuevo más radiante

                               Rasgando el error la niebla impura.

                               El camino con paso vacilante.

                               Tú con planta firrmisima y segura.

                               Tú en Dios bebes tu fuerza soberana;

                               Él se alimenta en la soberbia humana.                             

Algunos meses después, ó sea en el mes de Julio de 1880, fue nuevamente premiada en otro certamen literario que se verifico en Santiago de Galicia en honor del Santo Apóstol, por un precioso himno dedicado al glorioso Patrón de España.

En la sesión literaria con que la Universidad de Salamanca, celebró el día 25 de Mayo del presenta año el 2º centenario de Calderón de la Barca, leyó un bellísimo Romance, causando gran entusiasmo en el publico al subir á la tribuna, en donde, desde la celébre Lª Luisa de Medrano, y la más celebre aun Dª Beatriz Galindo, en el siglo diez y seis no había posado su planta ninguna mujer. «El Eco de Salamanca»  la Revista agrícola, periódicos que ven la luz en aquella Ciudad al hacer la descripción de las fiestas, dedicaron elocuentes frases de elogio á la poetisa.

Grande honor ha sido para mí (escribía ésta algunos días después á una amiga suya) haber subido á la tribuna de esta famosisima Universidad y haber hecho oir mi humilde voz, allí donde en otro tiempo resonaron los acentos de tan ilustres varones en ciencia y talento y de mugeres tan notables como Dª Beatriz Galindo maestra de latín de Isabel La Católica.

«… ¡Que atrevimiento el mío¡… Tú que no ignoras mi excesiva timidez, tu que sabes cuánto he sufrido y los esfuerzos que he hecho para vencerla, cuando he tenido que tocar el piano en una reunión, por mas que supiera como el Padre nuestro la pieza musical que iva á adecuar, te asombrarás del valor que he demostrado en esta ocasión! ¡Dios me ayudo!»

«En este dia todo han sido satisfacciones para mi; pues mi marido leyó también un precioso soneto (premiado por la Academia Hispano-Portuguesa de Tolosa de Francia) que fue muy aplaudido»

«Lo que siento, es, que el Romance que leí (y que si he de creer lo que he oído ha gustado mucho) me parece una obra muy pequeña para la excelsitud del sitio en que fue escuchada. Esta Universidad en medio  de su decadencia actual, conserva un sello de grandeza y de gloria que no podran destruirlo ni el tiempo, ni las injusticias de los hombres.

Al penetrar en su recinto, un sentimiento de veneración y respeto conmueve el alma, como si la sombrea de tantos y tan ilustres varones en santidad y en saber, surgiendo de sus cenizas volviera á animar, como en otro tiempo, tan augustos lugares con su venerable presencia.

Las composiciones en prosa y en verso de la Sra. De Garcia del Canto, esparcidas en diferentes periódicos durante algunos años, pueden formar varios volúmenes si se coleccionasen.

Para finalizar nuestro trabajo, ó sea los apuntes que vamos escribiendo acerca de esta poetisa, copiaremos los tres últimos párrafos con que termina la biografía que escribió la Sta. Gattebled de Santa Coloma, á que nos hemos referido antes. «Diremos á esta señora lo mismo que a sus obras, que hemos dicho de las en verso..Colecciónelas pronto y de las á la estampa y ganará mucho con ello nuestra literatura. Siga reconociendo esa senda de virtud y las flores, siga trabajando con fé y con ardor, y llegará á ser una de nuestras glorias literarias.

Restanos hacer el retrato de la Señora de G. del Canto. De una estatura media mas bien alta que mediana, talle esbelto, aire noble y elegante, con ojos negros, grandes y rasgados, de una expresión tierna y melancólica, pelo de azabache y una fisionomía en la cual la dulzura y un ingenio lleno de encantos se revela á la vez; esta señora es lo que puede llamarse una muger hermosa.

Esposa cariñosa, amiga sincera y constante, musa modesta, su amor á las bellas letras y á la música, no la apartan jamas de los deberes de su sexo, ni de los cuidados domésticos. Sus virtudes igualan cuando menos á su talento, y es el encanto de su esposo, al que ha encontrado el secreto de hacer completamente feliz.

 

 

GLORIA MELGAR (1859-1938). VIII. Por Virginia Seguí

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  PORCELANA. Técnicas y métodos

Durante el siglo XVIII, en Europa, se trabaja sobre dos tipos básicos de porcelana: la de pasta dura o verdadera porcelana y la pasta tierna o artificial, la primera es utilizada a partir de Meissen en Alemania, Europa Central, Rusia y parte de Italia y la segunda en España, Francia e Inglaterra. Estos tipos de porcelana se distinguen, además de por sus fórmulas o composiciones por los diferentes grados de cocción; las pastas duras necesitan alcanzar temperaturas superiores a 1300 grados y las tiernas se obtienen entre los 1100 y los 1350 grados. Al parecer sus diferentes características determinan, en cierta manera, su uso o destino, según se desprende el siguiente comentario:

«La simple indicación de las dos partes que forman la porcelana dura y la tierna basta para apreciar el destino de ambas en el desarrollo de las artes cerámicas. Mientras la dura debía destinare con el tiempo a los usos domésticos, por ser más resistente á los cambios bruscos de temperatura y prestarse á ser moldeada para toda clase de utensilios de mesa, la tierna, por ser menos fuerte y haber nacido más en contacto con los ejemplos de las mayólicas y recibir la pintura como ellas en forma de verdadero esmalte, debía servir principalmente para la decoración y los usos artísticos».

Como ya hemos dicho hay, prácticamente, tantas fórmulas como fábricas, debido a que cada una de ellas hizo sus investigaciones de forma independiente utilizando los materiales a su alcance, esto era más que una medida de tipo económico, se intentaba localizar las tierras y limos necesarios en terrenos cercanos al asentamiento del establecimiento para abaratar los costes de fabricación. 

No creemos necesario describir los diferentes métodos de mezcla de las pastas demasiado prolijo y carente de interés para nuestro trabajo dado que nuestra artista acomete, el trabajo sobre porcelana, únicamente desde la faceta del artista decorador, es decir utiliza la porcelana como soporte para sus obras, trabaja sobre piezas o placas de porcelana previamente modeladas en la fábrica. Una vez decoradas vuelve a llevarlas a la fábrica para su cocción definitiva. Por tanto estudiaremos los sistemas y técnicas de decoración de la porcelana.

Sí es necesario conocer que las piezas deben cocerse varias veces y que cada una de las cocciones tiene una finalidad distinta en el proceso de decoración (Fig. 43). Se procede a la primera cocción partiendo del objeto crudo con una temperatura de 950 º con ello adquiere la dureza suficiente para poder ser manipulada en la siguiente fase.

La segunda cocción es necesaria para las piezas que van a ir esmaltadas. Por tanto se procede a decorarlas y se sumergen después en un bañó de esmalte, después se cuecen por segunda vez a una temperatura que puede oscilar entre 1370 y 1460 grados. La pintura colocada debajo del esmalte admite, únicamente, una gama de colores que se reduce a: azul cobalto, verde cromo, negro urano y rojo cobre.

Las piezas pueden decorarse también sobre el esmalte siendo entonces infinita la gama de colores, las pinturas se aplican con pincel o pluma, la tercera cocción se realiza en un fuego de mufla a 800 ó 900 grados y con ella se consigue la fusión entre el esmalte y el color.  Cuando la decoración de la pieza requiere realzarse con oro, se procede a una cuarta cocción a una temperatura entre 560 y 740 grados.

Los avances de la industria han introducido nuevos y modernos métodos que abaratan los costes de producción, en relación con la decoración cabría hablar primero del estampado, proceso mecánico que permite pasar los dibujos de una placa de metal grabado a una hoja de papel y estampar esta hoja en la pieza, procediendo después a su cocción, esto permite prescindir de los pintores decoradores de las piezas y obtener una estandarización y posibilidades de reproducción infinita de los modelos. Este sistema comenzó a ser utilizado a mediados del el siglo XVIII y a finales era una práctica bastante habitual. Cuando el estampado requiere varios colores se utiliza una técnica similar a las calcomanías mediante un sello de goma impregnado de colores.   

La porcelana de pasta tierna o fritte requiere una primera cocción a una temperatura aproximada de 1250º, que provoca una perdida de volumen y a veces deformaciones en la pieza, para evitar éstas deben cubrirse los objetos con polvo de silicio. A continuación se les aplicaba un esmalte de potasa,  cal calcinada y sodio mezclados con pegamento y se decoraba; todo ello se fijaba mediante la segunda cocción a baja temperatura entre 700-800º que provocaba la fusión del esmalte y los pigmentos. Esta técnica permite unas matizaciones de color difíciles de igualar.

IMÁGENES

1) Grabado obra F. J. Weber. Die Kunst das âchte Porzellain zu verfertingen (El arte de manufacturar auténtica porcelana). Hannóver 1798. Fig. 1 Triturado. Fig. 2 Cribado del material triturado.

2)Florero. Meissen c. 1878. Decoración atribuida a Gros. Destacar la greca clásica propia del s. XIX

3)Pintor decorador de porcelana. Dibujo anónimo. Francia siglo XVII. Archivo Manufactura de Sèvres.

4) Escena galante en el cenador. Ansbach (Baviera). posterior a 1760

5) Platillo decorado con escamas. Meissen c. 1760. Querubines estilo Boucher, aparecen con la llegada del decorador francés Victor Michel Acier.

Historia de la Mujer – LAS CELTAS Y LAS ELEAS

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      En esta sección nuevamente un artículo del historiador Antonio Pirala publicado en el número 21 de fecha 8 de junio de 1853 de la revista El Correo de la Moda, como continuación de sus textos destinados a la educación de la mujer.
LAS CELTAS – LAS ELEAS

Continuando la historia de la Mujer, esa magnífica epopeya de la humanidad, hojeando las antiguas crónicas, los libros de los más célebres escritores, hallamos en Plutarco, ese sublime historiador del hombre, que tan bien ha sabido pintarnos hasta los sentimientos más recónditos del corazon, escelentes paginas consagradas á las Celtas, heroinas de la paz, como las Argivas lo fueron de la guerra.

El nombre de Celtas era una denominación tan general, que casi comprendia á los habitantes de todo el continente europeo, y con el cual el griego Eforo, que fué el inventor, ni tuvo ni pudo tener alguna consideración al origen y las lenguas de los pueblos, cuya existencia le era desconocida. Esta denominación, llegó á ser con el tiempo un hombre genérico, bajo el cual se comprendian los otros pueblos del mismo continente á mediada que se les conocia.

Los hombres de una región céltica, cuando mas necesitaban armonizar entre si, porque se aprestaban á pasar los nevados Alpes para internarse en Italia, se destrozaban crudamente por asuntos domésticos, estando tan escitadas sus pasiones, que les dividieron en partidos. Aumentando su furor, se hacia inminente la guerra civil, esa calamidad de los pueblos, infortunio de la humanidad.

Armáronse los vecinos, los amigos, los parientes, los hermanos, los padres, los hijos, unos contra otros, mirándose todos como encarnizados enemigos. Prontos estaban para la pelea: solo se aguardaba la señal para blandir el arma homicida y derramar con ella la sangre de un objeto querido, quizá la del mismo autor de la vida del asesino, que así olvidaba sus deberes por atender á sus pasiones bárbaras, inhumanas, á esos impulsos del orgullo y de la vanidad que ciegan al hombre, que le hacen renegar de su especie, y adulterar la bondadosa magnificencia de su ser.

Cuando tal era el estado de aquellos hombres, comprende la mujer su mision. Sin tener la debilidad de participar de las pasiones de aquellos á quienes estaban sometidas, sienten en su mente una inspiración sublime, en su alma la resolución de un hecho grande, en su corazon el heroísmo del sacrificio, al que se prestan si los hombres desoian sus ruegos  les ofendia su mediación; y en el momento en que uno y otro bando iban á chocarse, y se iban á abrir alli millares de sepulturas, conquistando el vencedor una corona sangrienta, cuyas manchas rojas nunca se limpian, y un duelo eterno, se presentaban en el campo sus mujeres, y á fuerza de súplicas, lágrimas y caricias aplacan el furor de los guerreros, les hacen deponer las armas y reconciliarse.

¡Magnífico cuadro, que quisieramos ver colocado en el sitio más público de cada pueblo!

Hé aquí a la mujer ejerciendo su verdadera misión; hé aquí á unas mujeres que se presentan en medio de un campo de guerreros enemigos en el momento de ir á destrozarse; y sin llevar otras armas que las invencibles que la naturaleza ha dado á la mujer, sin emplear mas que súplicas elocuentes, lágrimas sinceras y caricias bondadosas, atraen al corazon de aquellos ásperos guerreros los nobles sentimiento de la generosidad, de la amistad; y los que iban á matarse, se abrazan.

¡Lástima que la historia no nos trasmitiese las palabras de aquellas Celtas, aquellos ruegos elocuentes, porque nacian del íntimo sentimiento que abrigaba un corazon; porque cuando el corazon siente, sabe la boca espresarse!

Súplicas, lágrimas y caricias: hé aquí un magnífico discurso, en el que se encierran todas las reglas oratorias. Las súplicas son el magnífico exordio que prepara el ánimo; las lágrimas, la proposicion que conmueve, y las caricias, el epílogo que decide, que consigue la mocion de afectos.

Los Celtas conocieron la trascendencia que tendría su encono, y reanudaron sus amistades; no olvidando en medio de su gozo á quienes debian tanto bien. Al restituirse al seno de sus familias, llevan á las mujeres en triunfo.

Desde entonces fue costumbre entre los Celtas, que siempre que deliberaban sobre algun importante asunto referente á la paz ó á la guerra, asistian sus mujeres al concurso, y cuando se suscitaba entre vecinos diferencia, se dirimia también según el parecer de las suyas.

No podia reconocerse mejor su prudencia, su juicio, su discreción. Pero aun fueron mas allá: en un pacto que los Celtas hicieron con Anibal, se lee este artículo famoso:

«Si algun Celta se quejase de haber recibido injuria de algun cartagineses, sean jueces los magistrados de Cartago, ó los generales que estuvieren en España; pero si algun cartagines recibiese de los Celtas alguna manera de daño, JUZGUÉNSELO LAS MUJERES DE LOS CELTAS»

Este articulo nos presenta un rayo de luz para descubrir que el heroísmo de los Celtas tuvo lugar en España, en la antigua Celtiberia.

Y no era solo en este punto donde la mujer era tan dignamente considerada. Los cartagineses y los galos hicieron un tratado, por el cual sometian sus diferencias á la decisión de las mujeres.

Los Eleos, creyéndose ultrajador por los Pisanos, y habiendo pedido en vano satisfacción al tirano de Pisa, convinieron con los habitantes de esta ciudad en dejar la decisión á diez y seis mujeres nombradas por cada una de las diez y seis ciudades.

El éxito no pudo ser mas plausible: de sus resultas se establecieron un colegio especial de mujeres para presidir los Juegos Eleos y adjudicar el premio al mas digno.

GLORIA MELGAR (1859-1938). VII. Por Virginia Seguí

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ARTES DECORATIVAS: Delimitación de las artes afectadas

Nuestra intención no es enumerar todas y cada una de las artes afectadas sino hacer hincapié en que las dificultades del tema no se agotan con su definición sino que, por el contrario aumentan cuando lo que nos planteamos es su división o clasificación, debido, en gran parte, a su amplitud. En este sentido tenemos el testimonio del arquitecto Juan Bautista Lázaro al leer, en 1906 su discurso, de entrada en la Rabasf, que versaba sobre las artes decorativas mencionaba las dificultades que presentaba  su estudio y decía así:

«[…] La enumeración siempre incompleta de ellas confirma esta aseveración, porque, aun sin contar la escultura y la pintura puramente ornamentales, todavía están íntimamente unidas á la arquitectura la orfebrería, metalistería de hierro y bronces, mueblaje, vidriería, esmalte, marfiles, ebanistería y talla, dorado, tapices, moldeado, fundiciones, repujado y estampación con otras muchas más que a cada momento surgen, ya por los frecuentes descubrimientos de materias nuevas, ya por los procedimientos que para el dominio de las mismas materias aportan los muchos recursos que el adelanto de la ciencia suministra sin cesar.»

Las artes decorativas en España han tenido su código, hasta no hace muchos años, en el libro escrito por Juan Facundo Riaño: Spanish Indusrial Arts, publicado en Londres en 1872, este autor las divide para su estudio en: Orfebrería; Hierros, Bronces, Armas; Mobiliario, Marfiles, Cerámica, Vidrio; Tejidos, Bordados, Encajes, Tapices. Como vemos la mezcla de conceptos es patente, no existe un criterio único para cada capítulo sino que utiliza arbitrariamente: bien la técnica artística o bien el material que se trabaja. La circunstancia de que el libro de mayor prestigio sobre las artes decorativas en España estuviese escrito en inglés ha sido para algunos algo inaudito, y el comentario sobre este hecho que contiene el discurso de entrada en la Real Academia de la Historia de Manuel Pérez-Villamil no deja lugar a dudas:

«Aún queda la última pincelada en este cuadro deplorable de nuestro atraso histórico en materia de artes industriales. Habiéndose enriquecido el Museo inglés de Kensigton con admirables obras españolas de artes industriales, aparecidas en Londres como la revelación de una civilización ignorada, la Comisión del Museo dispuso que un español erudito y muy relacionado con la cultura inglesa escribiese un Manual sobre la historia de estas obras sorprendentes, para ilustrarlas con las luces de su erudición. El libro, publicado en 1872, fué escrito en inglés como para que no se enterasen los españoles de las riquezas que aún poseían de su antigua y espléndida cultura»

En ocasiones dada la complejidad de la división por capítulos del tema, se opta por confeccionar Diccionarios o Enciclopedias, que lo abordan mediante el sistema de tradicional de voces, de manera general o circunscribiéndolo, únicamente, a ramas especificas de las artes decorativas o períodos históricos concretos; últimamente hemos encontrado algún ejemplo en el que la división se  realiza por el tipo decoración utilizado en todas las artes realizadas durante un período temporal limitado; son todas ellas diferentes formas de limitar su estudio para que su amplitud y complejidad no lo conviertan en inabarcable o inagotable.

En nuestro caso, llegados a este punto, una vez hechas las consideraciones anteriores, para dar coherencia a nuestro estudio, debemos concretar y dentro de las artes decorativas circunscribirnos al estudio de la cerámica y dentro de ella al trabajo sobre porcelana.

La porcelana. Procedencia y aspectos generales

Durante la Edad Media el comienzo del comercio con Oriente originó la llegada a Europa los productos elaborados y consumidos en la zona, objetos extraños a la cultura occidental que pronto tuvieron gran aceptación en las cortes europeas. En un primer momento la porcelana no despertó demasiado interés, dentro de los artículos que veían del Extremo Oriente había otros artículos más interesantes para los europeos de la época; aunque, poco a poco, estos objetos de aspecto ligero y frágil pero de gran dureza; blancos y transparentes a la vez y dotados, tras su percusión, de una sonoridad especial fueron interesándoles cada vez más. En un momento dado la demanda de este tipo de objeto fue tal que comenzó a ser interesante fabricarlos en lugar de traerlos de lejanos países, el problema era que en Europa no se conocía la fórmula de la porcelana. Únicamente se tenía el resultado final, la formula era un secreto muy bien guardado dados los pingües beneficios que producía.

En 1570 en Venecia se producen lo primeros intentos, pero sólo se consiguen imitaciones. En el resto de ciudades italianas bajo el mecenazgo de familias como los Médicis también se intenta el reto, pero el secreto sigue intacto, aunque si se consigue fabricar pasta tierna o artificial. La búsqueda continuará a lo largo de los siglos XVI y XVII; a finales de este último siglo, en Rouen, Poterat, conseguirá producir lo que se conoce como la fritte o pasta tierna, material con el que trabaja mientras llega el esperado momento de descubrir la verdadera porcelana.

Los estudiosos de la época definen la porcelana como: <una tierra preparada y esmaltada en blanco>. El alquimista sajón Johann Friedrich. Böttger, bajo el mecenazgo del Elector de Sajonía y rey de Polonia Federico Augusto, fue el primer europeo que elaboró pasta dura de porcelana; en 1707 consigue un primer resultado, alentador, obtiene un gres rojo llamado jaspe-porcelana o porcelana roja; Böttger había dado con el método básico que consistía en mezclar arcilla refractaria con un fundente apropiado, en este caso el fundente era el conocido como bol o tierra de Armenia (arcilla ferruginosa de color rojo), bastaba con dar el fundente idóneo el caolín. Dado este primer paso se comienza a trabajar en la fábrica de Stein- und Rundbäckerie. En 1709 el químico entrega al elector un informe en el que e compromete a fabricar porcelana blanca, en 1710 se otorga la patente de fabricación para la fundación de una manufactura en Dresde que en junio del mismo año se traslada al Albrechtsburg de Meissen un castillo medieval protegería el secreto de la porcelana. En él se guardaba no sólo su fórmula sino también sus métodos de fabricación: construcción del horno apropiado, sistemas de cocción, esmaltes, etc. En 1713 todavía el fundente no era el apropiado sino un sulfato de calcio que le daba un aspecto amarillento y opaco,  pero permitía el tratamiento industrial de la producción. Böttger morirá sin conseguir descubrirlo.

A pesar del cuidado que tuvieron en Meissen para proteger el secreto de la porcelana, la realidad es, que a medida que crecía la producción y aumentaban los operarios y técnicos que trabajaban allí, era más difícil su control, comenzaron las fugas y la difusión de las técnicas. Poco a poco Europa se fue poblando de nuevos establecimientos dispuestos a fabricar porcelana; por tanto, la fórmula de la porcelana europea no es única, ya que en cada uno de ellos se iniciaron nuevas investigaciones utilizando los materiales que aportaban las condiciones naturales del lugar. Cada manufactura inició su proceso de fabricación y su andadura personal; existen interrelaciones en las formas y los estilos de decoración ya que ante el éxito de algunas series, y la movilidad de los artífices es difícil sustraerse a las influencias.

La porcelana adquiere durante el siglo XVIII gran importancia, en general, todas las artes decorativas se ven potenciadas en él pero, entre ellas, el arte de la porcelana es el que adquiere mayor prestigio, tanto que consigue denominar el siglo; ya que éste es conocido como: El siglo de la porcelana.

El siglo XIX, es un siglo difícil para las manufacturas de porcelana, los avances industriales serán un reto para ellas, sobre todo si unimos a esto la competitividad que para ellas va a suponer la entrada en el mercado de los nuevos productos de loza fina procedentes, básicamente, de las fábricas inglesas. Sus producciones hasta ahora, en general, elitistas, van a tener que competir en los mercados y foros internacionales, lo que les obligará, en cierta manera, a socializar sus productos. El desarrollo de los transportes provoca el incremento del comercio y la apertura de los mercados occidentales a productos procedentes de China, Japón, lugares de donde es originaria, la estética oriental contrastará con la occidental y su influencia se dejará notar en las renovaciones artísticas y primeras vanguardias europeas.

Sin embargo, las piezas de porcelana que se producían en las Manufacturas occidentales estaban basadas en la tradición, los artistas seguían repitiendo las formas típicas de los primeros momentos, formas que tenían asegurado el éxito pero inspiradas en las formas propias del arte Rococó o del Neoclásico. Así pues, la permanencia en este nuevo mercado que se está formando, les exigirá una renovación de sus métodos de elaboración y producción  y, también, de la estética de sus formas y decoraciones.

BIBLIOGRAFÍA

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Blancourt, Haudiquer de. De l’art de la verririe. París 1697. Citado por Divis, Jan. El arte de la porcelana en Europa. Ed. Libsa. Madrid. 1981.

Fleming, John y Honour, Hugh. Diccionario de las Artes Decorativas. Ed. Alianza. Madrid. 1987. O Morant, Henri de. Histoire des Arts decoratifs des origenes á nos jours. Ed. Hachette. París. 1978.

Giner de los Ríos, Hermenegildo. Artes industriales desde el Crsitinanismo a nuestros días. Ed. Labor. Barcelona. [1905].

Groer, Leon de. Les Arts Decoratifs de 1790-1850. Ed. Ovicee deu Libre Cop. Fribourgs. (Suisse). 1985

Gruber, Alain «Chinerías» en AA.VV. Las Artes Decorativas en Europa. Del Renacimiento al Barroco. Tomo. I. (Dir. Gruber, Alain.). en la Historia General del Arte. Summa Artis. Vol. XLVI. Ed. Espasa Calpe. Madrid. 2000

Landais, Hubert. Porcelana Francesa. Ed. Plaza y Janés, s.a. Buenos Aires-Barcelona. 1963.

Lázaro, Juan Bautista. Discurso leído ante la Rabasf en la recepción pública de….(…) el día 16 de diciembre de 1906. Tip. de la Rev.  de Archivos, Bibl. y Museos. Madrid. 1906.

Pérez Villamil y García, Manuel. «La tradición indígena en la Historia de las Artes Industriales». En  Discursos leídos ante la Real Academia de la Hisoria en la Recepción Pública del Sr. D. Manuel Pérez Villamil. Tip. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Madrid. 1907.

Historia de la Mujer – AMAZONAS

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En esta sección un nuevo artículo del historiador Antonio Pirala, publicado en el número 17 del Correo de la Moda el día 8 de mayo de 1853, dentro del apartado INSTRUCCIÓN. Respetamos la ortografía original.
Amazonas

Si hemos de ocuparnos de las mujeres grandes que no pertenecen a la Biblia, debemos comenzar por las Amazonas, que ocupan, por su antigüedad, el primer lugar en la historia.

Tanto se ha dicho contra la existencia de esas mujeres belicosas, que, á no ser mas respetables los opuestos testimonios, dejarian de figurar en esta parte del ALBUM. Inclinados, pues, á la creencia de su realidad, una consideración indicarémos á los que la niegan. Los poetas de la antigüedad, al paso que se han inmortalizado con sus bellas inspiraciones, han hecho un gran daño a la historia, porque rodeando á los personajes de que trataban con el misterio de los portentos, y mezclando con los asuntos mas graves los sueños de sus dioses, han dado á aquellos el carácter de mitológicos.

Del mismo defecto adolecieron la mayor parte de los antiguos historiadores, y así es que hoy se abandona como falso, ó se mira como dudoso, todo punto de historia que de cualquier modo se roza con la mitología. Si porque los poetas mezclaron á Hércules y Teseo en las relaciones de las Amazonas, había de negarse su existencia, lo mismo podría decirse de la de Carlo-Magno, por lo que se ha escrito en los libros de Caballería; lo mismo que toda persona de regular criterio, creemos exagerado la mayor parte de lo que se cuenta de las Amazonas, por ejemplo, que mataban á sus hijos varones, que se quemaban un pecho, etc.; lo primero no es posible, porque se opone á la naturaleza, y lo segundo, sobre no apoyarse en ningun autor antiguo, debe ser una equivocación, que desharemos. Si á primera vista se hace increíble la existencia de un pueblo de mujeres esforzadas y guerreras, se negará la de las Sármatas, que peleaban al lado de sus padres y hermanos, que no podian aspirar al matrimonio sin haber muerto á tres enemigos; la de las Bohemias del siglo VIII, la de las modernas Griegas y Polacas. Pues bien; ó se niegan estos hechos, ó se concede la posibilidad del que es objeto del presenta artículo. La cuestion en este punto debe quedar reducida á descartar de la historia de las Amazonas lo fabulo que en ella, como en casi todas, han introducido los poetas, según costumbre de la antigüedad.

Poco después de la muerte del fundador del imperio Asirio, dividiéronse los Escitas en bandos. Tan encarnizada se hizo la discordia, que el partido mas débil se retiro á Capadocia, estableciéndose á orilla del Termodonde. La necesidad obligó al pueblo, que asi se formaba, á vejar á sus vecinos; mas, puestos éstos de acuerdo, no solo les rechazaron, sino que por concluir de una vez con tan incómodos huéspedes, invadieron á su vez el territorio que ocupaban, y exterminaron sin piedad a los varones. Hé aquí el origen de las Amazonas. Por conservarse, y ardiendo en deseo de venganza, se aunaron, recurriendo desesperadas á la guerra. Su intrepidez y constancia les aseguró su porvenir, y fueron tratadas como un pueblo constituido. ¿Y cómo se multiplicaban? Se preguntará. Reuniéndose con sus vecinos en tiempo y lugar convenido. Solo recibían las hijas, á las que educaban varonilmente, ejercitándolas en la caza, equitación y manejo de armas. Por medio de la presion atrofiaban su pecho derecho, reduciendo su tamaño natural, á fin de jugar el arco con desembarazo.

Las Amazonas, lo mismo en Asia que en Africa, conquistaron algunos países y fundaron algunas ciudades.

Por fin, después de muchos años y de haber sostenido largas y sangrientas guerras con los griegos, las Amazonas concluyen por volverse á unir con los Escitas, de que  procedian. Y tan arraigadas estaban en ellas las costumbres bélicas, que sus descendientes continuaron ayudando á sus padres y esposos en la guerra. Asun hoy es el dia que se advierte la misma propensión en las mujeres que habitan aquella parte del Asia, como aseguran Thevenot, y otros viajeros dignos de crédito.

Tambien los modernos han contado sus Amazonas. Ademas de las de Bohemia, que tan esforzadamente se sostuvieron por muchos contra todo el poder real de Przemislao, las que descubrió en América Pizarro, dieron margen á que se pusiese al anchuroso río que se halló, el nombre de las Amazonas. Y tanto se exageró este descubrimiento (lo mismo sucedió con el de las Amazonas de Asia),  que se hizo increíble; mas después se depuró la verdad, y se halló comprobada existencia de una tribu de mujeres guerreras, á orillas del Marañon, pertenecientes á la raza de los Tupinambas, de quienes se habian separado por ser insufrible su yugo.

Sin que nosotros, fijándonos en las Amazonas Escitas, y en la duración de su república, deduzcamos el argumento absurdo de la posible independencia de la mujer, nacida precisamente para compañera del hombre, harémos observar, fundados en tan elocuente ejemplo, que no son exclusivo patrimonio del hombre las dotes de que se cree únicamente vestido, y que las circunstancia pueden hacer que llegue la una á donde el otro llegue. No se deprima, pues, á la mujer juzgándola tan inferior á nosotros; y si ni las condiciones sociales e la época, ni su propia conveniencia, exijen que se las eduque á lo Amazonas, tampoco es justo que se les niegue la instrucción, que ya comienza, justo es decirlo, en honor de la civilización actual, á difundírseles, y que reflejará un dia en sus hijos.

GLORIA MELGAR (1859-1938). VI. Por Virginia Seguí

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        En este apartado veremos un nuevo capítulo: LAS ARTES DECORATIVAS, estudiadas en relación con la actividad artística realizada por Gloria Melgar: LA PINTURA SOBRE PORCELANA
Aclaraciones sobre el término: ARTES DECORATIVAS

Cualquier intento de esclarecer y/o descubrir las actividades artísticas de la mujer, no puede excluir las artes decorativas. Tradicionalmente se ha considerado que la mujer estaba, especialmente, dotada para su práctica y ha sido efectivamente en ellas, donde la mujer, mejor y con mayor facilidad, ha podido desarrollar su creatividad. En este caso, si cabe, el abordar el tema está aún más justificado ya que el estudio de la obra de Gloria Melgar, queda encuadrado dentro de las artes decorativas dado que estamos hablando de pintura realizada sobre porcelana. Aunque primera vista pueda parecer lo contrario el tema no es sencillo; surgiendo las primeras complicaciones ya con la mera definición del concepto. ¿Qué entendemos por Artes Decorativas? ¿Qué artes se incluyen dentro de él?

Dentro del arte las Artes Decorativas han sido tradicionalmente tratadas como una cuestión secundaria, sin embargo, su definición está muy vinculada al propio concepto de arte; especialmente si hablamos de arte contemporáneo, al menos, tanto como puede estarlo la Arquitectura moderna. Ambos casos combinan dos cuestiones básicas: lo bello y lo útil. Sabemos que cualquier obra de arte está relacionada con la sociedad en la que se produce y con la que va a consumirla, pero este binomio se eleva al cuadrado cuando hablamos de arquitectura o/y artes decorativas, su vinculación con los más variados aspectos de la vida diaria es innegable. La polémica que se crea en torno a esta dicotomía está en la base de la propia  definición de arte moderno y de hecho muchos historiadores del arte tratan ambos temas conjuntamente.

La consulta del término en la Enciclopedia Universale Dell’Arte, demuestra lo dicho hasta ahora; ya que verificamos que no incluye individualizada la voz: artes decorativas, tampoco le dedica especial atención cuando trata la voz genérica: arte;  comprobamos, sin embargo, que la referencia básica que hace al tema de las artes decorativas se produce al tratar las voces: industrial dessing y Art Nouveu.

Efectuamos la misma consulta en un Diccionario o Enciclopedia de carácter no específico y con connotaciones, más bien, divulgativas, comprobando igualmente que no se incluye un tratamiento autónomo del término, aunque si encontramos el concepto incluido dentro de la voz más amplia y genérica de: arte.

«(…) El nombre Arte aparece por primera vez en este contexto en las ciudades  mercantiles é industriales de Italia, con sus divisiones en maggiore y minore. Pero hay artes que no están destinadas á satisfacer las necesidades prácticas de la existencia, sino que proveen a su recreo y solaz. El arte decorativo que aparece ya de un modo rudimentario en la edad de piedra introduce un elemento fantástico en los objetos de utilidad, ó bien obra por sí solo. A la vez que las representaciones gráficas de los objetos que le rodean, el hombre ha creado, la música, el baile (…) El concepto de arte se ha restringido en tiempos modernos, no sólo aplicándolo de un modo exclusión á las bellas Artes, sino aun negándola á todas las que no eran figuradas ó representativas. De aquí la inclusión en un grupo de oficios ó manufacturas de muchos que realmente son arte. Últimamente se tiende á extender los dominios del arte, y hermanar las industrias con las ideales.»          

El párrafo anterior transcribe el resultado de la consulta, y nos permite introducirnos en una de las cuestiones que queríamos plantear: los diferentes modos o maneras con que a lo largo de la historia se han utilizado para denominar el mismo concepto.

El sistema empleado es muy sencillo basta con añadir a la palabra artes un adjetivo calificativo que defina alguna de las características o algunos de los aspectos más significativos de los objetos artísticos que se incluían dentro de la definición. En este sentido podríamos considerar que todas las denominaciones son válidas o apropiadas; no obstante, si analizamos cada una de ellas, vemos que de una manera u otra además de definirlos introducen aspectos valorativos negativos, que van en detrimento, bien de las obras de arte a las que definen o de los artistas que las realizan.

La definición comienza con el planteamiento de un tema de gran tradición dentro del campo del arte: la división de las Artes en mayores y menores; circunscribiendo el comienzo del uso del término al ámbito de las ciudades italianas del Renacimiento. Lo más habitual es encontrar una equiparación entre las artes decorativas y las artes menores. Por tanto el carácter de valoración negativa que se hace aquí es evidente, ya que el propio adjetivo utilizado connota una comparación y dentro de ella denota inferioridad.

¿Cuál es la diferencia entre ambas artes? ¿Está únicamente relacionada con las artes en sí mismas o también incluye una valoración sobre la diferente categoría de los artistas que las realizan? Los artistas en su lucha por mejorar su status económico y su posición social, reivindican el carácter creativo de su trabajo, intentando separar, lo más posible, sus emolumentos de los materiales que emplean y de los trabajos manuales que la realización de las obras suponen; ya que la realización de éstos les envilecía impidiéndoles el ascenso social.

 En este punto y debido al trabajo que nos ocupa, no podemos dejar de profundizar un poco más y matizar que no sólo estamos hablando de diferentes categorías dentro de los artistas, entrando en el binomio artista/artesano, sino que debemos hablar también de diferencias debidas al género, ya que la condición de mujer de la artista que nos ocupa, no es una cuestión indiferente. Teniendo en cuenta todo esto creemos que esta denominación contiene aspectos peyorativos que se trasladan tanto a los objetos artísticos que incluyen como a los artistas que los producen.

Otra de las denominaciones con las que tradicionalmente se han denominado a las artes decorativas ha sido la de: Artes Suntuarias. No insistiremos más en el método utilizado  para construir la denominación, pero sí lo haremos en su carácter valorativo y en este caso también restrictivo que lleva implícito el término. El adjetivo <suntuarias> está en realidad indicándonos que se trata de un tipo de artículo de lujo, destinado, por lo tanto, a una clientela muy concreta.

Clientela cuyo tipo de vida y solvencia económica le permite el consumo de este tipo de artículos, y que queda restringida, salvo excepciones, a miembros de: la aristocracia, la alta burguesía y de la Iglesia; el resto de las clases sociales debe conformarse con producir y admirar los artículos. Estamos hablando, por tanto, de un arte elitista fuera del alcance de la mayor parte de la sociedad.

Otro término habitual para nombrar a las artes decorativas es: Artes Aplicadas. También con cierta raigambre y tradición y que, nuevamente, esconde tras él, aspectos valorativos, ya que volvemos a constatar, aunque en este caso de manera indirecta, el adjetivo <aplicadas> está negando, a este tipo de Arte, una autonomía propia. Al ponerlas siempre en relación y con carácter subsidiario respecto de otras artes de mayor categoría, a las que se aplicarían y de las que podrían ser consideradas, en cierta manera, simples comparsas o complementos.

Los artistas que las ejecutan estarían, también, bajo la dirección de otro u otros, de mayor categoría, que sería a quienes realmente se consideraría los creadores de la obra, sobre la que se aplican estas artes secundarias. Nuevamente aparecen aquí aspectos relacionados con la dicotomía artesano/artista, y los intentos, por parte de los artistas de separar creación de ejecución.

Artes Industriales es otra de las formas que habitualmente utilizamos como sinónimo de artes decorativas. Este término es, quizás, el que plantea mayores complejidades, el adjetivo <industriales> desde nuestra perspectiva actual, tiene unos significados muy concretos, significados que difieren de los que de este mismo adjetivo tendría cualquier hombre que no haya visto los efectos de la Revolución Industrial sobre los sistemas de producción. La búsqueda de datos relacionada con esta denominación constata esto de manera clara

El adjetivo <industriales> nos está hablando, en este caso, de los sistemas de producción utilizados para la fabricación de los artículos o productos que incluimos dentro del concepto. A primera vista podemos encontrar este término aséptico y carente de aspectos que impliquen valoración. Pero, la realidad es que algo, aparentemente, tan inocuo como los sistemas de producción, vuelve a introducir, en el concepto, algunas cuestiones que sí lo pensamos detenidamente nos inducen a valorarlo negativamente. En el fondo, el término, lo que vuelve a plantear son aspectos relacionados con el proceso creativo; en cierta manera el considerar la obra final como consecuencia de un proceso industrial la despoja de su carácter de unicidad que requiere toda creación artística. Un proceso industrial siempre presupone participación. La obra de arte sería, por tanto, el resultado final de una elaboración compartida por varios operarios, cada unos de ellos intervendría en un momento del proceso, la cadena industrial. El artista y verdadero creador no sería ninguno de los operarios que intervienen en la cadena de producción, sino el creador del diseño de la obra. Esto implica también una modificación en el concepto de obra de arte como objeto único ya que como consecuencia del proceso industrial y de la producción en serie la obra de arte se multiplica.

Respecto a esta última denominación es interesante resaltar, como uno de sus aspectos más significativos, su carácter democratizador. La industria moderna consigue un aumento significativo en la producción de este tipo de productos lo que provoca su abaratamiento y como consecuencia de ello se produce un cambio en la clientela. El consumo de este tipo de productos se abre a todas las clases sociales y de esta manera pierden su carácter elitista. En este sentido podríamos considerarlo antitético respecto al de Artes Suntuarias citado anteriormente. Aunque esto no evita que ambos términos se sigan utilizando, en muchas ocasiones, indistintamente para a denominar al mismo tipo de productos.

 En este punto debemos aclarar porqué hemos elegido el título de Artes Decorativas para nuestro trabajo. Una vez que hemos analizado los posibles términos y hemos ido viendo sus pros y sus contras, hemos decidido que éste es el que mejor se ajusta a nuestras pretensiones y el que, encontramos, presenta menos inconvenientes; y a la vez es el que parece hacer triunfado, en general, entre todas las denominaciones posibles, ya que su amplitud permite la inclusión de todas las artes dentro de él, incluso las que tradicionalmente se conocen como Bellas Artes.

La situación de tradicional olvido que han sufrido las Artes Decorativas dentro del estudio de la Historia del Arte, comenzó un proceso de cambio a partir de los años treinta de este siglo, comenzando un movimiento reivindicador que poco a poco va generalizándose que intenta conseguir un tratamiento justo dentro del estudio de esta disciplina, no obstante, creemos aun queda bastante por hacer en este sentido, sobre todo en nuestro país.

Curiosamente, no tenemos ningún reparo mientras se trata del estudio del arte de la antigüedad en utilizar todo tipo de producción artística sin discriminar los objetos que estudiamos, pero a medida que avanzamos en la historia y en el estudio de las artes que se producen en las diferentes épocas, se van dejando a un lado este tipo de obras de arte para estudiar, casi exclusivamente, las obras de arte que consideramos incluidas entre las que denominamos Bellas Artes: Arquitectura, Pintura y Escultura. Todo ello a pesar al carácter novedoso y renovador que este tipo de objetos artísticos puede presentar, al ser utilizadas por los artistas para especular con las formas e innovarlas. La idoneidad  para este tipo de especulaciones y experimentaciones viene dada por su menor formato que propicia un menor coste y un acabado más rápido, pudiendo comprobar el resultado con mayor rapidez y menor coste. No obstante, también me gustaría señalar que, en bastantes ocasiones, la práctica o enseñanza de las artes decorativas ha sido para los artistas algo importante y decisivo, no sólo por la idoneidad, ya comentada, que presentan para la especulación artística creativa sino, porque, en ocasiones, sus obras de mayor formato y pretensiones no obtenían el éxito deseado y ha sido su práctica o enseñanza lo que les ha permitido solucionar sus problemas económicos y seguir perseverando en sus creaciones  más vanguardistas o innovadoras.

 

BIBLIOGRAFÍA

AA.VV. Enciclopedia Universale Dell’Arte. Ed. Unedi. Roma. 1971. Vol. I

AA.VV. Enciclopedia Universal Ilustrada, Europeo-Americana Tomo VI. E. Calpe, s.a. Madrid. 1990.

AA.VV. La exposición Universal de Barcelona. El libro del Centenario. Ed. A. de Barcelona. 1998.

Benévolo, Leonardo. Historia de la Arquitectura Moderna. Ed. Gustavo Gili. Barcelona. 1994

Bonet Correa, A. «Prologo» en AA.VV. Historia de las Artes Aplicadas e Industriales en España. Ed. Cátedra. Madrid. 1994

Couty, Edmond. El dibujo y la composición decorativa aplicada a las industrias artísticas. Ed. G. Gili. Barcelona. 1918

Lehnert, G. Historia de la Artes Industriales. Barcelona. 1930

Pevsner, Nikolaus. Los orígenes de la arquitectura moderna y del diseño. Ed. G. Gili. Barcelona. 1988.

Tomas y Estruch, Fco. Educación artística de la mujer. Tip. Sucs. de N. Ramírez y Cª. Barcelona. 1888

ESCRITORAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XIX. IV

 

         Como vereís la escritora cuya carta incorporamos a continuación es en esta ocasión muy conocida y con una calidad literaria reconocida por todos. Rosalía de Castro también recibió la invitación de Faustina Sáez de Melgar para participar en la publicación: Las Mugeres Españolas, Americanas y Lusitanas pintadas por sí mismas; aunque su articulo no fue incluido en el primer tomo y al no llegar a ver la luz el segundo quedó en poder del editor sin pulicar. En la carta y datos biográficos que adjunta veremos algunos detalles de la vida y la obra de Rosalía contados por ella misma y por su marido el historiador Manuel Murguía. Respetamos la ortografía original.

«Sra. Dña Faustina Saez de Melgar

Muy Sra. mía y de mi consideración; la falta de salud que comúnmente me aqueja asi como los muchos quehaceres que me rodean en ausencia de mi marido, no me dan lugar a cosa alguna ni menos permiten que me entregue con el descanso necesario a las tareas literarias. Sin embargo, por complacer a V. y en vista de una circular del Editor de Las Mugeres Españolas, Americanas y Lusitanas pintadas por si mismas. He escrito a este diciéndole que haría un sacrificio y que cuando pudiera le remitiría el original que demanda. Como nada me ha contestado nada puedo añadir acerca del asunto siendo por lo tanto cosa que yo tenia dada al olvido.

En cuanto a los datos biográficos que V. se sirve pedirme, nadie mejor que V. pude comprender que tratándose de una muger tiene siempre que ser necesariamente escasos, reduciéndose todo a la epoca y lugar de mi nacimiento y obras que haya publicado. Las demas consideraciones creo que debe hacerlas el que escriba la biografía. La mía se ha publicado ya por mi esposo en su Diccionario de Escritores Gallegos, le remito copia de ella, y con eso quedan por completo satisfechos sus deseos.

Sin embargo, a los datos que contiene puede añadir que publique hace años una novela titulada El Caballero de las botas azules, despues un tomo de versos gallegos titulado Follas Novas del que ya tendrá noticia; y el año pasado un cuento que se titula El primer loco. Si V. no las tiene y desea verlas puede pedirlas en mi nombre al Sr. Chao que no tendra inconveniente en remitirlas.

Por lo que toca a mi retrato siento mucho tener que decirla que no me es posible complacerla, al menos por ahora pues no tengo ninguno, vivo en el campo y de año en año o mas tarde aun bajo a la ciudad. Sin embargo el dia que vuelva a Santiago tratare de ver como satisfacer de la mejor manera posible sus deseos la que tiene el gusto de repetirse de V. afectísima s.s. q.b.s.m.

                                                                 Rosalía Castro de Murgia.

La Matanza. Padron. Febrero 27 de 1882.

Notas biográficas adjuntas:

Nació en Santiago el 23 de febrero de 1837, y pasó sus primeros años, en la pintoresca villa de Padron, de donde era natural su madre. En el año de 1858, se casó en Madrid, con el autor de este Diccionario, que se cree dispensado, por esto mismo, de emitir su juicio, acerca de una persona a quien le ligan tan hondos, queridos e indisolubles lazos Sin embargo, no cerraremos esta breve biografía, sin añadir, que entre los muchos elogios que se han escrito acerca de aquella que es la dulce madre de nuestra hija, ninguno es más verdadero y más merecido, que el que, un amigo a quien siempre hemos recibido como un hermano bajo nuestro techo, encerró en estas sencillas palabras: madre y esposa amante, como fue hija cariñosa.

Publicó:

1º. La Flor: poesías por… Madrid. Imp. Á cargo de M. Gonzalez 1857. 4º

Cuando aparecieron estas poesias, escribimos un juicio crítico sobre ellas, que apareció en el número de la Iberia, perteneciente al 12 de mayo de 1857. Entonces, cuando aun conocíamos a su autora, tuvimos el sincero placer de elogiar como se merecían unas poesias, en las cuales se descubrian dotes nada vulgares.

Si copiamos aquí algunos de los párrafos de los que escribimos entonces, sentiriamos la mas grande y la mas intima de la felicidades, pero nos lo impide un justo sentimiento de delicadeza, y renunciamos por lo mismo a hacer justicia  á una persona querida, á quien el mismo amor que le profesamos, nos veda toda palabra de elogio y alabanza.

La hija del mar, novela por… Vigo, Imp. De J. Campañel. 1852.- 12º

Flavio, novela por… Madrid. Imp. de La crónica de ambos mundos, 1861.- 12º

A mi madre, versos por… Vigo, imp. de J. Campañel, 1863. Fól. Menor.

De este olleto no se tiraron mas que cincuenta ejemplares numerados y con el nombre impreso de la persona a quien iban dirigidos.

Cantares Gallegos, por… Vigo. Imp. de J. Campañel. 1873. 8º. Este tomo de versos escritos en dialecto gallego, fue acogido harto favorablemente, como lo indican los articulos críticos que aparecieron en los periódicos de Galicia y Madrid; en los cuales prodigan á su autora las mas lisonjeras alabanzas. Fácil nos sería copiar algunos párrafos, pero renunciamos á esta, para nosotros, gratísima tarea, por razones que comprenderá fácilmente el lector sin que las indiquemos.

Si se permite á los hombres enorgullecerse de las riquezas y timbres de sus antepasados, puede muy bien perdonarse á los que recuerdan; no sin un justo placer; que honraron su familia, aquellos distinguidos varones, que dejaron en pos de sí pruebas de su saber  de su inteligencia, y en este caso se encuentra nuestra escritora.

A su familia, una de las mas antiguas de Padron, pertenecieron los sabios religiosos Fr. Martin Salgado y Moscoso (vid.) del órden de San Agustin, poeta celebrado en su tiempo, y el R.P.Mº Fr. Miguel Salgado y Moscoso (vid.) cistersiense abad de Cariacedo, y autor de algunas obras. En este siglo vivió el Sñr. D. Nicolas de Castro, persona notable por sus variados conocimientos, escritor, viagero y militar; en quien corrian parejas el talento y el loco espíritu de aventuras. Era hermano del Sñr. D. José de Castro, abuelo de esta escritora, coronel de milicias que hizo la campaña de los Pirineos (1793-1795) estando prisionero en Francia; fue notable por sus virtudes evangélicas.

Pariente de su abuela materna, fue el general Abadia, uno de los mas célebres en la guerra de la Independencia.

GLORIA MELGAR (1859-1938). V. Por Virginia Seguí

Industrias Cerámicas en Cartagena (Murcia)

La asociación de Tomás Valarino y Gattorno, hombre de negocios muy conocido en la Cartagena romántica de origen italiano y Mateo Frates;  aportando el primero la hacienda de Borricén y el segundo sus derechos de concesión de unos terrenos arcillosos aptos para la elaboración de cerámica selecta con otros socios capitalistas e industriales dará lugar, en agosto de 1842, a la fábrica de loza fina denominada La Amistad. En la escritura de asociación figuran como socios industriales Frates, que fue nombrado director de la fábrica y Simplicio Maestre su sustituto. A pesar de la buena situación económica y comercial de los socios capitalistas, la sociedad fue disuelta en 1845, quedando fuera de ella Frates y Maestre.

Durante este período se construye el edificio de la fábrica, se establece una red comercial de distribución de productos y se encuentran algunas tierras aptas para la fabricación de las piezas. A partir de este momento para llevar el control industrial de la fábrica contratan técnicos y operarios de origen británico que relanzarán la manufactura imponiendo nuevas técnicas de estampación y modelado y creando una escuela taller para la formación de nuevos técnicos. En esta situación se mantiene la fábrica hasta enero de 1870, fecha en que la sociedad vuelve a entrar en crisis al abandonarla a familia Rolandi socios capitalistas, desalentados por los manos resultados  económicos. No obstante y pese a las dificultades se consigue mantener la fábrica en funcionamiento hasta 1883, fecha en que los herederos de Valarino se asociaron con Joaquín Togores y Fábrequez y Enrique Peñalver y Zamora por un período de seis años; en estas fechas pasa a denominare Sociedad de Herederos de Valarino. Una vez vencido el plazo de seis años no ejercen su derecho de prórroga y la fábrica decae hasta cesar prácticamente en sus actividades, en los primeros años del siglo XX fue desmantelada, vendiéndose sus enseres.

Este no el único intento de realizar actividades industriales de tipo cerámico en la provincia, ya que a partir de 1880 otro grupo formado por Federico Fernández, Juan Jorquer y Martínez  junto con Julio C. Walker fundaron una sociedad con personalidad jurídica denomina La Cartegenera Industrial Cerámica o fábrica de la Media Legua, iniciando así la producción y comercialización de objeto cerámicos, esta nueva fábrica tampoco habría de prosperar no cubriendo su actividad ni el período mínimo, de cinco años,  previsto en la constitución de la sociedad.

Estas iniciativas industriales se encuadran en la segunda mitad del siglo XIX, más concretamente, el segundo de los casos se centra en el último cuarto de siglo. Vemos cómo la iniciativa privada ha aumentado cuantitativa y cualitativamente respecto al siglo XVIII. Pero las expectativas de negocio no se cumplen. En estas fábricas se implantan los métodos industriales más modernos; nuevos procedimientos de origen extranjero, que exigían plantas industriales y se alejaban de la antigua producción de los obradores cerámicos tradicionales. Pese a ello no consiguen mantener una actividad industrial económicamente rentable.                     

En este sentido cabría señalar las diferencias que este tipo de producciones presenta respecto a la producción de nuestra artista que se centra en la porcelana y realiza sobre ella un trabajo individualizado, más parecido al trabajo de un artista plástico que a la producción cerámica fabril.

La temática dominante que caracteriza las producciones cartageneras es quizás, para centraros en nuestro estudio, una de las cuestiones que más nos interesa. El tema que puede considerarse dominante es el cinegético; pero cabe destacar que la fábrica de La Amistad lanzó varias series con asuntos de género de sabor romántico o sentimental basadas en grabados de la época realizados para como ilustraciones de novelas y/o de los típicos folletines; otros presentan similitudes con obras de artistas franceses del siglo XVIII, como Watteau, Fragonard, Greuze, etc., con una honda raíz rococó, o incluso escenas tomadas de revistas destinadas al publico femenino y/o infantil, cuestiones, todas ellas, relacionadas con alguna de las escenas que plasma Gloria en sus porcelanas

Respecto a los artistas, técnicos y operarios que realizaron actividades en estas fábricas, únicamente, nos consta la existencia de dos mujeres María y Dolores Cervantes Francés, pertenecientes a la fábrica del Borricén, haciéndose la aclaración de que estaban adscritas al taller de bizcocho con un jornal de 35 cts.

Para concluir este capítulo haremos un resumen o recapitulación destacando que, la producción cerámica del primer período estudiado, está todavía vinculada a métodos preindustriales, en la fabricación de los objetos en cuanto a las formas no se utiliza, salvo excepciones, el uso de moldes y en cuanto a la decoración su principal característica es que todavía puede calificarse de: individualizada; la decoración por estampación es aún muy escasa. Estas características confieren a las piezas un valor de obra única, en la que las todavía no está presente, de forma explícita, la vinculación entre el arte y la industria. En esta primera fase, estaríamos todavía ante una industria supeditada al arte. Sin embargo, en el segundo estadio estudiado ya vemos que ambos conceptos se complementan. La fábrica de Sargadelos actuaría de enlace o puente entre ambos momentos.

El sistema industrial de moldes fue introducido en Inglaterra en el siglo XVIII, y consiste en verter una mezcla líquida de arcilla y agua en un molde absorbente, teso, del que se escurre el agua de la mezcla y como consecuencia deja un leve depósito de arcilla, listo para la creación en cuanto se retira el molde. Este método de producción tiene varias ventajas, iguala las piezas, abarata la producción, reduce la necesidad de operarios, etc. y por lo tanto, se va imponiendo a medida que este tipo de industrias se moderniza.

Para algunos la época que marca la expansión de la revolución industrial en España está centrada entre los años 1844, inicio de la década moderada y 1888, fecha en la que por primera vez se realiza una Exposición Universal en España. En ella las fuerzas económicas del país, públicas y privadas, actuaron, sino de forma conjunta, sí movidos por los mismos intereses, en un intento de conseguir una industria nacional moderna y competitiva.

Cabe destacar también que el tema de las relaciones entre el arte y la industria fue motivo de amplios debates y discusiones y así ha quedado reflejado en la prensa y revistas de la época; el tema era importante, no sólo en España, y estaba presente en muchos de los discursos y declaraciones de políticos y especialistas.

BIBLIOGRAÍA

Jorge Aragoneses, Manuel. Artes Industriales Cartageneras. Lozas del siglo XIX. Museo Arqueológico de Cartagena. Murcia. Ed. Academia Alfonso X El Sabio. Murcia. 1982.

ESCRITORAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XIX. III

           En esta ocasión presentamos la biografía de la escritora Maria del Pilar Contreras y Alba enviada, en diciembre de 1881, por Juan Fermín de Collava y Serrato, Secretario del Ayuntamiento de Alcalá la Real, a Faustina Sáez de Melgar para que fuera insertada en Las Mugeres Españolas, Americanas y Lusitanas, pintadas por sí mismas, publicación de la que era directora literaria. A continuación trascribimos el documento respetando la ortografía original. Junto con el retrato de la escritora reproducimos la cabecera de La Semana Literaria una revista de la época dedicada a la literatura y destinada a un público infantil y/o femenino.

«La señorita Dª Pilar Contreras y Alba nació en Alcalá la Real (Jaen) el 12 de octubre de 1861. Sus ascendientes figuran en la historia de este país, desde remotos tiempos, en posicion holgada. Sus padres D. Felix Contreras García de la Hinojosa y Dª Mercedes Alba y Fernandez, por su proverbial honradez y constante laboriosidad, son admitidos y estimados en los círculos sociales de mas importancia. Aquella, por sus talentos y virtudes, es admirada por unos, y querida por cuantas personas la conocen. Desde muy niña, principio a manifestar una inteligencia precoz; era el germen que existia en su alma, y que desarrollado mas tarde habria de convertirse en un raudal de elevadas aspiraciones. En su expresiva mirada, se revela el fuego de un corazon volcánico ávido de grandes y nobles emociones; ó la languidez de su alma poseida del mas tierno sentimiento. En su palabra facil en sus dulces inflexiones se refleja lo sublime de un pensamiento, la rectitud de un juicio, y la imparcialidad en su apreciacion. Es alegre con los de su edad haciéndoles reir, y fina, modesta, afable con los mayores, haciéndose estimar. Es despreocupada en el sentir, sin que jamás haya servido un culto exagerado á las tiránicas modas; como frecuentemente hacen otras jóvenes de mucho menos mérito personal que ella. Son sus encantos los libros, y sus delicias la música con sus lindas composiciones en verso, arrebata, con sus bellas notas en el piano extasía. En su drama la Esclava de la ambición, obtuvo una cumplidísima ovación y en sus poesias insertas en varios periódicos, los placemes y aplausos generales y en su tanda de valsés un premio por el jurado de la exposición de Jaen de 1878. Si se la juzga como aficionada al teatro; en la Sociedad, la Amistad, dio noches de verdadero entusiasmo, llenando con la mayor perfección desde el calabera Diablo cojuelo, hasta lo sentimental Primera lágrima, en una palabra y para concluir. La Señorita Pilar Contreras es un genio: es un espíritu privilegiado por el supremo hacedor, y si hoy vive su pensamiento encerrado en los limites de una pequeña ciudad, aunque ella haya dado dias de gloria, llegará un tiempo no lejano en que su genio se abra paso por el camino de las letras elevándose á las altas regiones de lo bello mereciendo un nombre ilustre en la querida patria.»